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Trato de hacerlo entrar en razón, poniendo mis manos sobre sus hombros y moviéndolo mientras lo llamo para que pueda volver a la normalidad o masajeando su espalda como hacía tiempo atrás.
Supe no algo no estaba bien en él desde el momento en el que se movió con mas lentitud tras salir del lado y lo confirme una vez encontré su rostro pálido al atacar a los primeros guardias que no tuvieron oportunidad.
Sostuve su rostro y trate de obligarlo a mirarme a los ojos, mientras escuchaba su respiración errática y llena de pánico.
- Mírame, mírame - pedí acercándome.
- No puedo...no puedo respirar - susurro sin fuerzas, apretando los ojos.
- Si puedes, mírame - siento rabia en mi interior.
- No puedo... - se me revuelve el estomago con fuerza y repudio la sensación, algo me asquea cuando lo veo en este momento, me hace apretar mi mano en un puño y abrir los ojos molesto por eso.
¿A donde fue? ¿Dónde quedo el Caín que nunca dudo o retrocedió ante los demás?
La respuesta es que no estaba ahí, no era el chico que tenía en frente mío, hiperventilado y con los ojos llorosos por el dolor en su pecho.
Tome su suéter y jale de este hacía mi mientras tomaba aire, listo para despotricar contra él, cosa en la que no tarde ni un segundo.
- ¿¡Estas jodiendo?! - exclame con la voz temblándome de rabia - ¡Peleas contra maldiciones y brujos, luchas por justicia y comandas una rebelión contra uno de los tres grandes clanes y todo el sistema del Jujutsu! - apreté aun mas mi mano mientras le decía la verdad - ¡No me digas que no puedes después de hacer eso! ¡Dices no saber quien eres, pero yo lo se! ¡Sigues siendo el mismo chico molesto de secundaria que no para de menospreciar sus habilidades y ponerse sobre los demás! ¡No importa que tan bueno seas! ¡ERES CAÍN AKIRA, EL PRIMER ULTIMO HEREDERO DE SANGRE DIVINA! - dicho aquello, me acerque mas - ¡Levántate ahora y deja de refugiarte en tu desdicha por una maldita vez en tu vida! -
Me concentro un momento en respirar, porque el enojo hace que mi pecho suba y baje con enojo. Lo vi, sus ojos agrandados y sorprendidos, diciéndome inconscientemente que capto el mensaje.
Lo solté lentamente y asintió con la cabeza, como si aquella bofetada verbal fuera algo que necesitaba escuchar.
- Tienes razón - me dijo poniéndose de pie -, perdí el control, lo siento - lo veo suspirar. Hace años no lo veía pasar por un ataque como ese, a decir verdad no puedo entender que es lo que planea, porque tiene ese destello suicida en sus ojos de cuando tiene un plan alocado en mente.
- Parece que tendremos que regirnos por el plan B - comunique asomándome ligeramente por la puerta de templo, para ver como el grupo de hechiceros comenzaba a llegar hacía nosotros, conté a cinco en total.
