Cicatriz

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Zeruel seguía en esa pequeña jaula aunque no lo costó trabajo dormir ahí, estaba acostumbrado a estar en espacios pequeños y cerrados, tenía una gran flexibilidad que era impresionante.

Al día siguiente fue despertado por el golpe de unas cadenas en la jaula, al abrir los ojos vio a su amo, pero estaba muy serio, en la inocencia de Zeruel aún no había entendido que hizo mal.

Ese juguete sabía raro y era diferente ¿Qué no era para que el jugara? El amo quería jugar, entonces ¿Por qué se enojo y grito?, Era lo que pensaba por otro lado está Raúl, él le dijo que lo había hecho bien.

El señor abrió la puerta de la jaula, puso el extremo de la cadena en el collar de Zeruel y lo saco de ahí poniendo en la mesa metálica que se encontraba en el centro de la habitación.

Señor: Ayer fuiste un niño malo, por eso debes ser castigado

El señor comenzó a azotar el cuerpo de Zeruel con el látigo, le dolía, estaba acostumbrado pero aún le dolía.

Señor: ¿Quieres ver lo que yo sentí ayer por tu estúpida culpa? Y por lo que ahora tendré que esperar unos días

El señor se posicionó en la parte de abajo de Zeruel y lo volteo dejándolo boca arriba, ató sus tobillos a cada extremos de la mesa y por último ató sus manos al techo.

De forma que quedó sentado pero con las piernas abiertas, su cuerpo colgaba y el señor satisfecho sonrió, camino a los grandes armarios sacando varios utensilios.

Señor: ¿Estás listo? Porque yo sí

Dejo las cosas que traía en medio de las piernas de Zeruel, entre ellos alfileres, navajas y cuchillos para después acariciar el miembro de Zeruel.

Señor: ¿Sabes qué es la castración? Claro que no sabes, tú ni eres capaz de comprender la mayor parte de las cosas que te digo

Sonrió con malicia tomando uno de los cuchillos y lo llevo a uno de los testículos de Zeruel haciendo un corte lago y profundo, que rápidamente se tornaron de color rojo acompañadas de un fuerte gemido de dolor que emitió Zeruel.

El señor contento tomo los alfileres y los encajo de uno por uno en el otro testículo sacando otro grito de dolor por parte de Zeruel con algunas lágrimas que ya salían.

Señor: Tranquilo esto apenas comienza

Sonrió y prosiguió a tomar otro cuchillo pero esta vez lo paso desde las puntas de los dedos del pie de Zeruel hasta los muslos haciendo que éste se tensara mucho en su lugar.

Al llegar a su parte íntima tomo el pene entre sus manos y comenzó a cortarlo, pequeños cortes cubiertos de sangre adornaron su pene pero el peor fue cuando desde la cabeza hasta el centro corrió el filo del cuchillo abriendo una gran herida.

Señor: Eso dejara una cicatriz, en fin espero hayas entendido

El niños lloraba, eran un mar de lágrimas, el señor satisfecho salió cerrando la puerta con llave, lo dejaría unos minutos demás antes de que lo antedieran.

Sin Rostro, Sin Nombre, Sin Derechos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora