DETESTO DE MI

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A veces detesto de mi tantas cosas...

Durante mucho tiempo he trabajo el amor propio, el quererme, quererme bien, el darme más seguido esa palmadita en el hombro, en reconocerme mucho y he de decir que lo he conseguido, muchas veces, me he imaginado a mi yo de pequeña en frente y me he querido abrazar pero... A veces me detesto.

Detesto muchas cosas de mí.

Detesto mi terquedad, aunque no siempre.

Detesto mi perfeccionismo, pero dicen que eso es algo bueno, así que es una de cal y otra de arena.

Detesto mi carácter y lo fácil que es desnivelarme.

Detesto mi orgullo, orgullo vacío que prefiere una herida a cuidar de una buena piel.

Detesto mis miedos, que amenazan siempre con aparecer justo cuando no me viene bien.

Detesto mis inseguridades, porque acabo cual policía, buscando culpables y cual ladrón, huyendo.

Detesto mi descontrol ante una disputa, porque sé que con palabras puedo hacer de alguien un colador y aún así, ante la defensa, no me retengo.

Voy a muerte y sin yo quererlo.

Detesto hacerme la fuerte, porque hay momentos donde solo quiero bajar la cabeza y no puedo, hay algo que no me lo permite y acabo en una guerra en la que yo no he querido participar.

Detesto pasar de rosa a espina, como pasa un olor.

Detesto mi estrictez cuando debería disfrutar de quién me tiene cogida del torso, mientras hago lo que amo, mientras nada me falta.

Detesto estar viviendo momentos tan especiales y de un momento a otro, por mis tormentas, hacer el caos presente, descontrolándome en todo lo anterior.

Detesto tener una lista tan extensa, que pudiese ser más larga que un maratón y aún así, detesto rara vez aunque sobre todo esta, llevar tanta razón.

Detesto pedir perdón y lamento si ser sincera hiere susceptibilidades, no hay nada más complicado que pedir perdón, no hay nada que te quite más fuerza, que te haga más pequeñita, no hay nada que te haga sentir más en deuda, más en descontrol, errónea y podría continuar pero, extrañamente, es el único sentimiento latente cuando me detesto.

Soy muchas cosas que están mal.

Sí.

Soy mucho que domar.

También.

Soy un cúmulo de animales feroces, pero cada uno de ellos ama y con locura.

Hoy no celebro.

Hoy reconozco.

Hoy dejo que mi frente conozca el suelo.

Hoy he doblado las manos y es tan absurdo que me parece un hecho histórico.

Hoy me arrodillo.

Hoy digo más que nunca,

Lo siento.
Perdóname.
Gracias.
Te amo.

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