i. eye contact• Advertencias: AU canonverse, Koko e Inupi tienen 10-11 años.
pair: Kokonui [Hajime Kokonoi x Seishu Inui]
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Sus callosos dedos contornearon débilmente el recordatorio sanguinario del día que su vida se arruinó por completo, percibiendo el fantasmal dolor de un abrumador incendio que ardió y se llevó parte de su felicidad con él.
Intentó utilizar maquillaje, cubrirse con polvo artificial, mas sin importar cuanto pusiese, la herida seguía allí. Brillando, intacta, como una cruel estrella destinada a alimentarse del sufrimiento ajeno (del suyo). Exhaló con pesadez, casi deseando volver a los prematuros momentos, donde una nívea venda cubría el accidente estético y el ardor exterior no conseguía simplemente quemar sus sentimientos.
Hasta que se fue, se curó. Quizás sus entrañas aún palpitaban fuego, pero su ojo ya no dolía con cada parpadeo. Se había curado, aunque el rastro de cenizas continuaba marcado allí.
Suspiró, a sabiendas de que la situación era estúpida. Él estaba vivo con sólo una cruda quemadura que lo atormentaría el resto de sus días, Akane no. Así que no tenía derecho a lloriquear por nimiedades, debía ser fuerte por ella y por él mismo.
Unos animosos golpes a la puerta lo sacaron de su ensoñación. Cepilló rápidamente su revoltoso cabello matutino, agarró su mochila y caminó a paso apresurado hacia la salida. Inhaló y exhaló, ahogando la ansiedad consecuente que burbujeaba en su estómago. Era la primera vez que mostraba su horripilante huella al mundo. Abrió, sintiendo la brisa fresca de otoño estamparse en su cara.
—¡Hola Inupi! —saludó Koko, demasiado entusiasmado para una madrugada escolar—. ¿Listo para irnos?
Seishu asintió sin mirarlo, cerrando con llave la casa de sus abuelos para luego emprender camino hacia el colegio. Las calles se encontraban desérticas y el único sonido resonante era el parloteo emocionado de Hajime sobre una nueva forma de ahorro aprendida. Inui lo escuchaba en silencio, no interesado en el tema por completo, el amor artificial por el dinero no era algo que pudiese entender, pero le gustaba la euforia saltando en la voz de su amigo, así que no se atrevía a cambiar de tema.
El ambiente era acogedor, completamente diferente a su gelidez hogareña. Pero aún con la comodidad danzando en su pecho, no podía despegar su mirada del suelo. Ni una sola vez había mirado a Kokonoi, ni siquiera cuando lo saludó silenciosamente. No podía, había algo incinerando su libre albedrío y encadenando sus delgadas muñecas. Empero, todo se mantenía bien, el niño de cabellera oscura seguía sumergido en esa exorbitante cotidianeidad que alivió de sobremanera sus preocupaciones.
Doblaron la esquina, faltaban unas cuantas cuadras para llegar, cuando las calles comenzaron a poblarse. Los ancianos regaban las plantas, los adultos salían de sus hogares para ir a ganar el pan de cada día y los niños se dirigían a la escuela. Inui sólo necesitó unos segundos para sentirlo con nitidez: las miradas críticas clavándose en su persona, el desagrado expresivo hacia el pavoroso costurón que poseía y las palabras no pronunciadas por el rencor abrasador que contenían “¿Por qué él vivió y no su hermana?”.
Seishu se encogió con la vista fija en las suelas manchadas de sus zapatos, estaba aterrorizado de levantarla y encontrar el feroz fuego amenazando con consumirlo por completo (como a Akane).
—Oye, Inupi.
Sus nudillos estaban blancos de tanta fuerza ejercida, casi podía apreciar el humo invadiendo sus pulmones y asesinándolo lentamente.
—Inupi, ¿me estás escuchando?
Su acelerado corazón martillaba en sus oídos, los ojos fogosos carbonizaban su piel y los deseos de evaporarse en el aire, escapar, crecían exponencialmente.
(No me miren.)
—¡Inui!
Saltó al escuchar la inquieta voz de Hajime en su oído, deteniendo su nerviosa caminata. Respiró desesperadamente, percatándose que había olvidado hacerlo en medio de su pánico.
—¿Qué sucede, Koko? —preguntó con el tono rasposo y cansado. Había decidido ojear los zapatos de marca de su amigo, antes que la preocupación desbordada seguramente en los rasgos ajenos.
—¿Qué? Tú eres el que ha estado actuando extraño. ¿Qué te sucede?
—Nada—contestó Inupi con sequedad abrupta—, son imaginaciones tuyas. Ahora vamos que ya estoy cansado.
Pero el pelinegro no se movió, seguía con los pies implantados en el suelo, negándose a abandonar la conversación. Entonces tragó saliva ruidosamente y la suavidad pareció bañarlo de benevolencia.
—Inupi, mírame.
El mencionado continuó con la visión en el piso pavimentado, ignorando enteramente la sólida solicitud.
—Inupi, ¿por qué no me miras? —murmuró con un atisbo de dolor arañando sus cuerdas vocales. Pero Seishu no respondió, estaba entumecido en la sensación de vacío, ya no quería ir a la escuela y pretender normalidad sólo anhelaba esconderse entre mantas de seda donde la oscuridad lo consolaba y la quemadura no existía.
Unas cordiales y pequeñas manos se posaron en sus pálidas mejillas y subieron tenuemente su cabeza. La sorpresa bañó al niño de cabellera rubia, chocando inconscientemente sus ojos esmeraldas con los de su contrario.
—Mírame—susurró firme, con unos negruzcos ojos colmados de suavidad. Y se perdió, Inupi quedó encantado con la brillantina rebosante en los iris oscuros, se sentía extraño mirar directamente a una carencia de luz y, aun así, encontrar cálidos rayos de sol—. Ahora, dime, ¿qué sucede?
El bochorno (y miedo) se acumuló en su pecho e involuntariamente llevó su mano a su ojo izquierdo, intentando inútilmente esconderlo, y volvió a bajar la visión. El niño con cabello monótono alzó una ceja y la comprensión llegó como epifanía.
—¡Oh, eso! —exclamó con una gran sonrisa, soltando en el proceso las mejillas ajenas—. Me alegro que ya no tengas que usar esa venda, extrañaba tanto ver tu rostro y esa gasa parecía realmente incómoda.
—¿Qué? —dijo Inui con claro desconcierto—. ¿De qué hablas? Esta cicatriz es repugnante, desearía seguir cubriéndola.No iba a admitir la comezón infernal que tuvo los primeros días, sentía que merecía toda la incomodidad recibida.
—Mmmh—tarareó Hajime, quitando la mano del rubio para observar con intensidad cada detalle en la cara contraria—. Yo creo que aún te ves bonito, la cicatriz resalta tus largas pestañas rubias y ojos jade.
—¿Eh?
—¿Y sabes cuánto sale el jade? Mucho, créeme cuesta mucho dinero—continuó inmerso en su divagación—. El punto es que, vales mucho. No lo veas como una horrorosa quemadura, mejor míralo como una afortunada marca de belleza, ¿qué dices?
Inupi parpadeó, contemplando con estupor la seguridad auténtica sobresaliendo en los ojos de Koko. Él realmente creía las payasadas que estaba soltando, una risa incrédula se ahogó en su faringe. Sintió sus cachetes arder sin permiso, mientras rompía el contacto visual que estaban vergonzosamente manteniendo.
—Bien—contestó, soltando un tenue bufido—. Ahora vamos o realmente llegaremos tarde.
—¡Okay!♡
(—Inupi, ¿acabas de sonrojarte? —cuestionó con una ligera risa.
—No, no lo hice—respondió aún acompañado de aquellos traicioneros pigmentos sonrosados.
—Sí, sí lo hiciste.
—Que no.
—Que sí.
—Cállate, Koko—espetó, mientras el mencionado dejaba escapar sonoras carcajadas.)
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flufftober | tr shipps
Fanfiction31 días de drabbles/one shots de los distintos shipps de Tokyo Revengers. • Participando en el flufftober 2021 de la página de Facebook "Es de Fanfics". •Disclaimer: Tokyo Revengers no me pertenece, créditos a Ken Wakui.