Las grandes puertas del orfanato se abrían para darme paso a mi nuevo hogar, si así podía llamarlo. No sentía que pudiese decirle de esa manera, no se lo merecía. Anteriormente había huido de un orfanato, principalmente porque en ese lugar me trataba como a un objeto, todo por ser una persona frágil y sensible, a la cuál le afectaba mucho el pensamiento de los demás, y eso fue lo que me dejó en la calle. Recordaba perfectamente la acción que me había hecho querer irme de ahí definitivamente.
—Hey, tú, debilucho —se escuchó al final del pasillo, donde las luces apenas si andaban y dejaban ver a una persona con el rostro distorsionado, mi vista no era muy buena, y no tenía mis lentes puestos, lo cuál solo le hacía más daño a mis ojos—. Sigues chupandole las medias a las viejas del orfanato.
Su voz lo decía todo, era el idiota de Daehyun, un chico que me había molestado desde el primero día que había pisado el orfanato. Recordaba perfectamente su primera broma pesada. Todo el día había sido tranquilo, hasta que de repente, en el medio del receso, terminé lleno de harina y huevos por el cabello y el uniforme, luego me tocó lavarlo a mano por mi cuenta.
Caminaban por un pasillo bastante limpio, las paredes estaban sin ningún rastro de humedad, estaba en buen estado. Las habitaciones organizadas, una al lado de la otra, y ahora debía ir a conocer la mía, sinceramente, sabía que no duraría mucho ahí, debía escapar tarde o temprano.
Llegaron a el que ahora sería su cuarto, era pequeño, tenía dos camas, una en casa extremo, y una ventana justo en medio. Sus paredes eran blancas, y el suelo estaba adornado con una alfombra marrón que ocupaba toda la habitación.
—Bien, tú compañero de habitación se llama Yongseung, espero que disfrutes del lugar hasta que una familia te adopte, Felix... Nos vemos —sin decir nada más, salió del cuarto, dejándome solo en las cuatro paredes con las que debería comenzar a convivir todos los días.
•◇◆◇•
El ruido del comedor era insoportable, había gritos por todas partes, algunos restos de comida que se encontraban en el suelo, y los chicos comían desagradablemente, la comida se veía realmente asquerosa, pero el rugir de mi estómago me sacaba de esos pensamientos. Me senté en la mesa que no tenía a nadie, prefería comer solo, creo que podría vomitar si comía con uno de esos chicos en frente.
Los hombres de ahí eran muy escandalosos, a veces desearía que algunas chicas también estuvieran en el orfanato, pero solo era para mi género. Los chicos nunca habían sido de mi agrado, pero tampoco pensaba en tener una relación con una chica, no me llamaba la atención.
Tomé el tenedor a un lado de la bandeja llena de comida y tomé un poco del puré ya frío, se veía líquido y olía a cualquier cosa menos a puré de papa. Me lo llevé a la boca y lo pasé con una cara de desagrado, en estos momentos tenía ganas de o no tener hambre o de arrancarme las papilas gustativas.
Un golpe en la mesa llamó mi atención y en cuanto levanté la vista me encontré con un chico de cabello negro por los ojos, peinado hacia el medio. Analicé cada detalle, intentando deducir que quería.
—Tú debes ser Felix —dijo firme y en un semblante serio—. Soy Yongseung, tú compañero de cuarto, te venía a decir que a las doce de la noche, las luces de la habitación ya están apagadas, y ya no habrá oportunidad para entrar si llegas tarde, siempre la cierro con llave.
No me gustaba su forma de hablar. Al estar de pié quería demostrar una postura de jefe, pero no lo sería, no conmigo.
—Bien, si no te importa, quiero comer tranquilo y solo —dije en el mismo tono que el, asegurándome de sonar firme. Sin decir nada más, tomó su bandeja de comida, y desapareció entre la multitud.
•Perdonen por la demora 💛

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La rosa en el jardín
Hayran Kurgu"Tan frágil y delicado como una rosa" Eso le decía su madre todos los días antes de morir. Tras quedarse completamente solo, Felix tuvo que lidiar con muchas cosas siendo tan solo un niño de catorce años. La edad donde debía salir con amigos y dedic...