Despierto buscando la calidez del cuerpo de Oliver. En cambio, me encuentro con la figura de mi hermana parada frente a la ventana. Ella se percata de mi estado de vigilia y camina hasta sentarse en una silla frente a mi cama.
—Buenos días —deja ver una pequeña y al mismo tiempo forzada sonrisa—. Neil ha pasado con su compañero hace una media hora —prosigue al no obtener respuesta—. Todo marcha bien con el nuevo tratamiento. Puede que mañana te den de alta.
Eso me alivia de cierta forma. Odio las clínicas, los hospitales y todo lo relacionado con gente enferma.
Kate me observa en silencio, quizá esperando alguna reacción de mi parte. Sin embargo, no obtiene nada. Una plática entre nosotras me llevarían a dos posibles resultados: el desconsuelo o la furia, o tal vez ambas. Y ninguna de las dos es bueno para mi actual estado de salud. Aunque ella no parece muy dispuesta a dejarlo estar.Internamente me preparo para enfrentarla. Ayer no me fue mal con Oliver y aunque me encuentro enormemente feliz por tenerle a mi lado otra vez, ciertamente su actitud me desconcertó bastante. Esperaba gritos, reproches, incluso su odio; más aun, teniendo en cuenta nuestro enfrentamiento de anoche en el desfile.
En cuestión de horas se transformó por completo. Supongo que enterarse de tantas noticias al mismo tiempo le golpeó fuerte. No hablamos mucho después de nuestra reconciliación. Él se quedó dormido antes que yo; pasó toda la noche en el cómodo sillón sin dejar de sostener mi mano.—Oliver salió hace apenas unos minutos —informa mi hermana—. Necesitaba cambiarse de ropa y arreglar ciertos asuntos… —asiento, imaginando lo que se le viene encima a la familia con la enfermedad de Abbey—. Dijo que volvería en un par de horas.
—¿Mamá y papá? —hablo por primera vez y hago una mueca al escuchar mi propia voz; se escucha demasiado carrasposa.
—Afuera. Neil está con ellos. Nos diste un buen susto.
—Susto me llevé yo con la cena de anoche —repongo—. ¿Estás liada con Killian?
—Estuve —admite sin amilanarse; típico de Catherine Saunders—. No estás en posición de juzgarme.
—Nunca te he juzgado —replico a la defensiva. Yo también sé jugar este juego—. No empezaré a hacerlo ahora. Necesito agua —pido sintiendo mi garganta seca.
Ella va hacia la mesa de la habitación adornada por un bonito arreglo floral, llena un vaso con agua y me lo extiende.
—Ten, Neil dijo que bebieras a pequeños sorbos.
Apenas el líquido hace contacto con mi garganta me siento mucho mejor.
—Estoy con Oliver —anuncio. Esta vez no quiero malos entendidos—, y no pienso dejarlo.
—Me parece bien.
—¿En serio? —enarco una ceja un poco incrédula. La noto demasiado calmada para llevar a cabo esta plática.
—Sí. El divorcio debe salir en unas pocas semanas, a más tardar dos.
—¿Tan rápido? —me quedo anonada.
—Nos separamos por mutuo acuerdo. Los trámites son bastante rápidos. Tú debes saber más de eso que yo.
«¿Le dio el divorcio? ¿Así de fácil?»
«Pero… ¿Cuándo? Apenas ayer se les veía bastante a gusto juntos.»
«¿Qué papel juega Killian en todo esto?»
«¿Dónde queda su arrebato de hace unas semanas? ¿Lo que me hizo prometer en aquella habitación de la clínica?»
—Debes tener muchas preguntas en la cabeza.
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El Precio del Amor
Romance¿Qué puede ser peor que amar a tú mejor amigo en silencio? Pues que ese amigo se case con tu hermana. Melysa se enamoró de Oliver desde el primer momento en que le conoció. Fue algo instantáneo, a primera vista. Sin embargo, nunca se atrevió a admit...