The Devil's Favorite | Bucky Fanfic

3: vecino james

Warnings: Tensión sexual; Escenarios imaginarios muy 🥵; Lenguaje bulgar; Mención de traumas.
4mil palabras de drama y Bucky como ✨la trama✨.

🌎

Mal esta rondando alrededor de su presa.

Otra larga noche en la estación de policía y otro viaje incomodo hasta su departamento. Bucky sentía que en todo ese fin de semana no había salido el sol en un sólo día, mientras que su vecina también estaba consciente de las eternas noches y los cortos días, a pesar de ser verano.

Ambos otra vez se encontraron en la habitación y su vecina, al sentir no poder librarse de él, soltó una risa, poniéndole los pelos de punta al sargento.

– Esto es una maldita telenovela –la joven se quejó.– Y lo mejor de las telenovelas es que, cuando crees que nada podría ser peor, es peor.

– Entiendo que estes en shock, todo esto puede ser difícil de digerir y debes saber que-

Lo interrumpió.– ¿No te duele el estómago? –porque a ella le dolía, no sólo del hambre pero de la angustia. Él la miró sin comprender e ignoró la intención de prohibirle la entrada.– ¿No sientes qué algo raro pasa? –cruzó por la pared imaginaria.– Siento que ha sido de noche mucho tiempo –el ataque de pánico a flor de piel.– Y si no es una pesadilla estar despierta, es estar en el infierno mientras duermo –eso último él sí lo entendía, y ya podía reconocer el ataque de pánico que la pobre estaba teniendo.

– Sentémonos –él se sentó sobre su propia cama, y a su lado se sentó ella. Las manos le temblaban y él, queriendo detener tan irritante movimiento de ella, tomó su mano izquierda.– Hey, hey...

Ella respiró profundo y luego exhaló.– Hueles bien, y ahora que no hay pared, siento que mi habitación huele a ti.

– Nuestra habitación.

Ella lo miró un segundo, quitando la vista de la pared sin adornos frente a ella. Le sonrió.– Te escucho cuando tienes pesadillas.

–Sip, y yo a ti –le respondió él. Ella ya temblaba menos, pero la sentía tensa a su lado.– Ya coticé los materiales, y tenía pensado en pagarle a alguien por hacer el trabajo, pero lo puedo hacer yo.

Ella confirmó y no quitó la vista de sus rodillas. En ellas descansaban sus manos y la de James sobre una. Ahora sabía cómo se sentía su mano. Caliente y un poco áspera. Era grande y con agarre firme. Un corto recuerdo de ella y él en la morgue se le vino a la cabeza y recordó que él había tomado su mejilla derecha con la mano de metal.

– Es la primera vez que alguien se muere, que sea alguien que conozca –ella confesó. No podía dejar de ver el rostro ensangrentado de Michael en su cabeza.

– Lo siento, compañera de cuarto.

– Si tienes cien años, significa que toda tu gente ya no está ¿Cómo lo sobrellevas? –contacto visual. Ella lo observó tragar seco y desviar la mirada incómodo.

Él pensó un segundo en cómo responder. La verdad es que no lo sobrellevaba muy bien.– De pronto dejará de doler, ya verás –y se levantó, él, como un gato ya no aguantó estar tan cerca y en contacto con la humana.