Capítulo 20

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—¿Qué haces aquí, Oliver? —pregunto con los brazos cruzados.

Él ignora mi posición y se adentra en el departamento a toda prisa; como si de un vendaval se tratase. Recorre el lugar de un lado a otro.

—¿Se puede saber qué buscas?

—¿Dónde está? —grita furioso.

—¿Quién?

—¡¿El lord capullo?! ¡¿Dónde está?!

—Si te refieres a Decon…

—¿Y a quién más? —me interrumpe. Oliver luce muy molesto.

—Ya se ha ido.

—¡No quiero que vuelvas a verlo! —me señala. Tengo la sensación de que puede echarse encima de mí en cualquier momento.

—¡No me digas! —exclamo rabiosa—. ¿Y cómo pretendes impedirlo?

—Como sea. Haré lo que sea por que seas mía, solo mía.

Sin previo aviso, se lanza hacia mi boca. Intento protestar, le golpeo repetidamente; pero es imposible separarme de él. Por más que lucho, Oliver termina venciendo.

Sus manos están en mi espalda, mi cintura, mis caderas y finalmente, en mis glúteos. Sus labios barren cada espacio de mi cuerpo. No sé lo que estoy haciendo, no sé lo que estoy sintiendo; solo sé que quiero más. No tengo idea de en qué momento comencé a flotar por las nubes, pero ahora me encuentro debajo de él, en mi cama, sintiendo cada una de sus caricias.

—Dime que esto es una locura —susurra suplicante—. Pídeme que pare.

—Es una locura, ¡ah! —gimo al sentir sus dientes mordisqueando mis pezones—. Pero no quiero que te detengas.

Oliver termina de deshacerse del camisón de conos de helado que utilizo para dormir y posteriormente, hago lo mismo con su pantalón de vestir. La camisa blanca desarreglada que llevaba cuando llegó, hace años luz que desapareció.

—No puedo detenerme ahora, colega —a pesar de no poder controlar sus impulsos en estos momentos, no puede evitar ser cauteloso en sus pasos.

—No lo hagas, Oliver —jadeo—. Solo bésame.

Y cumpliendo con mi petición, ambos nos perdemos en el momento.

***

«¿Qué he hecho?»

«Me he acostado con el esposo de mi hermana.»

«¡Dios! Apenas hoy rompí con Decon.»

«He engañado a Kate, a mi familia…»

«¿Qué habrá significado para Oliver?»

«¿Dejará a Kate?»

«¿Dónde tenía la cabeza, joder? Me he completado como una zo...»

«¿Y ahora qué, Melysa?»

Millones de preguntas se amontonan en mi cabeza. Me he equivocado, y esta vez ha sido en grande. Aunque los espasmos del placer no me han abandonado del todo, los sentimientos y las culpas comienzan a surgir.

El Precio del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora