CAPÍTULO 15.
Ni tú ni nadie- Alaska Y Dinarama
PASADO.
Narra Troy Evans.
Estaba tumbado en mi cama, no tenía ganas de nada.
—Veeeenga, Troy—mi madre volvió a entrar en mi cuarto para instarme a levantarme del colchón, pero yo no quería—. No se va a acabar el mundo por romper con ella.
Volteé los ojos cuando me lo recordó.
No quería recordarlo. No quería recordarla.
Porque si lo hacía lo único que haría sería presentarme en su casa y pedirle de rodillas volver, que todo había sido un error.
Pero no había sido un error. No podía serlo.
El destino así lo ha querido.
—Mamá, por una vez en tu vida, déjame en paz.
—¡Troy Evans Dagger, no te atrevas a decirle eso a tu madre!—cogió la almohada a la que estaba abrazado y me dio con ella un golpe en la espalda—Es casi la hora de la comida, en cinco minutos te quiero abajo.
—Voy.
—Voy, no. Baja ahora mismo.
—Que sí.
Se quedó unos segundos mirándome hasta que salió de mi cuarto. Me pasé dos minutos mirando el techo hasta que me sorprendí a mí mismo soltando un sollozo.
Apreté los ojos con fuerza y me sequé las lágrimas en menos de lo que canta un gallo. Me obligué a levantarme y ponerme unos pantalones junto con una camiseta maltrecha que llevaba en mi silla no sé cuánto tiempo.
Me miré en el espejo y solté un par de maldiciones por mi aspecto de mierda, pero qué podía hacer, acababa de romper con la que creía que era el amor de mi vida.
Angélica Davis.
Joder, recordar su nombre me dolía, mucho. Y no hacía ni veinticuatro horas que la había visto llorando frente a mí, arrojando nuestro collar en la fuente de...
¡El collar!
Salí deprisa de mi cuarto y bajé las escaleras de la casa a toda velocidad. El corazón me martilleaba de forma preocupante, pero necesitaba conseguir el collar.
—Te has dignado en bajar—escuché la voz de mi madre, pero pasé de largo—...¿¡A dónde vas?! ¡¡Troy!!
No me importaron sus gritos, yo solo seguí adelante. Abrí la puerta de mi casa y fui corriendo hacia los jardines de la urbanización. Deslicé mi mirada por el recinto y recordé la escena de ayer.
Joder, joder...
Ojalá no me doliera tanto. Ojalá ser inmune a ella.
Como me dolió verla llorando frente a mí y yo sin poder hacer nada. Como me dolió hacer que me odiara.
Corrí hasta la fuente y metí mi mano dentro tratando de encontrar la cadena que tiró.
—Mierda... ¿dónde está?
Con las cejas hundidas, seguí rebuscando, la caída del agua me distorsionaba ver lo que había dentro y eso me hacía la tarea mucho más difícil.
Mi mano rastreaba por el fondo, intentando notar...
—¡Sí!—celebré en susurros. Saqué la cadena y ahí estaba.
El color dorado se mantenía, el cierre se había roto—ya que se lo arrancó bruscamente del cuello—, la A y la T se mantenían unidas.
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Después de aquel día © [#2] (Pausada)
RomanceAngélica y Troy no se ven desde hace más de dos años. La última vez que se vieron, ella tenía dieciséis años y las cosas no terminaron de la mejor manera. Ahora Angélica debe empezar la Universidad, y con ello debe solicitar una plaza en la residenc...