XIV

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"Peinar el cabello"

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No era que Zeniko sea una experta en la moda, pero siempre iba arreglada cuando salía de casa, intentaba verse linda para Sumiko.
Le gustaban mucho los vestidos, cuando su jichan le regaló unas revistas de moda era una edición de pastel, los suaves colores le encantaron, el encaje era precioso y los zapatos en conjunto hacían que la modelo se viera como una princesa. Así que cuando terminó las revistas, corrió hasta su jichan rogándole que le comprara conjuntos bonitos de colores dulces. Con suerte, cambiaría de una bruja fea a una chica común, que era para lo único que aspiraba.

Después de mucha insistencia, entrenar más con el anciano y trabajar por más tiempo en el huerto, jichan accedió a comprar vestidos con zapatos lindos. Aunque se negó con los accesorios, citando que eran fáciles de hacer siendo mejor que los haga ella misma y dejará de ser una vaga.
No le agradó eso por supuesto, por ello le pidió ayuda a el hermano pequeño de Sumiko, Nezuo. El era un chico muy lindo, su cara parecía tallada por los mismos ángeles, lo mejor de todo es que sabía coser.

Batalló en lograr costurar de forma adecuada y cuando por fin terminó de crear uno viene su cruel hermana a decirle que eso era horrible y que le daban ganas de vomitar.

Lloró de desesperación por media hora, hasta que Kaigako le arrebató el intento de diadema encerrándose en su habitación. Zeniko estaba desconcertada cuando,  después de unos minutos su hermana le aventó la misma diadema, pero más bonita y con mejor costura.

Los elogios a la pelinegra no se hicieron esperar, la halagó tanto que, para sorpresa de Zeniko, Kaigako le dijo que ella haría más para dárselas.

Desde ese día, su hermana mayor le creaba distintos accesorios para diferentes prendas, hasta le hacía varias refacciones en sus prendas para darle más estilo. Estaba tan fascinada por el talento de la mayor, que olvidó preguntar como sabía hacer eso, para suerte de Kaigako que no quería que nadie supiera de su hobbie secreto, ya era bastante humillante que el viejo la descubriera con las manos en la masa.

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Zeniko sabía que Sumiko no le prestaba la suficiente atención a su imágen, estaba claro que se aseaba, no era cochina. Pero a la hora de vestirse siempre se ponía lo mismo; playera simple, pantalones simples, su inseparable chaqueta de cuadros verdes y una coleta de caballo.
Sólo se miraba diferente en la academia, cuando usaba el uniforme correspondiente.
Y cuando se trataba de sus hermanos y hermanas, la cosa cambiaba, la de mechones burdeos prefería regalar ropa bonita a su familia olvidándose de ella.
Sumiko no era fea, es más, creía que era super hermosa, más hermosa y linda que ella. Si su pareja estaba comoda con su ropa, no era nadie para decirle lo contrario. Una parte egoísta-posesiva de ella le gustaba que no saliera más hermosa de lo que era, porque aún no se a dado cuenta de la chica tan fea con la que sale y cualquier persona guapa podría robar su corazón.

Sabía que su novia no era una chica superficial, pero su espinita de odio mismo le reiteraba lo horrible que era, que nunca sería una princesa.

Fuera de eso, si le preguntas a Zeniko que cosa física le gustaba de Sumiko, su respuesta sería el hermoso cabello burdeo. Las veces que la miró sin un moño o coleta era preciosa, las hebras onduladas le caían como cascada por su bello rostro, enmarcando la belleza natural.
Por eso, en su dieciseisava cita le regalaría un listón que ella misma, con ayuda de Kaigako, le hicieron.

El clima afuera era perfecto para cualquier prenda, sin un calor sofocante o un frío helado. Teniendo eso en cuenta, escogió un vestido hasta las rodillas de color amarillo pollito, un chaleco blanco corto, con unos botines oscuros; se dejó el cabello suelto sostenido por un broche de gorrión, unas pulseras de tela -hechas por Kaigako-, y finalmente un  maquillaje suave resaltando sus labios y ojos. Estaba lista.

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Cuando la vio llegar, sus ojos no podían salir más de sus órbitas. Sumiko se miraba preciosa, hermosa, etérea e inalcanzable, se miraba como una princesa.

La falda negra suelta ondeaba con la suave brisa, una playera lisa fajada debajo, la chaqueta de cuadros fue reemplazada por una camisa verde, medias largas blancas apretaban sus piernas y sus zapatos eran negros con un tacón de 2cm.

Su cabello, su hermoso cabello estaba corto, casi por su barbilla. Tenía conocimiento de la molestia en Sumiko por su cabello largo, siempre decía que no la dejaba preparar la masa con facilidad.
Incluso si la de aretes hanafuda  se pelaba, seguirá viéndose como una princesa, sonrió.

- ¿entonces..? ¿cómo me veo?- preguntó coqueta a Zeniko, que no le quitaba la mirada de encima.

- hermosa, más que hermosa, la persona más hermosa de la faz de la Tierra-. Respondió con un gran sonrojo en sus mejillas.

No, Sumiko no era una simple princesa, era una diosa bendiciendo los ojos de los pobres mortales. Y ella, una campesina cometiendo acto de pecado por tocar lo divino.

El listón le pesó.

- Tú también eres hermosa Zeni-. Se acercó.

«Mentiras, dulces mentiras» le decía su subconsciente. Al lado de tal divinidad, ella parecía un sapo.

- No digas eso-. Sus manos fueron tomadas por las callosas de la hija mayor.

- es la verdad, Zeni es preciosa-. Su mejilla fue besada con cariño.

- tu cabello...- cambió de tema-. Esta corto.

- ¿oh? Sip, le dije a mamá que me ayudará, así no me molestará más-. Sonrió, viéndola a los ojos-. ¿Te gusta?

- Te queda bien, aunque me gustaba mucho cuando estaba largo-. Sumiko rió-. Cierra las ojos.

La de cabello burdeos la miró, su sonrisa no desapareció cuando acató la orden.

Sumiko sintió como unas suaves y pequeñas manos peinando su cabello, parecía con lo colocaba de lado. El olor de los melocotones característico de Zeniko estaba tan cerca, era delicioso.

- abrelos-. El rostro de Zeniko mostraba una sonrisa.

La mano de Sumiko fue a la parte superior lateral, sintiendo un nudo. La rubia le pasó su teléfono con la cámara frontal encendida.
Tenía un lindo listón atado a su corto cabello, algo parecido a cómo Nezuo se peinaba aveces.

- Zeni... Es precioso, gracias-. Abrazó a su novia.

- se que no te gusta tener tu cabello suelto, por eso pensé en un listón para ti-. Dijo Zeniko en medio del abrazo-. Pero ya que está corto, podrías ponerlo de lado o como diadema... Es decir, sólo si tú  quieres, no tienes que usarlo.

- lo usaré, Zeni pensó en mí y yo quiero usarlo-. Remarcó eso último-. Además es mí color favorito, me gustó mucho.

Le dio un beso fugaz. El rostro de ambas chicas se puso rojo.

Tal vez Sumiko era una diosa, por palabras mentales de Zeniko.
Pero para Sumiko, Zeniko era un ángel, un sol andante, era divina y la amaba.

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Holis :D

Amo a mis niñas, tenía que volver a escribir de ellas.

Tengo este headcanon de que Sumiko no presta demasiada atención a su imágen y si llega a vestir otro tipo de ropa fue por que Nezuo le ayudó.

Bye~~~*

31 momentos a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora