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Éramos más de veinte chicos sentados en una ronda rodeando una botella de tequila, cada uno tenía un pequeño vaso lleno, de esos que se toman de un solo trago.

—Yo nunca nunca me he puesto ebrio en un cumpleaños —dijo un chico rubio que se hallaba a dos metros de mi, varios tomaron su vaso colocado en el suelo y lo tomaron de un trago, agarraron la botella de a uno para llenarlo nuevamente.

—Yo nunca nunca he tenido sexo en los baños de la escuela —otro joven habló y de nuevo varios bebieron del vaso frente a ellos, subí mi mirada y me encontré con Changbin tomando su trago, ¿En serio había tenido sexo en un baño? Yo ni mi primer beso había dado.

Luego de varias preguntas más, seguía sin tocar mi vaso, la vista de todos se posó en mi.

—¿Tan Santo eres como para no haber tomado ni una vez? —dijo un chico castaño, no supe que responder, en si, podría haberle dicho que no pero al no haber bebido ni una vez sería difícil que me creyeran.

—Yo creo que es un cobarde que no se anima a tomar alcohol —dijo Changbin, inmediatamente mi mirada fue hacia el fulminante.

—No soy ningún cobarde, solamente no ingiero alcohol.

—Cobarde —dijeron a la vez varios de los allí presentes.

Tomé la botella de en medio y di un trago bastante largo para luego dejarla en el suelo y cerrar mis ojos con fuerza, sentía el alcohol pasar y quemar mi garganta por lo fuerte que era, pero de algún modo, se sintió bien.

—Carajo —maldije y miré el líquido que quedaba, no era demasiado, serán 200 mililitros. Todos me miraban algo sorprendidos pero de un momento a otro alguien comenzó a gritar algo que no escuché por la lejanía, pero mientras más se sumaban, más claro se hacía. Todos a mi alrededor terminaron gritando "Fondo". Dudé un poco al inicio pero luego volví a llevarme la botella a los labios dejando que el alcohol corra por mis venas y haga lo que quiera conmigo.

•◇◆◇•

Las luces eran algo insoportables y mis ojos se cerraban al sentirlas tan fuertes. Puse mi mano sobre mi frente para intentar cubrirlas y eso lo mejoró un poco. Había seguido tomando y ya no estaba en mis cabales y no tenía control de mi mismo.

Choqué con alguien y me quejé por lo repentino que fue, no miré su rostro pues mi mano aún cubría mis ojos de la intensa luz.

—Sabes, estas muy sexy con ese pantalón —dijo la persona con la que choqué pero mi estado no me dejaba reconocer su voz—. Te llevaría a un cuarto y te haría el amor lo que resta de la noche, Felix —se fue acercando a mi hasta que mi espalda se encontró contra una pared, dejándome sin salida, tomó mi mentón y nuestros labios rozaron levemente, su aliento a menta me invadió por completo e hizo que estuviera a sus órdenes.

Unió nuestros labios en un beso que a los segundos se hizo más intenso, sentí una química que me hizo estremecerme bajo sus brazos que poco a poco me iban rodeando acercándome más a su cuerpo que estaba marcado y en forma. Abrió la puerta a un lado nuestro y nos metimos al cuarto sin dejar de besarnos, me tenía tan hipnotizado con el beso que no quería separarme y no me negaba a nada. Poco a poco levantó mi remera hasta quitármela, dejando mi torso al descubierto, una parte que siempre había tenido complejos con mostrar. Pasó sus manos por mi cintura hasta que me ayudó a recostarme en la cama quedando debajo de el.

Nuestros labios se separaron y los suyos comenzaron a bajar por mi cuello dejando húmedos besos en el camino, sentí un cosquilleo en mi parte baja lo que me hizo removerme un poco. Llegó a mi pecho donde continuó dejando besos, fue quitando mi pantalón sin delicadeza, yo tomé los bordes de su remera y tiré hacia arriba, dejando descubierto sus músculos trabajados, los cuales acaricié suavemente.

Fuimos quitando nuestras prendas mientras los besos y caricias no faltaban, no sabía lo que hacia, pero solo sabía que no quería detenerme, el alcohol me había prendido, y que este chico que buscara, solo me había prendido aún más. Lo vi buscar algo en el cajón a su lado y sacó por lo que pude ver por la poca luz que entraba por la ventana era un condón.

—Ya tiene lubricante, así que no corres riesgo a desgarrarte —me informó y la idea de que algo entre en mi me asustó un poco, pero no fue mi principal pensamiento en estos momentos.

Escuché perfectamente como se colocó el preservativo y se acomodó entre mis piernas, abriéndose paso entre ellas ara poder moverse libremente. Tomó mi mano, lo que me pareció amable. Sabía que iba a doler y no sabía si realmente estaba preparado, pero antes de poder cambiar de opinión, tenía un miembro entrando en mi lentamente, dejé ir un quejido y apreté la mano que sostenía, mis ojos se cerraron con fuerza, dolía bastante pero se sentía bien.

—Vas a acostumbrarte —movió su cadera con lentitud pero de una manera placentera, haciéndome soltar el primer gemido de entre dolor y placer. Mis mejillas se pusieron rosas por el calor que comenzaba a hacer, pero al no tener luz, no se pudo notar, cerré mis ojos disfrutando de sus movimientos.

A los pocos minutos, la cama comenzó a hacer ruido por la velocidad que había aumentado, y yo cada vez me quejaba menos. Pasé mis manos por su espalda aferrándome a el y dedicarme a soltar algunos gemidos un poco más altos que los primeros. Las embestidas comenzaron a hacerse presentes de a poco, y la intensidad seguía subiendo.

—Ahh —acaricié su cabello y con la otra mano su espalda, mis piernas rodearon su cintura, se sentía tan bien que no podía parar—. Más rápido.

Y así lo hizo, las embestidas comenzaron con más frecuencia y aún más intensas. Por accidente arañé su espalda en una estocada que dio. Arquee mi espalda y su brazo pasó por el hueco que dejé entre el colchón y yo para atraerme más a su cuerpo y poder moverse con más facilidad y rapidez. Con el otro comenzó a estimular mi intimidad para lograr hacerme acabar con más facilidad.

—Carajo, estoy por acabar —dije dejando caer mi cabeza hacia atrás, y aprovechó la situación para dejar una marca en mi cuello que me hizo jadear. Al poco tiempo sentí que el semen comenzó a marchar mi abdomen cuando sentí el clímax venir, pero seguía moviéndose aún, robándome varios gemidos.

Soltó un gemido en mi oído dejándome saber que ya se había venido, descansó un poco en mi hombro mientras nuestras respiraciones iban al mismo ritmo, agitadas.

De un momento a otro, caí profundamente dormido.

¿Quien creen que sea? 👁

La rosa en el jardín Donde viven las historias. Descúbrelo ahora