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Sin muchos detalles, sólo disfruten

"Contacto visual"

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Tanjirou caminaba de la mano de su madre en un día de compras. Él, como el hermano mayor de seis años, sostenía la lista de mandado con seguridad.

El joven Kamado y su gran familia habían llegado apenas hace un año a la gran (pequeña) ciudad, por un mejor tratamiento para su padre, puesto que necesitaba cuidados especiales y en su antiguo pueblo no se podía.

Él se estaba acostumbrando lo más rápido que podía para poder ayudar a sus padres en lo que necesitarán, aprendiendo rápido a tolerar los olores que, por su sensible sentido del olfato, le abrumaba la gran cantidad de personas.

Pero no todo era malo, había buenas ventajas de una nariz como la suya. A la hora de escoger verduras o frutas, su olfato era bendito, siempre escogía lo mejor y más fresco. Sin embargo, no se acercaba mucho a las flores porque le daban un poco de alergia.

Saliendo del súper de regreso a su hogar, a unas cuantas calles de su casa, madre e hijo observaron como un niño con cabellos negros entrecortados se caía en la acera. El buen Tanjirou, como todo un héroe fue en su ayuda.

El niño arrodillado en el suelo, sólo comenzó a llorar sin vergüenza, él no se contendría si algo le dolía. Dio un pequeño salto por el susto que le causó cuando una mano le tocó el hombro, volteó rápidamente para ver quien le estaba tocando. Los lindos ojitos dorados llenos de lágrimas del niño con cabello entrecortado se conectaron con los redondos y bonitos ojos rojos de Tanjirou. Se observaron por unos cuantos segundos, aunque para ellos se sintió como una eternidad.

—¡Tanjirou! —se escuchó una voz femenina. Ambos niños voltearon a ver quién llamaba rompiendo así su contacto visual.

Kie se acercó a los niños aún en el suelo.

—Mamá —dijo Tanjirou.

—¿Están bien? —preguntó preocupada.

—Yo estoy bien, pero mi amigo se cayó y le he ayudado —nadie presente escucho como el niño pelinegro decía que él no tenía amigos.

—Pobrecito, que buen niño eres Tanjirou, ¿cómo se llama tu amiguito?

—Él se llama... —Tanjirou se quedó en blanco por un momento, no le había preguntado su nombre al niño de ojos bonitos—. ¡Hola! ¡Soy Kamado Tanjirou! ¿cuál es tu nombre?

—¿Eh?.. yo soy Agatsuma Zenitsu —susurró, fue casi inaudible para los presentes.

—¡Mucho gusto Zenitsu! Ella es mi mamá, es muy amable y bonita —Tanjirou, al darse cuenta que ambos seguían en el suelo se levantó de un salto y extendió la mano al otro niño.

Zenitsu, desconfiado, miró la mano con miedo, «¿Y si este niño me hace daño?» pensó.

Mas, al ver la sonrisa amable de la mujer y el niño, tomó valor suficiente y sujetó la mano contraria. Sus orejitas se tornaron rojas y un sentimiento desconocido se instaló en su pecho.

El niño llamado Tanjirou tenía un sonido hermoso, su mente de infante no lograba comprender porque, pero sintió ganas de llorar. Y lo hizo, alarmando a ambos Kamado.

—¡Zenitsu! —gritó un anciano que venía a toda prisa.

Zenitsu sólo lloró más fuerte, por el tono del viejito, se escuchaba molesto, sabía que recibiría una regañada. A pesar de estar acostumbrado en el orfanato, aún dolía cuando le decían que era un llorón y quejumbroso.

31 momentos a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora