2 de noviembre de 1712

510 39 5
                                    

RHYS

—Ryan si no corres nos van a ver.

Íbamos corriendo entre los arbustos del palacio de color blanco. La idea era coger unos caballos, pero nos habían visto y ahora debíamos escaparnos antes de que la guardia nos pillara.

Mi hermano me seguía mientras yo tenía la vista fija en la luz que había al fondo.

Era un barco, lo vi cuando nos acercamos más. Me acerqué, no había puente, pero se podía saltar.

Miré hacia atrás mirando a mi hermano, estaba recuperándose a mi lado, y unos metros más atrás estaban los dos guardián con una pistola cada uno.

—Salta —dijo mi hermano.

Di varios pasos hacia atrás y salté hacia la superficie de madera, me sujeté a una cuerda y luego me giré para ver a mi hermano, que repitió mis movimientos.

Cuando estuvimos los dos en el barco nos acercamos hacia las cuerdas que lo sujetaban y empezamos a cortar.

—¿Sabes manejar un barco?

Negué, no tenía ni idea de cómo hacerlo, habíamos robado ganado, fruta, ropa, pero nunca un barco.

Nos acercamos los dos hasta el timón, el barco ya se había empezado a mover, era noviembre y el mar estaba revuelto y con más olas que en verano.

No supe si nos seguían por la poca luz que había, era de noche, bajé del timón dejando a mi hermano intentando saber cómo se hace. Teníamos que saber cuánta comida teníamos. Porque desde la primera movida que dimos al timón, supimos que no podíamos volver a nuestro reino, nos matarían en la plaza o nos esclavizarían y Ryan y yo siempre hemos sido de los que van sueltos, con total libertad.

Abrí la trampilla con cuidado, y bajé por las escaleras. No pude evitar poner una mueca de asco al notar el olor a pescado muerto, aunque sonreí al ver que había comida para tres o cuatro meses.

Cuando volví a subir oí los gritos de mi hermano y de una mujer, por lo que me apresuré. ¿No estábamos solos en el barco?

Corrí de nuevo subiendo las escaleras hasta el timón, encontrándome a mi hermano acorralado entre un poste y una chica con una espada en el cuello de Ryan.

Reí al verlo y la chica se giró, gracias a las velas que habíamos encendido, podía ver su rostro.

Tenía el rostro delicado, sus pómulos marcados y podía ver su cara llena de pecas, sus ojos estaban fijos en mí, pero la poca luz no me permitía saber el color.

Su pelo estaba recogido en un perfecto y apuesto que prieto, moño tirando hacia atrás su melena pelirroja.

Era guapa, una belleza, y distinta, la primera persona que veía con ese color de pelo, y aunque había oído en el mercado que la gente con pelo rojo tenía pactos con el diablo, nunca me lo creí igual que nada de lo que la gente del pueblo contaba, y mi teoría se confirmaba al ver a la chica con ese vestido mucho más cara que cualquier cosa que nosotros podríamos comprar.

—¿Quién son? ¿Por qué estamos en el mar? ¿Y porque no sabe dirigir un barco? —en la última pregunta su mirada se quedó en Ryan.

—Rhys y Ryan, hermanos. Hemos tenido que robar este barco, y no sabemos dirigirlo.

—¿Me van a tirar por la borda? —dijo mientras se alejaba se mi hermano, pero no bajaba la espada.

Miré a Ryan que tenía la mirada fija en ella como si fuese alguien importante, negué por ambos. Habíamos robado cualquier cosa durante mucho tiempo, pero ahora estábamos en un barco y no mataríamos a nadie.

NyxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora