Maite demostró más paciencia que Job cuando ejerció de docente y le enseñó a Dulce cómo utilizar tanta brocha y pincel correctamente. El resultado final fue tan sorprendente que gran cantidad
de las pecas de la chelista quedaron cubiertas por la fina capa de fondo de maquillaje. Para sorpresa de su amiga, Dul se mostró encantada con su regalo. Sin embargo, su felicidad solo
duró hasta que May abrió su armario y descartó sin miramientos todo su guardarropa.
—Lo único que tienes reciclable son esos vaqueros pitillo y esas dos camisetas. También puedes quedarte el vestido rojo de punto, te sienta de maravilla y seguro que te trae buenos recuerdos —dijo señalando las prendas que había dejado sobre la cama—. Todo lo demás tíralo a la basura.
—¿Que lo tire? —preguntó alucinada.
—Sí. Eso he dicho, veo que no necesitas audífono.
—¿Sabes algo de la crisis? Seguro que hay alguien que lo aprovecha — respondió indignada.
—¿Estás loca? Nadie en su sano juicio se pondría nada de eso. Puedes estar segura de que no desperdicias nada deshaciéndote de esto —comentó con el índice apuntando a su antiguo
guardarropa.
—Genial, no solo quieres que tire toda mi ropa, ahora pretendes que vaya desnuda. —Exclamó, mostrándose deliberadamente cínica.
—Seguro que si fueras desnuda te mirarían todos los hombres, pero no.
Nada tan extremo. Aún son las seis, ¡vámonos de compras!, hoy está todo abierto hasta las diez de la noche, te agencias un par de modelitos y así te evitas el salir a la calle en pelotas y que
te encierren por exhibicionista.
—Las rebajas comienzan en dos días. —Se quejó Dulce omitiendo responder a la provocación.
—Sí, pero tú tienes una cita hoy. Y aunque sea con Bertram una cita es una cita.
—No es exactamente una cita. Le pedí a Bertram si quería que saliéramos a cenar y…
—En este país salir a cenar es una cita. —La cortó May—. A ver si la que va a necesitar un diccionario eres tú.
—No debería contarte nada, luego lo utilizas en mi contra. —Se quejó poniendo un gesto infantil de enfado.
—¿Por qué, de repente, quieres cambiar tu aspecto? —pregunto May cambiando de tema.
—Por la misma razón por la que a ti te gusta Héctor. Ya hemos cubierto el cupo de miserias que nos tocan en esta vida. Ahora tenemos que salir de nuestra cueva y ser nosotras mismas. Nada de
lo que hagamos borrará mis pecas, ni la traición que sufriste, pero seguramente nos hará más felices.
—Ya casi no se ven tus pecas. — Contraatacó Maite, descolocada por las palabras de Dulce.
—Que no se vean no significa que no estén ahí.
—Eres una mujer muy sabía.
—Y tú mucho más guapa de lo que crees, y eso ya es decir. —Bromeó para destensar el ambiente, que se había puesto serio. En un acuerdo no verbalizado, las dos amigas habían omitido algunos temas a favor de la convivencia, pero ya era hora de modificar las cosas que no les gustaban
y que les impedían seguir creciendo como personas. El lastre principal era el miedo, el temor a volver a ser rechazada, el recelo a volver a ser traicionada…
De modo que con la firme determinación de mirar hacia delante se habían marchado a patear la calle Colón en busca del conjunto perfecto que eliminara la última capa que le quedaba
a la vieja Dulce .
Horas después regresaban a casa, extenuadas y con ropa suficiente para toda la vida, según Dul; para una temporada desde el punto de vista de Maite.
A las nueve en punto, cuando Dul estaba terminando de arreglarse, Bertram llamó al timbre del portal.
May se ofreció a atenderle mientras ella se daba los últimos retoques, nerviosa por la reacción de la gente a su nueva imagen.
Cinco minutos después, las mujeres siempre se hacen esperar aunque vayan a cenar con un viejo amigo y no a una cita, entraba en el salón y sonreía con satisfacción al ver cómo el músico
tragaba saliva al verla. ¡Buena señal! Se dijo interiormente.
Su compañera de piso la había convencido para que en lugar de planchar su larga melena castaña. El maquillaje, el vestido y sobre todo el Wonder Bra, habían transformado su apariencia de
insulsa a sexy.
—. Estás preciosa. —
Saludó con una sonrisa tímida.
—Gracias, tú también estás muy guapo.
Afirmación totalmente cierta, Bertram con su cabello castaño claro y sus ojos verdes era un hombre atractivo que captaba las miradas de las féminas.
Sus gafas de pasta y su expresión serena hacían más por su atractivo que los vaqueros oscuros que llevaba y el jersey marrón casi del mismo tono que su cabello, que resaltaba la profundidad de
sus ojos.
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Dulce Maria No Deshoja Margaritas
FanfictionLa música es lo más importante en la vida de Dulce María su trabajo, su manera de expresarse, su pasión...