chan solo quería salir con minho. hasta que descubrió su secreto.
stray kids - minchan
sad
fluff
duración: ¿?
-lia
⚠️⚠️ Advertencia ⚠️ ⚠️
Este historia contiene escenas y temas que pueden ser perturbadores para algunos lectores.
Entre ellos se inc...
Este capítulo contiene escenas y temas que pueden ser perturbadores para algunos lectores.
Entre ellos se incluyen: -Contenido +18 -Autolesiones -Consumo de alcohol -Abuso sexual -Maltrato -Muerte
Se recomienda discreción. Si alguno de estos temas te resulta sensible, por favor, considera tu bienestar antes de continuar la lectura.
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Minho se despertó por la tarde y notó que Chan estaba a su lado, algo que no había ocurrido la última vez que estuvo allí. Al alzar la mirada, se encontró con los profundos ojos negros del mayor, quien lo observaba con admiración.
—Hola —susurró con una sonrisa somnolienta.
—Hola, niño bonito —respondió Chan, haciendo que las mejillas de Minho se sonrojaran. —El menor solo bajó la mirada con una pequeña sonrisa. —¿Cómo dormiste?
—Bastante bien, gracias. — Minho volvió a cerrar sus ojos, acercándose más al cuerpo del rubio.
—¿Tienes hambre? —apartó el cabello del rostro del menor y admiró cómo sus largas pestañas reposaban sobre sus bonitas y pálidas mejillas.
—Sí... La verdad, el hambre me ha despertado.
—¿Quieres que bajemos a comer algo? —le preguntó, acariciando su mejilla con suavidad.
—¿Podemos quedarnos así un rato más? Quiero que me abraces —Chan sintió una enorme ternura en ese momento. Minho parecía un pequeño gatito buscando refugio.
—Por supuesto, podemos quedarnos así todo el tiempo que quieras —lo abrazó suavemente y empezó a acariciar su espalda. Después de unos minutos, decidieron que era hora de ir a comer, así que se dirigieron a la cocina para calentar la comida que tenían en casa mientras conversaban y reían.
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—Minho... —los dos chicos ya estaban en el comedor, sentados uno frente al otro.
—¿Sí?
—¿Alguien te está haciendo daño en casa? —preguntó, lamentando no haber dicho esas palabras desde la primera vez que lo escuchó llorar en el baño. Era evidente que las cosas en la casa de Minho estaban mal, pero quería saber con qué se estaba enfrentando.
—¿Qué...? —Minho se quedó sin aliento al escuchar la pregunta. Nunca había hablado con nadie sobre lo que sucedía en casa, porque nadie nunca le había preguntado. Durante mucho tiempo, había deseado que alguien se diera cuenta de lo que su padre le hacía, pero ahora que tenía la oportunidad de decirlo, se sentía aterrorizado.
La mente de Minho estaba llena de pensamientos muy oscuros. Temía que lo mirara con desprecio, que lo echara de su casa y que sus amigos se burlaran de él. Temía perder a la única persona en quien confiaba lo suficiente como para dejarla entrar, aunque sea un poco en su mundo. Se sentía culpable por algo que no había hecho, pero su padre lo había convencido de que él era el problema.
—Minho, confía en mí, si alguien te está lastimando, no permitiré que nadie te vuelva a hacer daño.
—No quiero que me odies... —apenas pudo decir, abrumado por la vergüenza y la culpa. Sus manos temblaban en las de Chan mientras intentaba expresarse. —Soy asqueroso...
—Hey, lindo. Eres el chico más precioso de este mundo. El más bonito. Jamás vuelvas a decir que eres asqueroso, porque eso es una gran mentira. —Chan se arrodilló frente a él y le acarició la mejilla.
El cuerpo de Minho temblaba sin control; su corazón latía desenfrenadamente; cada latido resonaba con fuerza en sus oídos. La habitación parecía hacerse pequeña a su alrededor, volviendo el aire difícil de respirar. Cada inhalación era un gran esfuerzo, como si un peso estuviera aplastando su pecho. Los músculos de su cuerpo se tensaron, como si estuviera preparado para salir corriendo, pero al mismo tiempo se sentía paralizado.
Cada vez que exhalaba pequeños sollozos ahogados sacudían su frágil cuerpo. En su mente resonaban una y otra vez los recuerdos dolorosos y las palabras hirientes de su padre, como un eco que no podía silenciar. Cada insulto y cada amenaza se repetían, alimentando su ansiedad y su miedo. La voz de su padre, diciendo cosas como "Nadie te escuchará, eres un mentiroso". "Te mereces todo lo malo que te pasa". "Eres tan asqueroso que ni siquiera yo puedo soportar tu presencia", "Si te atreves a decirle a alguien sobre nuestro pequeño secreto, te aseguro que será mucho peor para ti".
Chan, preocupado, se puso de pie y con suavidad tomó las manos del menor entre las suyas. Minho permaneció en silencio, llorando sin poder contenerse, con la mirada perdida en su propia desesperación, y las lágrimas seguían fluyendo por sus mejillas.
—Minho, yo no te haré daño... Por favor, trata de respirar profundamente, ¿puedes hacerlo? — Chan notó que Minho estaba sufriendo un ataque de ansiedad. — Respiremos juntos, ¿te parece? Inhala, exhala. Mira a tu alrededor, ¿ves dónde estás? Aquí no hay peligro. Vamos de nuevo, inhala, exhala...
El rubio respiraba con calma, tratando de guiar a Minho. Este, temblando y llorando, intentaba seguir su ritmo.
Después de largos minutos, el menor comenzó a sentir un poco de tranquilidad. Aunque seguía llorando, sus lágrimas eran menos intensas y su cuerpo dejaba de temblar con tanta fuerza. Chan lo sostenía con cariño sobre su regazo, con ambas piernas cayendo por un lado, acariciando su espalda con suavidad y dándole besos reconfortantes en la cabeza.
—Chanie...
—¿Sí?
—No me dejes volver a mi casa...
—No lo haré —respondió Chan, decidido a proteger a Minho, asegurándose de que nunca más tuviera que enfrentar ese infierno.