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Sikio:

—Deberíamos...

     Me di la vuelta para verla desvanecerse con elegancia. La tomé en brazos. Nuestros rostros quedaron muy cerca. Me sorprendió darme cuenta que el delicado aroma procedente de ella no tenía nada que ver con las sucias feromonas de los Majingilanes. Por el contrario, me recordaba al de mi tío Rasta pero mucho más suave. Observé los delicados rasgos, su largo pelo negro recogido en una coleta. Las delineadas cejas finas. La nariz pequeña de punta ligeramente redondeada. Los labios entreabiertos, ni muy finos ni muy gruesos cuya parte superior central describía la v de un corazón de enamorados, parecían pedirme a gritos un beso. Aparté la atención de ellos y la centré en los ojos un poco rasgados que estaban cerrados.

     Por un instante me sentí como si volviera a tener a Shangrylah entre mis brazos. Me acerqué poco a poco con mucha cautela. El corazón me latía con tanta fuerza que creí que lo sentía en los oídos. Alcé un poco su rostro a medida que me iba acercando.

—¿Qué le ha pasado, Sikio? —Preguntó Summer, una de las reinas de mi hermano Scar.   

—Ni puta idea. Se ha desmayado— repliqué y me alejé todo cuanto pude de Kali a la que había depositado en el suelo arenoso del exterior—. Voy a llevarla abajo. Regreso al trabajo.

—Déjala con nosotras. La cuidaremos.

—Ella no forma parte del pride. Me han encomendado vigilarla y...

—Nos hacemos cargo— ésta vez insistió Lullaby, la reina principal.

—Haced lo que queráis. Paso de vosotras— me sacudí las manos y me alejé de las guerreras que se iban congregando en torno a Kali—. No me responsabilizo como ataque a alguien.



Kali:

     Abrí los ojos y el terror subió por mi espina dorsal. Sikio no estaba por ninguna parte. Las guerreras del pride me rodeaban. Estábamos dentro, en lo que supuse que sería la zona que ellas ocupaban.

—Desde luego que Sikio es un bestia— decía Lullaby—¿Cómo se le ocurre sacarla a que camine con el calor que hace y con una ropa que sube la temperatura? Hola, bonita. ¿Cómo te encuentras?

—Tengo sed— susurré con temor.

—Tranquila. No te vamos a hacer nada. Anda, bebe un poco— dijo otra de ellas—. Yo soy Spring.

     La chica era preciosa.

—Me llamo Kali.

—Sabemos quién eres. Tu padre era Rasta.

—Sí.

—Ponte esto— me pidió Lullaby dándome un vestido de tela vaporosa—. Estarás más cómoda y fresca. Está haciendo mucho calor.

     Me desvestí delante de ellas sintiéndome insegura. Las guerreras observaron mis cicatrices sin decir una palabra. Salvo, claro está, la reina principal.

—¿Esos cabrones te hicieron todo eso? —Asentí—. Menos mal que están muertos porque sino...

—¿Dónde está Sikio?

—Ahora mismo está trabajando. No te preocupes. Nosotras cuidaremos de ti hasta que venga a buscarte. 



Horas más tarde:

Sikio:

—¿Dónde está Kali? —Hablé en cuanto entré en la zona de las reinas.

     Ella, vestida como si perteneciera a la familia, se giró con una leve sonrisa.

Overprotected (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora