v. coffee shop
pair: hankisa [hanma shuji x kisaki tetta]
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Hanma tamborilea sus dedos con hastío, mientras toma la complicada orden de Karen (¿o era Julie?). Garabatea su nombre prolijamente y cuando ve la sonrisa agradecida de ella confirmando el pedido, la puerta principal se abre y un bonito joven con lentes ingresa con seguridad. Hanma sonríe ligeramente al reconocer al estrafalario cliente que había frecuentado su cafetería. Su nombre era un misterio indescifrable–pues, siempre que preguntaba era cruelmente ignorado–, y su orden era tan aburrida, pero fuera de lo común, que acrecentaba el interés de Hanma.—¿Qué desea ordenar hoy?—consultó con diversión, percibiendo la intensidad vehemente en las gemas ocultas detrás de aquellas gafas.
—Té—contesta cortante, Hanma suelta un resoplido inconsciente ante la habitual respuesta, asintiendo a la vez. El rubio desestima su accionar y prosigue—. Para tomar aquí.
—¿Algo más?—El joven con tatuajes en sus manos conoce la respuesta, empero la incertidumbre cosquillosa de pensar que algo fuera de lo normal va a ocurrir, lo obliga a repetir la misma conversación que tienen cada semana. Su contrario niega con rigidez, desviando su mirada hacia las pocas mesas desocupadas.
—¿Puedo saber tu nombre?—interroga Shuji con ensayo, la misma esperanza inmarcesible en su pecho—. Para el pedido, claro.
El chico sin nombre suspira con pesadez, entregando el dinero justo. Se desplaza hacia el asiento del fondo, siguiendo la misma rutina desganada, deja su cargada mochila y espera con paciencia el llamado.
La inquietud acumulada de incontables semanas de misterio, llevan a Hanma a cometer una estupidez. Después de todo, nunca ha sido una persona paciente.
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El joven de cabellera rubia teñida mira su celular con trivialidad, sintiendo el tiempo muerto de espera antes de poder estudiar. Siempre concurría a la misma cafetería, pese que se encontraba lejos de su departamento, por el wifi libre y la escasez de acumulación social; la música tampoco era deficiente y no era forzado a dar una identidad para recibir su pedido. Era libre de ser cualquier persona y no Kisaki Tetta, el nerd de la escuela.
Claro que la paz es sólo un decir y debió suponer en algún momento que la inconsistencia (o necedad) humana estallaría en su rostro.
—¡El lindo chico de lentes!—grita una voz grave que congela su piel al instante, un escalofrío rotundo se apodera de sus extremidades y levanta la cabeza levemente para contemplar la irracional escena. «Pobre tipo, que vergüenza», piensa Kisaki, imaginando la reacción de la desdichada víctima, hasta que su oceánica vista se topa con la entretenida sonrisa del empleado, dirigida hacia él. Es él. Él es el lindo chico de lentes.
—Joder—murmura con una mueca contraída, el calor se agazapa en sus mejillas y orejas, y no puede pensar en una manera correcta de huir. Está francamente tentado a desentender lo que acaba de suceder, esperar a que el chico con iris miel recapacite su insólita acción y sólo exclame su pedido. Claro que la jovialidad placentera en la sonrisa atractiva del tatuado, le hace comprender que eso no pasará. Así que se levanta con vértigo y camina a recoger su bebida antes de que vuelva a hacer el absurdo.
—Su pedido, lindo chico de lentes—enuncia con una carcajada pequeña, entregándole la taza de té. Kisaki la recibe y se arrepiente al instante de haber solicitado quedarse, en lugar de retirarse. La penetrante mirada del más alto no vacila, mientras el joven con ojos azules la mantiene en el pulcro suelo.
Kisaki se da la vuelta, dispuesto a ignorar la conmoción externa de los demás clientes y pretender cotidianeidad. Entonces, un vergonzoso pensamiento llega a su cerebro y se detiene con titubeo.
—Soy Kisaki, Kisaki Tetta—susurra lo suficientemente audible para que sólo su opuesto lo escuche. Una risa divertida escapa de los labios del muchacho de tatuajes candentes, agudizando su sonrojo.
—Yo soy Hanma, Hanma Shuji—afirmó con jocosidad por la incrédula situación—. ¿Quieres tomar un café alguna vez, lindo?
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(—Eso fue ridículo.
—¡Fue divertido!—exclama Hanma aún con adrenalina en el cuerpo.
—Tú sólo hiciste el acto típico de una película cursi, ¿sabes?—dice Rindou, percibiendo vergüenza ajena al recordar la escena—. Encima para el colmo, le invitaste un café a alguien que sólo toma té.
—No veo películas cursi y entré en pánico, ¿bien?
—El chico ha venido cada semana en un período de cinco o seis meses y siempre ha pedido té. Y tú le invitas un café, justo después de haber montado una escena—Una risa estrepitosa sale de Ran, contagiando a su hermano—. Es normal que te haya rechazado.
—Bueno, ya basta. Al menos descubrí su nombre, volveré a intentarlo otro día—afirma Hanma con decisión, mientras sus amigos suspiran con cansancio.
—Por favor, no. Vas a espantar al pobre.)
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flufftober | tr shipps
Fanfiction31 días de drabbles/one shots de los distintos shipps de Tokyo Revengers. • Participando en el flufftober 2021 de la página de Facebook "Es de Fanfics". •Disclaimer: Tokyo Revengers no me pertenece, créditos a Ken Wakui.