xviii. hug
pair: kakuiza [hitto kakucho x izana kurokawa]
♡
Izana sabe que luce horrible; las ojeras rotundas debajo de sus ojos, el peso palpable en sus párpados y extremidades, la palidez fúnebre pintando su piel morena y los labios agrietados por la ansiedad nocturna, son sólo nimios detalles de un todo fatigado. Nadie podía culparlo por su imagen, había tenido una mañana (semana, mes) horrible. Sólo quería llegar a las profundidades de su casa y envolverse en sus mantas tersas; la única muestra de cariño que ha recibido en años, desde que Shinichiro y Emma se mudaron.
Estaba absolutamente solo. Eran él, una pila de libros de antaño y Manjiro. Pero, él detesta a Manjiro, así que sí, está solo.
Los deberes suelen mantenerlo ocupado con el cerebro enfocado en las complejas palabras y la irracionalidad numérica. Sus pensamientos son teoría avanzada. No hay espacio para la sombría realidad de que Izana no ha tenido un vínculo afectivo en un largo tiempo, ha perdido en su memoria los toques reconfortantes o las palmadas familiares, no recuerda qué se siente un abrazo en la oscuridad o percibirse querido.
Exhala con fastidio por volver a caer en el espiral turbado que era su mente, odiaba la impotencia injustificada o el extrañar a sus hermanos con intensidad, a sabiendas de que millones de kilómetros los separa. La sensación de hogar en su departamento se ha extraviado, no importa que tantas cosas ocupen los huecos libres, nunca puede llenar el vacío que dejaron atrás.
Quizás fue su desesperación o el hecho de que su maldito día es una lluvia torrencial que no da indicios de detenerse, o simplemente la mueca nerviosa del chico mostrándole su ridículo cartel, lo que lo empujaron a una insólita situación.
Izana se detiene abruptamente, arqueando la ceja al releer el garabato escrito en aquel pedazo de cartón.
—Doy abrazos gratis—expone con una voz profunda y apenada. Kurokawa se sobresalta ligeramente y entrecierra sus ojos, analizando al otro. Éste parece percibir la intensidad desbordada en aquellos lilas y baja la cabeza con vergüenza.
Izana suspira y se acerca al muchacho sin pensarlo mucho, envuelve sus brazos tras la espalda y entierra su rostro en el pecho ajeno. El olor a canela lo recibe gustoso, la inquietud del corazón bombeando con rapidez se vuelve una sonata relajante para sus oídos, el calor corporal del otro se prende a su cuerpo y una leve sonrisa amenaza con escapar. El desconocido parpadea con extrañez por el entrañable abrazo, completamente diferente a las sencillas palmadas que ha recibido toda la mañana, y lo acepta con rapidez. Aprieta la menuda figura del chico con cabellos del color de la nieve y coloca su mentón en la pequeña cabeza.
Izana se tensa por un momento y luego, vuelve a relajarse. El acto le gusta en demasía porque el extraño es como el recuerdo más tangible de su hogar; el aroma de los panecillos de canela de Emma, la suavidad cálida en la sonrisa de Shinichiro, hasta el ruido chillón de las aventuras de un diminuto Mikey en la cocina. Y Kurokawa no quiere llorar, pero está tan cansado del frío de la soledad lúgubre recorriendo sus huesos y la falta de amor como segundo torrente sanguíneo que deja salir cortas lágrimas. Se siente tan nostálgico la seguridad auténtica de que justo allí, el dolor no existe.
Se separa vertiginosamente, antes de que el momento se vuelva incómodo. Limpia sus mejillas con velocidad, la sensación calórica aún en su caja torácica y la sonrisa perceptible en su rostro. El joven con cabellos nocturnos se separa a regañadientes, nunca había recibido un abrazo tan adorable como aquel.
Kurokawa alza lentamente su mirar, un poco avergonzado de sus acciones anteriores. Contempla cómo las comisuras del otro se relajan, formando una bonita sonrisa. Parpadea embelesado por recién notar la belleza ajena y sus pómulos se pigmentan de un rojo profundo.
—Gracias—susurra el moreno, dispuesto a desaparecer de la escena, cuando una sutil mano se encierra en su muñeca.
—Soy Kakucho. Hitto Kakucho—Se presenta repentinamente, Izana no permite que la sorpresa se plasme en sus rasgos y asiente lentamente.
—Soy Izana.
Los ojos carmesí de Kakucho se animan y ladea espontáneamente la cabeza.
—Lo siento, sé que sonará extraño. Pero... ¿Quieres otro?—pregunta Hitto con nerviosismo en su tono, dirigiendo su vista a los peatones superficiales. Al no obtener respuesta, procede a disculparse y soltar alguna tonta justificación—. Lo siento, es que ese fue el abrazo más cálido que me han dado en toda mi vida y... Ay, no. Espera, eso sonó raro. Olvida lo que dije.
Mientras Kakucho continúa divagando, Izana modifica su asombrado rostro en una pura delicadeza. La ansia cosquillosa de volver a enterrar su tristeza en aquellos tonificados músculos le obligan a romper el diluvio verbal de Hitto con su súbito acercamiento.
Izana abre los brazos y estrecha la cálida alma de Kakucho. Y por primera vez, después de mucho tiempo, siente que está en casa.
ESTÁS LEYENDO
flufftober | tr shipps
Fanfiction31 días de drabbles/one shots de los distintos shipps de Tokyo Revengers. • Participando en el flufftober 2021 de la página de Facebook "Es de Fanfics". •Disclaimer: Tokyo Revengers no me pertenece, créditos a Ken Wakui.