Buenas madrugadas.
He adoptado esta satisfactoria manía de, cuando el insomnio ataca, coger el móvil y soltarlo todo aquí, de alguna manera me hace sentir que mientras lucho con poder dormir, no pierdo el tiempo.
Lo que es una tontería, sí.
Hoy he cenado muy bien y con muy bien me refiero a muy exagerada, la verdad, así que al tumbarme en la cama me he sentido más pesada que un tonel, lo que amenaza con una noche de sueños confusos, por no decir pesadillas y a diferencia de otros, no tengo la maravillosa habilidad de tocar cama y despegar, por lo que la mente, bueno, eso sí que despega.
En fin, todo esto sólo para preguntar, alguna vez os habéis sentido enferm@s de amor? ... Ya lo sé, que suena a cliché, muy repetitivo y empalagoso, que no es algo que alguien con cuatro décadas bien vividas podría decir, tan a la ligera, pero si lo pensáis bien, algo de sentido, si que tiene.
El amor es un sentimiento que se vuelve un sexto sentido, porque lo sientes tuyo, tan tuyo y tan dentro que no puedes detenerlo, no puedes mandar sobre el y no puedes hacer más que sentirlo, como el tacto o el olfato, no lo tienes, te tiene a ti. No puedes por las noches guardarlo en un cajón al lado de la cama, no puedes quitarlo con la ropa antes de un baño, no se mueve, no se toca, siquiera cuando se hace grande y sientes muchas ganas de vivir o de morir, también.
Porque también mata, hiere, desgarra desde el fondo de alguna entraña, desde tan dentro que no tienes ni idea de donde ese lugar queda, él domina el sistema nervioso y hasta esas ganas de siempre de comerte tu plato favorito. Cuando quiere te tumba. Cuando le da la gana te mata y lo peor, que no te mata.
Pero cuando decide lo contrario, se hace tan grande que te da la sensación de inflarse dentro de tu pecho, tanto, que da vértigo que te haga estallar como a un globo. Continúa igual de dominante, claro, pero te causa el mismo efecto que un buen vino en exceso, te mete en una burbuja, de cualquier color y te pinta un mundo maravilloso, donde te hace ilusión comerte el plátano por la mañana o cepillarte los dientes antes de dormir, porque ante ese exceso etílico corriendo por las venas, nada es demasiado feo.
Borracha de amor. Enferma de amor. Así, tal cual. Llena de excesos, sonriendo de más, abrazando más fuerte, moviendo un poco más las caderas y sí, hasta despertando un poco antes, porque, por qué no?.
Por qué nadie está hablando que sentirse así, es lo mismo que siente alguien adicto a un chute de lo que sea, pero siendo, esta vez, totalmente legal?. Por qué nadie dice que cuando nos falta, sentimos un mono como el que siente quién necesita una sustancia por medio de una intravenosa?.
Lo peor? Que me encanta. Me encanta sentirme así, que me encanta ilusionarme por dormir en la misma cama, por un robo a mi plato, por carretera o millas de avión, por un buenos días y por confundir cepillo de dientes, casi siempre por error. Soy una enferma de amor, porque lo de borracha se me ha quedado corto, ya. Una enferma de amor, que está mas que de acuerdo con serlo. Porque nunca antes me había sentido tan a gusto estando enferma. Ni cuándo lo fingía para saltarme una que otra clase.
Porque debería ser esta, la única enfermedad en el mundo, que no pudiese curarse nunca.
Que privilegio estar enferma,
muy enferma de amor.
