Capítulo 27

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Gracias

Despierto de nuevo en el mismo sitio que esta mañana, pero esta vez ya es de noche. En mi habitación no hay ninguna luz encendida, solo la que entra por los bajos de la puerta de ésta.

Incorporo mi cuerpo de la cama para levantarme despacio. Sigo un poco aturdida, pero en cuanto llevo un poquito de pie ya me recupero.

Salgo de la habitación y voy hacia la luz que proviene de la plata baja, en concreto de la cocina.

Me quedo en el último escalón de la escalera mirando hacia la cocina. Logan está preparando algo de cenar supongo, no sé qué hora es. De repente mi estómago suena, estoy muerta de hambre y lo que sea que esté preparando Logan huele bastante bien.

Entro en la cocina despacio, pero él se gira como si ya me hubiera escuchado, y eso que no he hecho ningún tipo de ruido, voy descalza.

- ¿Cómo sabías que estaba aquí? - pregunto intrigada.

- Tu olor - dice sin mirarme y pendiente de lo que está haciendo en la vitrocerámica.

- ¿Mi olor? - vuelvo a preguntar, esta vez confundida.

- Sí, tu olor, bruja - ya empezamos con el mote.

- ¿Qué estás preparando? - cambio de tema y me acerco a él, me pongo a su lado y asomo la cabeza para ver qué es lo que está haciendo. No sé lo que es, pero tiene una pinta envidiable.

-  Pechugas de pollo con limón y hierbas aromáticas.

Me he quedado igual, nunca había escuchado eso, el pollo me gusta, pero con esa mezcla nunca me lo había comido. Él empieza a reírse.

- ¿De qué te ríes? - le pregunto seria y apoyando mi cadera en la encimera.

- De la cara que has puesto - dice sin dejar de reírse. No sé qué gracia le hace mi cara. Ni me he visto -. Es que no te has visto - suelta la espátula en la encimera y cierra los ojos muerto de risa. Definitivamente este chico me lee la mente.

- Buenooooo... - no puedo hacer otra cosa -. ¿Te ayudo en algo o vas a seguir riéndote de mí? - sigue riéndose, me encanta verlo reír y ver su sonrisa sincera. Tanto, que me la contagia y me río con él.

Nos miramos y nos sonreímos. La conexión entre nosotros es alarmante. No la había tenido nunca con nadie. Entonces, recuerdo la confesión de esta mañana. Definitivamente, si confío en él. Le he contado algo que pocas personas saben. Realmente las únicas personas que lo saben son, mi amiga Colette, mi familia y, ahora, él. Nunca lo suelo contar, y menos a gente en la que no confío y que no conozco, es lo más normal. Soy muy reservada con mis cosas, pero con él me pasa algo que no sé explicar.

- Gracias - de repente dice, dejando de sonreír, apartando su mirada de la mía y volviendo a prestar la atención a la comida.

- ¿Por qué? - pregunto confundida por su repentino agradecimiento.

- Por confiar en mí y contarme una cosa tan fuerte.

Nos quedamos en silencio. Después de unos minutos más, ponemos la mesa juntos todavía en silencio, prepara los platos y nos sentamos en la mesa aún en silencio. No decimos ni una palabra.

- Denada - digo de repente tras coger con el tenedor un trozo de pollo para meterlo en mi boca. Lo degusto lentamente y cierro los ojos.

- ¿Está bueno? - pregunta sin probar todavía ni un bocado de su plato, solo mirándome a mí.

Tanto como tú lo dudo.

- ¿Sólo eso? ¡Dios mío, pero que manos tienes! - frunzo el entrecejo y miro mi plato para seguir comiendo con unas ansias tremendas. Lo escucho reírse de nuevo y lo miro.

Suelto una risa tonta y comenzamos a cenar contándonos cosas de nosotros, anécdotas que hemos pasado de chicos, cosas embarazosas que hemos hecho en la vida,...

Nunca me había reído tanto en mi vida como en estos momentos.

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