3 Las caras del pasado

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Al día siguiente, estaba en el sitio acordado a la hora acordada. Era la puerta de una cafetería popular de Los Ángeles. Estaba cerca de su oficina, por lo otra cosa que apuntar a su suerte. Movía el pie nervioso por tenerlas ya en su mano y que solo tuviera que esperar por llevar a Jake. La que ocurrió a continuación, solo pudo significar que tanta suerte, nunca puede significar algo bueno. Estaba mirando las caras de cada uno de los transeúntes por si alguno iba directo hacia él y era la persona que estaba esperando, pero mientras observaba cada rostro, vio precisamente el único que deseó no tener que encontrarse jamás. Alex. Su pecho sintió su corazón latir de rabia solo con pensar en lo mal que lo pasó por su causa. Estaba al igual que él, diez años más envejecido, pero le sentaban también igual que a él. Maldito miserable, pensó. Se apresuró a alejarse para no cruzarse con él. No quería que le viera y crear un momento incómodo. ¿Qué hacía allí? Pensaba que estaría perdido por alguna parte de Europa. Un pensamiento horrible cruzó su mente. ¿Habría contactado con Jake con su llegada a EEUU? No quería pensar en aquello en ese momento. Cruzó la calle, donde podía seguir observando la cafetería por si llegaba el vendedor, pero evitaría cruzarse con él. Cuando llegó a la otra acera, descubrió para su desgracia, que Alex se había parado en la puerta de la cafetería donde tenía que esperar al tipo. Frunció el ceño. No me jodas, pensó. El gilipollas del ex novio de Jake había quedado con alguien a la misma hora y lugar que él. Entonces, abrió los ojos de par en par. Abrió aprisa la conversación que tenía con el vendedor y escribió:

—Hola, ¿cómo vas vestido? Es para saber reconocerte mejor.

Henry lo envió antes de elevar el rostro y observar a Alex. Para más desgracia, en aquel momento, Alex miró su móvil y comenzó a escribir en él. Un mensaje le llegó.

—Una camisa vaquera y unos pantalones negros.

Los ojos Henry se empequeñecieron al ver que lo que llevaba Alex era una camisa vaquera y unos pantalones negros. El vendedor de las entradas que necesitaba para pedirle a Jake que se casara con él, no era otro que su ex novio. Se masajeó la cara pensando en su mala suerte. Se apresuró a pensar un plan alternativo. Llamaría a Chace, y le diría que acudiera inmediatamente para que se hiciera pasar por él. Sí, ese plan funcionaría. Alex no conocía a Chace y nunca les relacionaría. Marcó inmediatamente su número. Pero pasaron cinco pitidos y saltó el buzón. Debía estar trabajando. Debía aplazar la compra hasta que contactara con Chace. Abrió el chat con Alex y escribió:

—Puede que me retrase, es que hay mucho tráfico. También podemos quedar mañana si no te viene bien esperar.

Observó como Alex leía el mensaje, y para su disgusto, frunció el ceño.

—Creo que ya te hice el favor no vendiéndoselas a otra persona. Si no estás aquí en diez minutos me marcho y se las vendo al otro interesado.

Vaya gilipollas, maldijo Henry. Podía pedirle a alguien que pasaba por allí que fuera por él. Pero no se fiaba demasiado de entregarle a alguien su dinero y que no se marcharía corriendo. Joder, pensó Henry desesperado, han pasado diez años, y somos adultos. Aquel idiota no podía seguir guardándole tanto rencor.

Sin ver otra opción, tomó aire, y cruzó la calle. Según se iba acercando, observaba a Alex, y su expresión para ver cuando era el momento en el que le reconocía. Estaba a solo dos metros cuando le vio. Sus ojos se abrieron de par en par, al igual que seguramente había hecho Henry cuando le vio. Pero lo peor, fue cuando Henry se paró ante él.

—Hola—le saludó Henry con educación.

—¿Tú...?—logró decir Alex antes de recomponerse. —¿Tú eres el de las entradas?

Jake & Henry - 7º Capitulo EspecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora