♦ IX ♦

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Cementerio




11:25 AM.

Dos figuras se imponían en aquel lugar.

Ambas presentando sus respetos al difunto.

Inui Akane. Se leía.

El pelinegro estaba perdido en sus pensamientos, recordando a aquella linda chica que vivió en su corazón.

— ¿Cómo haz estado, Akane-chan? — hablo en un murmullo que solo escuchaba su acompañante — Lamentó no haber venido antes, pero tenía cosas que hacer.

Paso sus dedos por la fría lápida, en un vano intento de querer acariciarla a ella.

— Me odias ¿No es así? — dijo sentándose frente a la tumba.

Sus recuerdos atormentaban.

Sus sentimientos hacían un revuelo.

Sus ojos se cristalizaron.

Una mano le tocó el hombro, sonriéndole con delicadeza, apoyándolo.

Suspiró.

La había amado tanto.

Le había prometido su vida.

Le había prometido su corazón.

Ella era el motor de su vida.

Aun recuerda que se aferró a Inupi por esa horrible similitud que ambos compartían.

Recuerda todo el daño que le hizo comparándolo a ella.

— Este es el adiós, Akane-chan.

Mas un día todo cambio.

El pasar tiempo con el rubio.

El disfrutar de la compañía que él le brindaba.

Seishu le sonreía y no era Akane.

Seishu lo besaba y solo podía pensar en él.

Seishu lo tomaba de la mano y solo podía sentir su calidez.

Aquella bella calidez que crecía en su pecho.

Realmente estaba avanzando, sonreía por él, amaba por él y vivía por él.

— Quiero recuperarlo — dijo cabizbajo — Es por eso que debo dejarte ir. Enserio lo amo, Akane... más de lo que alguna vez pude amarte a ti, lo siento por eso, te prometí que siempre te amaría, pero, hoy rompere mi promesa.

Se paró, mirando la tumba frente suyo.

Era el momento.

Dejo unos hermosos lirios amarillos en la tumba de la que alguna vez fue su más grande amor.

Amo a Seishu y daré todo por volver con él.

Volteo a ver a su compañero que solo le sonreía.

Estaba listo.

— Adios Akane, esta vez lo haré feliz.

Ambos se despidieron.

El pelinegro abrazo al pequeño rubio.

— Esto es más difícil de lo que pensé — susurro apoyando su cabeza en el hombro de su amigo.

— Pero lo hiciste, Hajime — decía mientras le daba palmaditas en su espalda — La dejaste ir y ahora eres libre.

— Ahora podré volver con él.

NO SOY ELLA... |TR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora