Desperté por el medio día con una resaca algo fuerte y un dolor algo insoportable en mis partes traseras, gruñí bajo ante la molestia y me senté en la cama intentando recordar, cerré mis ojos fuerte cuando gire hacia la ventana que dejaba entrar unos fuertes rayos de sol, puse mi mano en medio de estos dos y me pude acostumbrar.
Miré al rededor y me percate de que donde me encontraba no era mi cuarto, era uno de invitados, ¿Cómo carajos había llegado ahí? sentí el colchón hundirse a mi lado, maldije en cuanto entendí toda la situación, sabía que no debía dejar que mi orgullo me ganara, pero fui un idiota y lo arruiné todo.
volteé mi cabeza un poco a la derecha para encontrar unas piernas cubiertas por una sábana, la misma que tapaba la mitad de mi cuerpo. Subí un poco la mirada y se asomaban unos brazos que se encontraban por fuera de la tela, estaban marcados y bastante trabajados, seguí subiendo hasta encontrarme con el cabello desordenado que una vez deseé no volver a ver, su rostro relajado y dormido lo hacia ver tan vulnerable que daba ganas de querer arruinarle la paz. Changbin descansaba a mi lado mientras yo seguía mal diciéndome por lo que acababa de pasar.
Me destape y tomé las prendas de ropa que me pertenecían, estaban tiradas por el suelo y alguna que otra sobre el sillón color blanco que decoraba la habitación a juego. El ruido de las sábanas moviéndose llamó mi atención y giré sobre mis talones para encontrar al mismo chico de hace raro raspando sus ojos para poder abrirlos del todo. Una vez quitó sus manos volteó en mi dirección y su rostro palideció, tomando un color un tanto marfil.
—¿Pero que carajos...? —preguntó sin quitarme la vista de encima.
—Estoy igual que tú —lo miraba fijamente, quería salir se allí cuanto antes, pero su mirada me inquietaba y hacia que mi cuerpo no pudiera reaccionar.
Vi que sus ojos bajaron observándome a detalle mientras yo me ponía aún más incómodo. Al percatarse de lo que hizo apartó la vista y se levantó como si nada dejándome ver su cuerpo sin estorbos, tenía que admitir que estaba jodidamente bueno, su piel pálida y lisa me daban ganas de acariciarla una y otra vez por todo lo que restaba del año.
—No le digas nada a mamá y a papá de esto —dijo tomando la ropa al igual que había hecho yo hace unos minutos y la colgó de su antebrazo como su se tratara de un perchero.
—No pensaba hacerlo, ni con algún amigo... Y espero que tu tampoco —esperé una respuesta que llegó luego de unos pequeños segundos en una leve carcajada como si se quisiera burlar de mi.
—¿Por qué le contaría a mis amigos que cogimos si no eres nadie importante en la escuela? —tomó su playera y se la colocó poco por la cabeza, levantando sus brazos para ayudar a acomodarla.
Su comentario me cayó bastante mal pero decidí no responder a eso y colocarme mi pantalón sobre el boxer que anteriormente me había puesto. Salí del cuarto dándole una mirada que en mi opinión se veía intimidante, pero el solo volvió a reír dándome a entender que me veía como un tonto.
Suspiré pesadamente y cerré la puerta detrás de mi y me coloqué la última prenda. Bajé las escaleras dando pequeños saltos y me sorprendió ver el desastre que había por todo la sala de estar, latas y botellas de cerveza estaban tiradas por el suelo y la mesa, los restos de los snacks que estaban servidos y ordenados en la mesa se encontraban desparramados por doquier, más las guirnaldas que adornaban las paredes rotas o arrancadas.
—Carajo —agradecí tener personal de limpieza que me ayude con todo esto.
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La rosa en el jardín
Fanfiction"Tan frágil y delicado como una rosa" Eso le decía su madre todos los días antes de morir. Tras quedarse completamente solo, Felix tuvo que lidiar con muchas cosas siendo tan solo un niño de catorce años. La edad donde debía salir con amigos y dedic...