Capítulo 41: La gerra comienza

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La pelirroja seguía desayunando silenciosa, con muchas ideas en su cabeza como para prestar atención a lo que la rodeaba. Aquella mañana se había levantado y varias imágenes habían golpeado su cabeza con furia. Muchas pertenecían a Harry y la terraza, y el resto era de la sociedad y la decisión tomada. Esa mañana se había levantado como siempre, y se había mirado al espejo, sintiendo que era otra persona. Sí, ya no era Ginny Weasly; era esa cosa en lo que la vida la había convertido. Y sin embargo, después de llorar ante el espejo y no reconocerse, logró captar entre el dolor y las heridas una esencia…leve, sí, pero existente aún de aquella Ginny que alguna vez vivió. Era esa esperanza, esa pequeña llama de luz lo que la mantenía con vida.

Ginny, aún existía dentro de ella.

Por eso iba a luchar junto a la sociedad. Quería hacer algo con su vida, algo que la impulsara a sentirse útil no como un simple elemento irrelevante. Iba a darle un significado a su vida, debía dárselo.

Por Hermione, y por todos aquellos hijos de padres muggles que sufren y seguirán sufriendo gracias a la discriminación.

Y si sus manos puras se mancharían de sangre alguna vez, que fuera de sangre mortía.

Las palabras de Adriana resonaron en su mente.

"Si es sangre lo que debe derramarse no será la de impuros! Sino mortífaga!"

Que así sea.

La mañana había estado fresca, ya eran las doce del día cuando Hermione entró a la biblioteca para estudiar para los exámenes. Normalmente, ella estaba preparada ya para esas fechas, pero con tantas cosas que habían sucedido ese año, le había sido imposible. Era la primera vez que Hermione Granger se sentía nerviosa para una prueba. En realidad, no necesitaba estudiar, ella era de aquellas que con tan solo escuchar la clases estaba lista para cualquier pregunta; claro que esto la Gryffindoriana no lo sabía, debido a la inseguridad que siempre la caracterizaba, inclusive cuando se trataba de su intelecto. Había desayunado por primera vez en mucho tiempo como se debía, obligándose a comer lo que su estómago no le exigía, y ahora sentía enormes ganas de vomitar. Sin embargo estaba enferma, y no quería empeorar su situación ya bastante precaria. En cuando saliera de Hogwarts, iría a donde un especialista.
La biblioteca aquella tarde calurosa estaba completamente llena. Todos ocupaban las largas mesas y revisaban nerviosos apuntes y libros ante la cercanía de los exámenes. Hermione los observaba, todos hundiendo sus cabezas en un mar de hojas de papel y pastas duras y gruesas ¿En realidad pretendían comprender en un día lo que en todo el año no habían entendido? Ahí estaban todos, mediocres, insulsos y soñadores; creyendo que unas cuantas horas de estudio solucionaría la pereza mental en la que habían estado durante meses. Hermione nunca se había sentido más incómoda como ahora, siempre había estudiado antes, sí, y por ello no había tenido que ir a la biblioteca un día antes del examen. Normalmente siempre se encontraba con una biblioteca vacía, silenciosa y confortable. Ahora estaba en una bulliciosa, calurosa e infernal. Pudo observar cómo algunos alumnos se aflojaban la corbata ante el excesivo calor. El sol penetraba por los cristales enviando llamas de fuego a los que estaban dentro del amplio lugar. Gotas de sudor caían por varias frentes de adolescentes desesperados, y Hermione no pudo sentirse más sofocada. Estuvo a punto de tomar sus cosas y salir, pero entonces la presencia de una rubia decidida la hizo desistir.

Los cabellos dorados de Luna se iluminaron con los rayos del sol fantásticamente mientras se sentaba frente a la Gryffindoriana. Sus ojos celestes se veían preocupados y sus labios rosa tensos. Juntó sus manos porcelánicas encima de la mesa y miró fijamente a su amiga.

- La Sociedad de poetas de Babel es una organización revolucionaria que se dio hace más de 18 años.- dijo Luna poniendo una gruesa carpeta llena de papiros viejos sobre la mesa. - Se extinguió cuando los mortífagos de Hogwarts mataron a los alumnos pertenecientes a ella. La misión de esta sociedad era la de proteger al colegio y la de luchar por causas que beneficien al bien de la comunidad. Dejaban mensajes líricos, de poetas, escritores o pensadores famosos como forma de manifestarse. Fueron muy temidos, porque, aunque al principio se trató de una Sociedad con fines justos, terminó siendo demasiado radical.

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