Observé a Edric, con su barba bien recortada y su cabello cómo lo recordaba, aún tenía ciertos problemas con las garras, supongo que a Zara no podría cargarla por ahora, tendremos que ayudarlo a volver a sentirse humano, nuestra hija, yo, su familia, la manada, todos los ayudaremos.
— ¿Cómo te sientes?
Pregunté, viéndolo a través del espejo.
— Bien, estoy bien — carraspeo— Me cuesta... mi cabeza...
— Lo sé — sonreí— Costará desempolvar ciertas áreas de tu cerebro, pero estarás bien, tiempo al tiempo — acariciando sus hombros, iré por ropa ¿De acuerdo? Espérame aquí.
Asintió lentamente, observándose al espejo otra vez, tocando su rostro, quizá se sentía extraño.
Salí del cuarto de baño y de la casa caminando con rapidez hacia las casas vacías dónde guardábamos la ropa que teníamos en caso de nuevos integrantes, tomé las cosas que creí eran su talla y regresé a la casa dónde él me esperaba dónde mismo lo dejé.
— Ropa, ven para ayudarte.
Se levantó tambaleándose un poco, supongo que es difícil andar de nuevo en dos pies, vino hasta mí, lo ayudé a vestirse, viendo como tiraba de ciertos lugares, sintiéndose incómodo, no usa ropa hace años.
— ¿Qué me dices? ¿Te sientes listo para conocer a tu hija?
Tragó de forma sonora.
— Yo. Listo.
Asentí queriendo confiar en él y en su autocontrol, tomé su mano y caminamos hasta la sala, dónde tomó asiento, abrí la puerta, levanté la cabeza y aullé con fuerza, llamando a Aileen, cantando una canción de ManadaFamiliaSeguroZara y Ven, Ven, Ven.
Zara no tardó en venir en su forma lobuna, con una bebé dentro de un bonito sacó, dejándola con cuidado en el piso frente a mí, Zara carcajeaba con fuerza, acariciando el hocico de su cuidadora, ella adoraba a Aileen, fue su primer lazo además de mí.
— Gracias Aileen, yo me haré cargo desde ahora, está todo bien, es seguro, vuelve con la manada, yo iré dentro de poco.
Asintió no muy convencida, retrocediendo lentamente hasta sumergirse en la oscuridad de la noche.
Tomé a la niña, su saco y entré en casa, acercándola a la chimenea para que entrara en calor.
— Huele a manada.
Dijo Edric, acercándose lentamente, tomando asiento en el piso.
— Zara nos pertenece, y nosotros le pertenecemos a ella.
Acariciando su bello rostro.
— Mamá, mamá, mamá, mamá.
Dijo Zara, pidiéndome que la cargara, viendo con desconfianza a Edric, ella debe poder oler más que un niño normal, es más, ella debe saber que no pertenece a la manada aún, le mostraba sus dientes a pesar de no tener ningún indicio de lobo aún, los colmillos aparecen cuando cambian sus dientes.
ESTÁS LEYENDO
Possessive Wolf
RomanceKayla fue encontrada en medio de la nada con la ropa echa añicos, tenía apenas catorce años recién cumplidos, no recordaba de dónde venía o qué había sucedido, su cabeza seguía gritando por auxilio, repitiendo las mismas palabras todo el tiempo "La...