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Kali:

—Ahora, ¿qué cojones pasa? —Preguntó Sikio abrochándose los vaqueros. Era muy complicado intentar obviar el alboroto de fuera—. Ni se te ocurra moverte. Voy a ver qué coño pasa.

     Me puse en pie y salí a la amplia terraza de los aposentos del príncipe Mosquetero. Estiré los brazos a ambos lados de mi cuerpo por encima de la cabeza. Llené los pulmones con el aire puro y limpio de Sabi Sands.

     Mi mente fue retrocediendo hasta que yo era una cachorra. Mi padre y mi tío Gideon jugaban conmigo bajo la atenta mirada del resto de los Mapogo.

—¡Más rápido, pequeña! La presa no espera por nadie— decía él entre risas.

—¡No es justo, papi! Tú eres más grande y más rápido que yo.

—Eso es una tontería— dijo mi tío favorito, T, entrando en mi campo de visión—. Da igual lo rápido que corran esos idiotas, pequeña. Tú monta una emboscada. No hay nadie tan listo que no caiga en una.

—¿Qué es una emboscada, tío T? —Lo miré con curiosidad.

—Una ventaja que en el futuro podría facilitarte la supervivencia.

—Cuidado con lo que le enseñas a la pequeña, T— nos interrumpió mi tío Makhulu.

—¿Ves donde tu padre habla con tu tío Gideon? —Asentí—. Escóndete por el otro lado y cuando tu padre pase cerca, tú te tiras a su pierna.

—Papá es muy grande.

—¿Confías en mí? —Asentí—. Buena chica. Yo lo conduzco a tu trampa, ¿de acuerdo?

     Me posicioné donde me había indicado mi tío T. Mis tíos Makhulu, Skorro y Shaka nos miraban aguantando la risa. Mi tío Gideon le guiñó un ojo al tío T y entre los dos empezaron a hacer que papá caminara. Contuve la respiración a la espera.

—¡¡¡TE PILLÉ!!! —Grité aferrándome a su tobillo.

     Mis tíos estallaron en jubilosas carcajadas. Aplaudieron y silbaron celebrando mi primera caza. Mi padre me dedicó una enorme sonrisa de orgullo y me levantó del suelo.

—Genial, pequeña. Lo has hecho genial. La próxima vez baja la cola. Así serás completamente invisible.

     Mi padre me abrazó después de darme un beso en la frente.

—Te quiero, papi. 

—Y yo a ti, mi pequeña.

     Poco tiempo después tuvo lugar la temporada turística en la que ellos conocieron a Kiara. Nosotras nos mudamos a un territorio cercano bajo la constante protección de los Mapogo. Makhulu se casó con Kiara con el tiempo tuvieron su primera y única camada. Se decía que el mayor de los Mapogo jamás la quiso.

—¿Va todo bien? —Pregunté a Sikio cuando regresó de inspeccionar el alboroto.

—Malditas locas— gruñó y se metió en su cuarto de baño—. Vístete y espérame abajo.

     Las reinas estaban emocionadas. El cambio de estación traía consigo las novedades en moda. No es que yo fuera muy fashion victim, pero me gustaba ir a ver tiendas, como a cualquiera.

     Sin embargo, tras pasar dos años encerrada y sin apenas actividad, no pensaba que fuera a soportar una jornada en el gran mercado de Sabi Sands. Imagino que aquel fue el motivo por el que Sikio vino con nosotras.

Overprotected (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora