Capítulo 15

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Al séptimo mes de embarazo, me armé de valor para salir del establo, parándome tras la línea roja que hasta ahora me ha protegido, vestida con la ropa que Absalón me trajo, olía a él maldita sea, que asco

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Al séptimo mes de embarazo, me armé de valor para salir del establo, parándome tras la línea roja que hasta ahora me ha protegido, vestida con la ropa que Absalón me trajo, olía a él maldita sea, que asco.

Aileen no se separó de mí en todo momento, cruzándose frente a mí, protegiéndome de los lobos que se acercaban susurrando AlfaAlfaAlfa, con desesperación, sin acercarse demasiado a la línea roja que no tenían permitido cruzar.

— Omega, dónde está Absalon.

Pregunté, cruzando la línea, sujetando su hocico con cuidado, mostrándole mis ojos rojos y brillantes.

Mikel solía decir que los omegas se dejan guiar por sus instintos primitivos cuando no tienen manada, pero cuando se encuentran de frente con un alfa, se desesperan, su mayor deseo es volver a tener ese lazo que los ate a la cordura y la humanidad, intentan de todas las maneras posibles convencer a ese alfa de que los acepte, que les de ManadaAmorFamilia.

Y yo estoy dispuesta a eso.

— ¿Dónde está?

Pregunté otra vez, acariciando tras su oreja.

El lobo lentamente tomó asiento y se dejó acariciar, cerrando los ojos. Aileen gruñó al resto de lobos cuando intentaron acercarse, gimiendo y moviéndose con incomodidad, probablemente ellos también querían atención, las atenciones de un alfa.

Extendí mi lazo hacia el lobo frente a mí, abrió los ojos de golpe, permitiéndome ver como sus ojos brillaban violeta con intensidad, pestañeó y estos se alternaban de violeta a azul, rápidamente, mientras sus ojos no perdían contacto visual conmigo.

— Acéptame y juntos seremos manada, nunca más estarás sólo, lobo mio — acariciando su pelaje— seremos manada y siempre te acompañaré. Seremos ManadaAmorFamilia, yo te protegeré y tú me protegerás.

Gimoteó y descubrió su cuello, mostrándome su respeto.

— Ahora eres mío, eres mío para siempre.

Estrechando nuestro lazo.

El lobo se acerco lentamente y apoyó su cabeza en mi panza, mi bebé se movió dentro del vientre, parecía feliz, parece que él o ella también lo aceptó, también le entregó su lazo.

Lo reconoce como manada.

— ¿Dónde está Absalón?

Pregunté por tercera vez, ahora que era mío, era beta y podía razonar.

El lobo levantó la cabeza y cambió, mostrándome un chico joven y asustado, rubio, con ojos increíblemente verdes.

Carraspeó.

— La bestia... de compras... lejos.

Dijo con dificultad.

— ¿Hace cuánto tiempo te hiciste en omega?

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