Gaude contaba con once primaveras cuando se levantó aquella mañana y encontró el paquete bajo el árbol. Sus dedos rozaron las láminas de seda marrón que lo cubrían y las retiró, expectante, bajo los cinco pares de ojos curiosos que comenzaban a rellenar el Salón Principal de la Torre de Beddan tras él. Escuchó sus risas mientras apartaba la tapa a un lado y su aliento se detuvo de golpe al contemplar el bello instrumento dorado.
-¿Es una flauta, madre? ¿Una flauta de verdad?
-Pero no una cualquiera, mi niño -susurró Drassha, inclinándose a su lado; el vestido verde se apelmazó en torno a su figura-. Es una flauta mágica.
-¿Habéis sido vosotras? ¿Este es mi regalo de Navidad?
Ella torció el gesto, echando un vistazo a sus hermanas. Las brujas del Aquelarre relucían bajo la tenue luz del sol que se colaba por los ventanales. Sus ropas estaban confeccionadas por telas que parecían poseer vida propia. Era como si se pudiesen mover alrededor de sus cuerpos para luchar contra las garras del crudo invierno que soplaba tras los muros. La anciana Yunia se acercó al pequeño y le acarició la mejilla.
-¿Acaso no te complace, Gaude?
Él sacudió la cabeza con premura y sus ojos verdes se abrieron de par en par como si la mera idea supusiera el mayor horror que hubiera escuchado jamás. Sus dedos viajaron de regreso al instrumento y lo rozó con timidez. Una sensación cálida se extendió desde la punta de sus yemas hasta alcanzar el último de los cabellos cobrizos.
-Es lo más bello que he visto en mi vida... -Su voz fue un hilo; uno tan lleno de emoción que no pudo evitar derramar las lágrimas de su tía. La sonrisa de Drassha no tardó en llegar y la más joven, Crynai, soltó un aullido de triunfo que alcanzó cada recoveco de la estancia-. Gracias... De verdad. Gracias de todo corazón.
-Mi pequeño... Deseo que comprendas la magnitud del poder que encierra este presente. -Su madre tomó la flauta y la situó ante su mirada-. Durante años, te hemos mostrado la forma en la que las Fuerzas Eternas se manifiestan en el mundo. La Magia es una energía pura y única que no comprende de leyes ni maestros. Muchos intentan establecer un vínculo en su camino, mas solo unos pocos resultan aptos a la hora de enlazarlo con el propio. Con esta reliquia de oro y perlas, podrás mover los hilos que Ella trata de acaparar, pues su hermana Música es la única capaz de reblandecer su pétreo corazón. Sin embargo, no debes confiarte: este poder puede detener todos los males, acabar con el frío y el dolor; salvar el mundo. Pero un solo paso en falso podría destruir todo lo que hoy conocemos. -Se la cedió. Una vez en sus manos, Gaude asintió-. No hay mayor oscuridad que la que entraña la quietud, mi pequeño. Y no hay nada más silencioso que el paseo de la Soberana Eterna, la Muerte. Jamás olvides mis palabras.
-Nunca, madre -afirmó-. Yo repartiré melodías de luz.
Aquella noche se celebró un gran banquete.
Las cinco brujas del Aquelarre de Beddan tomaron asiento alrededor de la mesa. Entre risas y abrazos, canciones al compás del tintineo de las copas de champán y el aroma del guiso sobre sus mejillas arreboladas, Gaude tocó por primera vez la flauta. Con solo soplar, tal y como había prometido, un leve fulgor emergió entre sus dedos. Se esparció por doquier, dedicando leves besos sobre las frentes de sus tías.
La música se enredó en cabellos, campanas y lazos decorativos; trepó por los muros y se hizo uno con la estrella que coronaba el gran abeto. Las carcajadas de Yunia lo animaron a alargar su sonata y dirigió los destellos a la bandeja de plata sobre la que reposaba una pila de polvorones de almendra. De pronto, el número de dulces comenzó a multiplicarse hasta que resbalaron por los extremos del mantel. La anciana le guiñó un ojo antes de llevarse uno a la boca.
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Antología Ecos de Tinta
عشوائي✨ ANTOLOGÍA ECOS DE TINTA • VARIOS AUTORES ✨ Érase una vez un cuento que recogía los ecos de distintas voces que dejaron su historia escrita entre sus páginas con tinta..., o con sangre. Éranse dieciséis veces. Érase un cuento de Navidad. ...