Capítulo 18

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Capítulo 18

El presidente subió algo apresurado, claro que lo vieron pasar, y saludó a todos.

Finalmente llegó al pasillo del segundo piso y se topó a Gabriel.

Ga: pa...

E: mi vida, dime...

Ga: ¿estás bien? Vienes algo apresurado...

E: no... Es decir, sí... Deseando llegar a la cama...

Ga: ah, entiendo... Entonces te dejo que vayas a descansar...

Esteban se sintió mal... ¿Y si su hijo necesitaba algo??

E: ¿querías decirme algo...?

Ga: comentarte algo que he notado...

E: dime...

-Habitación Principal-

María ya estaba acostada cuando su marido entró...

E: mi amor...

M: intenté esperarte... Quería que nos bañáramos juntos... Pero...

E: Gabriel me detuvo para conversar... Vengo de su habitación...

M: aah...

Entonces ella no tenía motivos para enojarse.

Él se fue inclinando lentamente sobre ella... Hasta que su boca estuvo contra la de su esposa...

Y la besó... Se besaron...

María lo tomó por la nuca... Para que se recostara sobre su cuerpo...

Sus lenguas se enredaban, eran partícipes en cada beso... Sus labios no dejaban de besarse...

Con todo su cuerpo sobre ella, pero giraron... Quedando ella sobre él...

Esteban le agarró el borde del camisón y lo fue levantando, así encontró la sedosa piel que tanto deseaba tocar...

Cuando terminó de desvestirla, le ahuecó ambos senos...

Lamió uno de sus pezones... Y su boca lo capturó segundos después...

La escuchaba gemir... Ese placer la distraía en su tarea de quitarle la camisa...

Por eso demoró en desnudarlo...

Cuánto anhelaban esa conexión especial que les proporcionaba el acto de amor...

María le besó y le lamió el pecho... El cuello... Y Esteban jadeó... Siempre ronco...

Unos minutos de besos y caricias ardientes... Y volvieron a girar...

Ella quedó sobre su espalda y él fue con ella, en el espacio entre sus piernas...

Se hundió tan dentro de su feminidad que creyó volverse loco del placer...

Con una mano entrelazó una de ella, mientras empujaba una y otra vez... Se sepultó profundamente...

Y no dejaron de besarse, y moverse al unísono. Hasta que ella explotó y él la siguió...

María le acariciaba los hombros, la espada... Y él respiraba agitadamente en el cuello de su mujer...

Esteban seguía sobre ella y esa cercanía después de compartir un apasionado encuentro, denotaba lo enamorados que estaban... Mutuamente...

>>>>>>

Día siguiente...

Esteban llegó silbando a la mesa, las chicas de servicio sonrieron, nunca imaginaron que un presidente silbara... Menos uno tan serio como San Román.

MI DECISION IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora