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Ese día iba a ser diferente. Ese era el día. El día en el que Itadori lo intentaría de nuevo. Ese momento por el que se quemo las neuronas minuto tras minuto pensando en como hacerlo, ¿Cómo preguntar a la persona que le gustaba si era el momento de empezar? Sukuna se burlo de él todo ese tiempo, pero no parecía molestarle la idea de que estuvieran juntos, aunque el chico de cabello rosa estaba consciente de los extraños intereses que tenía por Caín. Así que lo había planeado todo; un paseo por Shinjuku, por los lugares donde podrían comer algo con tranquilidad, por los entretenimientos que encuentren y por las calles donde los cerezos dejan caer sus pétalos por doquier, de ese hermoso árbol donde se decía que al confesar el amor, este no sería rechazado. Nunca fue tan organizado en su vida.
Volvió a ponerse bálsamo de cereza para mantener sus labios hidratados.
Tener una organización era complicado, sin embargo, en la ausencia de Caín, Maki siempre podría dirigir desde ahí y tomarse un día libre no haría que el mundo ardiera.
Para su suerte, a Fushiguro no le importo cuando le conto su plan, le dijo que si Caín estaba feliz estando con alguien como Itadori, estaba bien para él. Fue una reacción bastante madura si se lo preguntaban.
Así que ahí estaba, esperando en la estación, porque claro, Caín llegaría mas tarde debido a que se encontraba en una misión. Ahora era bastante requerido, pero sin molestias cancelo sus planes personales para salir con él, ¿eso significaría algo?
- Yuuji - y el escuchar su nombre le provoco escalofríos repentinos. Salto asustado y se percato de que el muchacho de cabello azul que le robaba los suspiros estaba situado a su lado, aparentemente llamándolo desde hace un rato - ¿Qué pasa? Tienes esa cara de idiota - y ahí estaba, si, Caín.
- ¡Nada! Solo te estaba esperando - contesto rascando su nuca nervioso - ¿vamos? -
- Por supuesto - y ambos subieron al tren. Buscaron los lugares vacíos cerca de las ventanas y mientras lo hacían conversaban un poco. Caín se sentó y miro por la ventana, apoyando su mentón en su mano mientras lo hacía, ahí fue donde Itadori decidió mirarlo con mas atención; llevaba unos jeans ajustados, camisa blanca de botones y una chaqueta de cuero.
Dios, era perfecto.
Todo en Caín le parecía hermoso, incluso el parche oscuro que cubría su ojo y el cabello que caía sobre el mismo lo hacían ver como un verdadero enigma, uno al que le encantaría quitar todas esas capas para descubrir lo que tenía sin ellas.
- Por cierto Yuuji, gracias por invitarme, no he tenido mucho tiempo de salir después de lo de los Zen'in - dijo prestando atención al muchacho -, ¿tienes algo planeado? - Nobara le había advertido de no decir que había organizado todo, de lo contrarío lo tacharía de obsesivo compulsivo.
