XII

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"Anillos de promesa"

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Los aniversarios podían ser hermosos, donde ambas partes hacían todo por la persona que amaban.
Tanjiro y Zenitsu no eran la excepción.

Como ninguno quería dar su brazo a torcer en lo que sería la invitación a una cena romántica, decidieron reunirse en el primer lugar al que fueron como pareja oficial.

Estar lejos en la mañana y buena parte de la tarde, ayudó al anhelo de verse con emoción. Contando los segundos para la esperada reunión, arreglando detalles mínimos o parlotear una y otra vez sobre lo mágica que sería la noche.

La familia Kamado, que eran los que ayudaban a Tanjiro, le daban ánimos y coraje para que todo saliera excelente.

Era gracioso, no es como si se fueran a casar. Ya podían imaginar al burdeo todo nervioso en una boda.

Por otro lado, Zenitsu fue ayudado por Jigoro y el (nada colado) genial, fuerte, asombroso, guapo, maravilloso, el mejor de todos, excepcional rey Inosuke.

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Llegó la hora acordada, los jóvenes amantes listos, preparados y más guapos de lo normal, llegaron al lugar acordado.

Dorado y rojo fuego se encontraron. Adentrándose al establecimiento con las manos unidas, risas risueñas de fondo, con las emociones al límite.

La velada iba como viento en popa, las dulces palabras para el contrario permanecían vivas  sin fin. Las caricias sutiles o descaradas se repartían entre las manos o las piernas de ambos. Miradas de amor dirigidas con especial atención en la persona de enfrente. Si no estuvieran en público, estaban seguros que habrían muchos besos.

La comida se fue acabando, estando casi listos para partir a su departamento, hasta que el burdeos decido que era el momento de entregar su presente.

-Zenzen, hoy fue maravilloso.

-Lo fue, pero recuerda que aún es temprano -dijo el rubio de manera sugerente, no lo juzguen, las ansias de besar a Tanjiro aumentaban con cada minuto que pasaba.

-Lo es, pero antes... -los aretes hanafuda tintinaron cuando el burdeos agachó la cabeza, Zenitsu estaba confuso, el sonido de Tanjiro le indicaba que algo pasaría-. Contigo me siento tan amado, tan especial, como si estuviera en las nubes todo el tiempo. Desde que crucé miradas contigo al ser niños, mis sentimientos por ti han ido aumentando, hasta el punto de amar cada hebra, pecas, sonrisas y tu olor tan dulce característico. Te amo tanto mi Zenzen.

El de mirada rojiza tomó la mano contraria colocando un anillo en el delgado dedo del rubio. Subió la mirada para encontrar los ríos silenciosos de lágrimas en su novio. Creyendo que había hecho algo mal, trató de hacer algo.

-No espera Zen, si tú no sientes lo mismo está bien yo...

-Tonto -le dijo apretando el agarre de sus manos-. Estoy muy feliz, deberías saberlo.

Y no mentía, ahora que pensaba, su nariz captó la intensificada fragancia dulce de melocotón de su pareja.

-¿Entonces? -preguntó al hecho de que lloraba.

-Es sólo que, has preparado un discurso muy bonito y a mí nunca jamás me habían dicho algo así... dios Tanji, eres increíble -fueron segundos dulces en los labios de su novio, todo su autocontrol se esfumó al tocar de forma casta la boca del otro.
Al separarse, sus frentes se unieron delicadamente. No estaban en privado, eso lo sabían, pero poco les importó.

Zenitsu creyó que era el momento perfecto, de su bolsillo saco una pequeña caja, tomando con cuidado una simple pero linda cadena.
El burdeos abrió los ojos con asombro, parecía costosa, casi negaba su regalo cuando Zenitsu le advirtió no hacerlo. No malinterpreten a Tanjiro, el podía gastar todos sus ahorros en las personas que amaba, pero se negaba rotundamente a aceptar obsequios caros para su persona.
Sin más, el pelirrojo derrotado dió media vuelta aún sentado para que su pareja le colocará la cadenita sin dije.

-Te ves muy bien con el -Elogió el rubio cuando volvió a darse la media vuelta-. Espera, yo también tengo un discurso que decirte, ejem... Tanjiro

El burdeo, estaba atento a todo lo que el rubio tenía para decirle.

-Eres la persona con el sonido más hermoso y amable que haya escuchado en toda mi vida, tanto que podría llorar ahora mismo por escucharlo. Para mí, nuestro encuentro en la infancia fue un gran cambio. Fuiste la segunda persona en hablarme como si fuera un humano y no una escoria de la sociedad, gracias a ti deje de odiarme tanto, odiar vivir anhelando ser amado. Sin ti y jichan, estoy seguro que no existiría actualmente.
Por todo, gracias Tanjiro... Te amo.

Ahora fue el turno del burdeos en soltar lágrimas con una gran sonrisa de acompañante.

Ambos felices, pagaron la cuenta. Con sus manos unidas regresaron a casa.

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-Por cierto Tanji, ¿qué significa el anillo? -le preguntó estando acostados de cucharita en la cama que compartían, siendo el rubio la cuchara pequeña.

-Es una promesa.

-¿Qué clase de promesa?

-Bueno -Tanjiro entrelazo sus manos enseñando así un anillo similar en el mismo dedo-. Es algo que planeó cumplir cuando estemos estables económicamente.

-Cuéntame más -Zenitsu beso los nudillos de Tanjiro.

-Quiero casarme con Zenzen -Soltó con dulzura.

-...

-...

-¡¿QUÉ?! -se dió la vuelta para estar cara a cara con su ¿prometido?- Tanjiro, como puedes decir eso sin pensar en mi pobre corazón.

-Pero soy sincero, quiero pasar el resto de mi vida al lado de ti -dijo Kamado abrazando con fuerza a su pareja.

-Tanjiro, yo también quiero pasar toda mi vida contigo -admitió devolviendo el abrazo-. Pero hay un problema.

- ¿Eh?, ¿cuál?

-No esta permitido que dos hombres se casen en Japón -la sonrisa de Tanjiro desapareció.

-... entonces nos casaremos en el extranjero -volvió a sonreír, dando un beso en la frente del rubio.

-Tanji...- no terminó de hablar cuando los labios del burdeo comenzaron a besar lo suyos.

-Zenzen y yo nos casaremos -segundo beso-. Te miraras hermoso de blanco.

Zenitsu quería replicar lo último, pero eran mejor los besos, siempre serán mejor los besos de Tanjiro.

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Nos leemos luego, bye ~♡
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