♦ III ♦

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Inui







Lo conocía de toda la vida, se puede decir que siempre había existido este sentimiento hacia él.


En algún momento fue un simple conocido.


Luego se volvió su mejor amigo.


Paso el accidente y él se convirtió en su salvador.


Los años fueron pasando y él... Se volvió su amor.


— Si, es un gran amor — pensaba el rubio sonriéndole al pelinegro.


Pero este no es un cuento de hadas, está es la historia de un chico que con tal que lo amen, se perdería a si mismo y el otro, con tal de no dejar a su viejo amor, lastime al verdadero.


Vivían en la toxicidad, el pelinegro siempre comparándolo con su difunta hermana y él otro dejando pasar todas aquellas veces con una sonrisa.


Dolía, si, pero poco le importaba, mientras tuviera a aquel pelinegro en su vida, aceptaría cualquier cosa.


— Hajime siempre a estado para mí, aunque yo sea un inútil, él nunca me deja solo, es por eso que yo moriría por él — comentó a su círculo de amigos, con una sonrisa tan sincera y llena de amor que parecía irreal


Años de toxicidad, años de amor, años de dolor.



Mierda se oyó en un susurro roto al ver cómo el pelinegro llegaba con un ramo de rosas blancas a la tumba de su hermana, su corazón se rompió.


No importa de dónde se le viera, se notaba claramente que ambos se hacían daño, pero parecían ignorarlo.


Seishu... nunca cambiaría de opinión.


Yo amo a Koko y él me ama a mí — siempre repetía a su reflejo en el espejo más en el fondo Inui odiaba no ser lo suficiente para Koko.


Trataban de arreglar su relación con parches cada noche, entre besos y abrazos, entre te amo y eres mi preferido.


Las promesas vacías de Kokonoi.


El nulo amor que se tenía Inui.


¿Cuántas veces tiene que herirte para que veas que entiendas?.

Koko vive en el pasado y tú... no entiendo si te arrastra o lo sigues.

Si quieres ser feliz debes dejar a koko.


Ignoraba los consejos de sus amigos, ellos no entendían su amor, no claro que no, esa noche era la definitiva, se unirán en uno solo, gracias al matrimonio, no permitiría que nada arruine su noche.


Pero finalmente sucedió.


— Te amo, Akane — su corazón se estrujo, el dolor y el enojo se apoderaron de si.


Le arrojó una lámpara que se estrelló con la pared, él le pedía perdón, intentaba calmarlo, pero esta vez sería diferente.


— Perdí la cuenta de las veces en la que la haz nombrado a ella... mirándome a mí, besándome a mi... haciendo el am-agh... — lágrimas salían de sus orbes azules, se mordió el labio pero continúo — follandome a mi


— ¡Yo no follo contigo, hacemos el amor! — grito desesperado el pelinegro.


— ¡Ya no, Hajime! ¡Ya no! ¡Yo no soy ella, entiéndelo! — grito desesperado, con un gran dolor en su pecho acompañándolo en su martirio.


— Ya se que no eres ella.


— Soy un idiota por pensar que podías amarme a mi — susurro cerrando la puerta a su espalda con un estruendo.


Desde el princio todo empezó mal, al enterarse que el pelinegro quería salvar a su hermana y no a él, atravesando un camino de espinas mientras avanzaba su relación siempre siendo comparado con su hermana, tanto daño le había hecho que incluso había intentado usar tacones para llamar la atención de su novio, y termino en un océano de lágrimas con miles de promesas rotas a sus pies.


Cayó en la realidad y al fin lo había aceptado.


— Mañana me iré — dijo el rubio, dispuesto a sacar la maleta para preparar sus cosas.


— Esta es tu casa — le respondió el pelinegro — es tu hogar, aquí el único que se irá soy yo... perdón, Seishu — susurro y salió de la habitación.


— No soy ella... Él nunca me amo — susurro para si mismo.

NO SOY ELLA... |TR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora