Capítulo 29

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Nos vamos

Que bonito es, cuando te levantas una mañana y te sientes guapa, te sientes hermosa, te sientes con ganas de salir y darlo todo, te sientes con ganas de comerte el mundo entero

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Que bonito es, cuando te levantas una mañana y te sientes guapa, te sientes hermosa, te sientes con ganas de salir y darlo todo, te sientes con ganas de comerte el mundo entero. Y eso es lo que voy hacer hoy, esta noche.

Esta mañana, después de desayunar, Logan me ha propuesto salir hoy a tomar algo. Tras pensarlo en la ducha y mientras me vestía para salir a trabajar, he dicho que sí, acepto.

Creo que vamos a salir con su amigo, el del otro día cuando estaba mi amiga Colette aquí. Pero vamos a ser los 3 para desgracia de su amigo, porque mi amiga ya no está aquí. Se fue ayer según tenía previsto desde que vino el primer día. Lo raro de todo es que no me llamara ayer para despedirse de mí hasta la próxima vez que nos veamos.

En el espejo veo mi reflejo, llevo un vestido blanco por encima de las rodillas, muy lujoso. Presenta un escote redondo con mangas por el codo. Los encajes delicados y con cuentas brillantes cubren todo el busto. La espalda está cerrada con cremallera hasta el final de ésta. La falda de gasa suelta por encima de las rodillas hace que el vestido se vuelva interminablemente elegante.

Los zapatos de tacón son de color plata, preciosos. El bolso al conjunto con los zapatos. Me miro una vez más en el espejo, paso mis manos por el pelo, lo llevo suelto y liso, pongo la sonrisa de que hoy lo voy a dar todo tal y como me merezco, respiro hondo una última vez y salgo de mi habitación para encontrarme abajo con Logan.

Cuando bajo el último escalón, Logan está hablando por teléfono, mirando el suelo, apoyado en la encimera de la cocina. Lleva una camisa blanca por fuera de unos pantalones vaqueros gris oscuro y converse negras. El pelo lo lleva peinado hacia arriba y a lo loco. Va guapísimo. Me quedo embobada mirándolo como un niño chico mirando una piruleta en un puesto de chuches.

Es un chico muy guapo. Seguro que allá a dónde vaya, todas las chicas babean a su paso. Si no hubiera sido yo la que hubiera llamado para ser la nueva compañera de piso o, mejor dicho, apartamento, hubiera sido otra la que lo hubiera hecho. Pero da la casualidad de que he sido yo. Y aquí estoy, con más experiencias vividas como si llevara aquí un año contado.

Sigo mirándolo o, más bien, adorandolo como un dios griego, cuando él, sin dejar de hablar por teléfono, alza la mirada para posarla en mí. Me mira de arriba a abajo, percatándose de cómo voy vestida, hasta que llega a mis ojos y una sonrisa aparece en sus labios. En los míos aparece el mismo gesto y noto como mis pómulos se colorean y me entra calor. Me paso la mano por el cuello y miro al suelo nerviosa.

- Bueno, ya vamos hablando - dice antes de colgar y meterse el móvil en el bolsillo trasero de su pantalón. Sigue con su mirada fija en mí y se acerca lentamente -. Vas muy guapa, bruja.

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