Capítulo Once

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Raquel se encontraba fuera del aeropuerto internacional Eleftherios Venizelos, en Atenas, Grecia.

Su vuelo había llegado con retraso y luego de la tortura que paso en migración, estaba definitivamente tarde.

Se suponía que hoy mismo se reuniría con los misteriosos inversores de su padre. Por lo que sabía, enviarían un auto a buscarla al aeropuerto. Esperaba que no estuvieran enojados, realmente no era su culpa. Las aerolíneas a veces eran inútiles.

Acomodando su bonito vestido de verano rosa palo, tomo sus cosas y se dirigió a la salida.

Probablemente, su atuendo no era el mejor para una reunión de negocios, pero era verano y por lo que había investigado, la temperatura era igual o peor de calurosa que en algunas zonas de Caracas. Así que había decidido vestirse lo más cómoda posible.
Incluso había cortado un poco su cabello antes del viaje, además de querer un ligero cambio, pensó que un cabello más corto sería fácil de manejar en los continuos vientos secos de la estación.

De igual forma, ya tenían el dinero de los tipos o el tipo, no era como si necesitara impresionarlos, pensó ella.

Una vez fuera, comenzó a buscar a alguien que tuviera un cartel con su nombre. Eso era lo que mayormente sucedía cuando una compañía te recogía en un aeropuerto.

O al menos lo habían hecho aquellas veces que ella viajo a Colombia y Panamá a las sedes de Durandus.

Luego de un momento, un hombre calvo y rechoncho de unos 60 años se le acerco. No llevaba cartel pero al verla el hombre sonrió.

-¿Señorita Duran?. - Preguntó en un inglés con acento.

Ella asintió.

- Mucho gusto, mi nombre es Anieli Pappa. Bienvenida a Grecia, yo la llevare a su hotel. - Dijo el hombre amigablemente.

Raquel lo miro, se veía amable y confiado. Ella sonrió cortésmente.

-Muchas Gracias, Sr. Pappa, pero tenía entendido que me vería con el Sr. Georgiou hoy mismo. - Le dijo al hombre de forma cortes.

Aun así, estaba ligeramente enojada. Esperada que el tipo no hubiese cambiado el día de la reunión sin habérselo informado.

De repente, Anieli se vio alarmado y su expresión paso a miedo. Como si estuviera preocupado por haber dicho una estupidez.

Su reacción no le pasó desapercibida a Raquel y empezó a preguntarse, el porqué de la reacción extraña del hombre.

-Perdón, señorita. Tiene razón. No sé dónde tengo la cabeza. - Rectificó Anieli exasperado mientras reía nerviosamente. - Espere aquí, iré por el auto.

Raquel lo vio marchar, había algo extraño en la actitud del hombre. A la primera mirada parecía confiable. Aun así, su reacción a la equivocación de destino fue... exagerada.

Ella negó con su cabeza. Estaba siendo estúpida.

Un momento después un auto se detuvo enfrente de ella. Anieli bajo y le abrió la puerta trasera.

Ella subió.

Una vez que sus maletas estaban guardadas Anieli encendió el motor y continuaron su viaje.

Raquel estaba encantada con las vistas. Las calles adoquinadas, los edificios pintorescos, la cultura que desprendía vívidamente Atenas. Eso era una de las cosas que amaba de los países de Europa, en la mayoría de las ciudades te sentías como en un cuento de hadas.

Ella amaba los cuentos de hadas, no por el romance o esas boberías, si no por el hecho de la fantasía, las aventuras, la magia, los villanos excéntricos y malvados, los héroes brillantes y gloriosos.

Poder Perdido [TERMINADA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora