Capítulo Doce

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Fabiano miró su celular fijamente.

Él sabía que estaba metido en el más grande y jodido problema de todos.

Merda, pensó exasperado.

Cuando salió de la habitación donde dormía Raquel un mensaje llegó a su teléfono celular.

El mensaje solo ponía:

Espero tengas una maldita buena explicación.

Él no la tenía.

Así que le habia pedido un vaso de whisky al traidor del asistente de vuelo.  Seguramente, fue el quien informo a Thalia sobre Raquel estando en el avión. La idea de cortarle la garganta cruzó su cabeza, pero después de la expresión perturbada que habia visto en Raquel, dudaba que ella se tomara bien ver un cadáver desangrándose en frente de su puerta.

Probablemente la chica habia visto cosas peores en los últimos días.

Aun asi, Fabiano no quería que viera ese lado de él.

Al menos, no todavía.

Ridículo, ¿cierto?, ¿Cuándo se habia convertido en una nena sensible? Se preguntó exasperado.

Con eso en mente, Fabiano tomo el vaso que le ofreció el asistente de vuelo y se sentó perdido en sus pensamientos. Estaba intentando crear una explicación para Thalia, pero él no la tenía. Si era sincero, incluso Fabiano no sabía porque lo habia hecho. Cuando la vio en esa tarima maltratada, llorosa y asustada, su instinto habia tomado el control y solo pensó en sacarla de allí.

No en las consecuencias.

No pensó en lo que Thalia diría, tampoco en si Permeti y sus hombres habían notado su reacción.

El habia sido un idiota, pudo haber mostrado debilidad. Permeti era un hombre suspicaz, lo habría notado.

De repente, Fabiano se dio cuenta de la palabra que uso.

¿Debilidad? ella no era una debilidad.

Apenas la conocía y la mayoría de las veces que estuvieron juntos, solo habían follado.

Ella no era nada para él.

Aunque, eso no era completamente cierto.

Aun no podía entender lo que Raquel era para él, pero definitivamente, no era nada.

Nunca la habría salvado si eso fuera cierto.

No habría pensado en ella luego de haberla alejado en el mirador en Bari.

No la habría deseado en sus momentos más oscuros de los últimos meses.

No habría pensado en el caliente y perverso sexo que habían tenido.

Maledizione, él estaba jodido, pensó enojado. 

En ese momento, la fuente de sus problemas apareció.

Su ahora seco y limpio cabello se encontraba alborotado por el descanso. Ella dió un gran bostezo y frotó sus ojos en un movimiento que a Fabiano le pareció adorable.

¿Adorable?

¿Desde cuándo él usaba esos adjetivos?

Raquel lo miró.

Su expresión no lucía tan asustada como antes, pero tampoco se veía exactamente cómoda.

-Hola. - Saludó ella para llenar el silencio y se sentó en el asiento al frente de Fabiano.

-No dormiste mucho. - Replicó el terminando su vaso.

-Tuve una pesadilla. - Respondió ella sin poder evitarlo, al mismo tiempo que se acurrucaba en el cómodo asiento de cuero beige.

Poder Perdido [TERMINADA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora