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—Estás hecho una mierda, cabrón— afirmó Hunter en la pantalla del portátil que me acababan de traer.

—Y, sin embargo, sigo estando más bueno que tú— me burlé atando la melena de cualquier manera.

—¿Cómo te trata la reina? —Quiso saber Scarface.

—Nada que no pueda controlar, hermano— le guiñé el ojo haciéndome el macarra.

     Scar sonrió sin estar completamente convencido. Por fortuna, lo dejó estar.

—Morani y Gideon van de camino a Mlowathi. 

—¡Estoy bien, joder! —Repliqué con demasiada agresividad. Los guardas, que se encontraban a unos cuantos metros, me miraron y volvieron a sus cosas—. Lo siento.

—No te preocupes. Van porque los ha invitado la reina.

—Tienes buen aspecto, Sik. Estás más delgado, pero te vemos bien.

—Gracias, Hunt. Estoy bien. Contadme, ¿cómo van las cosas por casa?

     Scar sonrió con calidez.

—Los chicos están irreconocibles, hermano.

—Siguen tan torpes como siempre. Solo que ya no lo suben a las redes. Hashtagancladosenlaprehistoria— Hunter me imitó y me eché a reír.

—Dadles tiempo— contesté apiadándome de ellos—. Son hijos de los mejores guerreros que conozco. Nietos de los más grandes guerreros de la historia. Pronto serán guerreros hashtagmegaviralesdecojones.

     Sin querer cortar nos despedimos y me dirigí a la cabaña en la que dormía cuando escuché el ruido. Fui a investigar. De repente, se hizo la oscuridad.



Kali:

     Los reyes llegaron a media mañana en una visita para comprobar que Sikio, tal y como le aseguraba, estaba bien. 

     Era un gesto de buena voluntad entre los dos reinos. Un sencillo movimiento que nos permitiera mantener la paz. 

     India y yo los acompañamos a la zona de las obras que él supervisaba.

     No estaba por ninguna parte.

—No lo comprendo— dije con cierta preocupación—. Suele estar por aquí.

     India y yo nos miramos. Observamos hacia los alrededores por si estaba con otras cosas.

—Anoche habló con vuestros hermanos— aseguró mi consejera—. Tendría que estar...

     Desplegué a mis guardas para que lo buscaran. La preocupación se convirtió en nerviosismo cuando encontramos al que solía ocuparse de él.

      Estaba inconsciente. Con una herida muy fea en la cabeza. Sin embargo, aunque, su pulso era débil, estaba vivo.

—Vamos a buscarlo nosotros, reina Kali— aseguró Morani con calma—. Avisa a mis hermanos. Que se unan a la batida.

—Os juro por Mlowathi que le tratamos bien.

—Tal vez estuviera bien cuando estaba bajo tu supervisión, hija— dijo mi tío Gideon—. Ahora no sabemos nada salvo que lo han secuestrado.

—Nos quedaremos con nuestro guarda. En cuanto se despierte le interrogaremos.

—Yo no me fiaría mucho de él, mi señora— habló el responsable de nuestra seguridad.

—¿Qué ocurre con él? —Preguntó Gideon bastante tenso por el modo en que tuvo de acercarse a nosotros.

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