Prólogo: Reencuentro inesperado

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Hace once años, Kamado Tanjiro tenía tan solo cuatro años cuando tuvo su primer e inocente ilusión, a la cual le había prometido que en cuanto fueran adultos la haría su esposa. Al cumplir doce, su familia fue asesinada y su hermana se había vuelto un demonio, haciendo que cualquiera de sus planes futuros se viese destruido en cuanto decidió volverse cazador y derrotar a Kibutsuji Muzan. 

A los quince, cuando se rompió varias costillas luego de algunas misiones se enamoro perdidamente de la joven doncella de la casa de las glicinas, donde se hospedó junto a su compañero Zenitsu. Terco, tardó en admitir sus sentimientos por la de catorce, quien resultó ser además su primer amor de la infancia. Aunque claro, él era el único que lo recordaba.

Tras varios sucesos, al final llegaron a establecer una bella relación con besos y caricias incluidas, sin embargo, tuvo que toparse con la cruda realidad de su actual labor en el cuerpo de cazadores y deber de hermano mayor. Despidiéndose así de su amada para siempre, aún con las súplicas de esta y emprendiendo sin mirar atrás su siguiente misión como asesino de demonios. 

Ahora, luego de seis duros meses intentando olvidarle. La tenía allí, enfrente suyo, parecía un sueño, creía que nunca más volvería a verla. Había crecido unos centímetros más, su rostro se había vuelto más delicado, su cabello seguía corto pero así le quedaba perfecto y desprendía un aroma mucho más intenso. De aquel que podría volverse adicto e ignorar cualquier otro olor insignificante alrededor.

-Inoko- Pronunciaba su nombre dulcemente, tenía unas enormes ganas de besarle allí mismo, pedirle ser su esposa y no soltarla nunca más. Quizás ya era hora que dejase de ser amigo de Agatsuma, era una muy mala influencia para él. 

-¿Disculpa? ¿Te conozco?- Le miraba fijamente confundida- ¿Quién eres? Y ¿Qué haces aquí en mi cuarto?

Era un chiste, un muy mal chiste para su gusto ¿Era enserio? La chica debía seguir molesta con él por haberla abandonado anteriormente y ahora lo trataba de esa fría manera en venganza.

-Estas bromeando, Ino-chan ¿Cierto?- Cerraba la puerta de la habitación intentando tener más privacidad- Sabes quién soy, ya sabes, Kamado Tanjiro, nosotros dos éramos...

No pudo completar la frase y es que...

¿Qué eran exactamente? ¿Amigos? No, ya habían pasado esa barrera en cuanto la besó por primera vez. Entonces ¿Eran amantes? ¿Quizás novios o prometidos? Tampoco, ni siquiera le había dicho que le gustaba y la consideraba su destinada futura esposa. 

Vaya, tenía mucho que aclarar con la azabache. Pero, obviando aquello, eso no justificaba que terminase olvidandolo. Aún sin nombre, ambos habían construido una conexión única y especial en un solo mes y medio que pareció una eternidad.

-Pues debes confundirme con alguien más- Hacia un gesto de desprecio y le daba la espalda-Nunca he conocido a ningún Kamaboko Gompachiro y tampoco me relaciono con asquerosos humanos como tú ¿Podrías ya irte? ¿O tengo que echarte yo misma?

-Inoko, ya fue suficiente- Impulsivamente le tomó del hombro para que le mirase de frente cuando se dio cuenta que bajo sin querer más el yukata que estaba mal puesto-¿Cómo puedes haber...?

-¿Qué pasa? ¿Por qué te me quedas mirando como idiota?- La prenda que llevaba mostraba sus hombros desnudos al descubierto y en cualquier momento iba a caerse más revelando su pecho- ¿Tengo algo en la cara o qué?

-¿Qué pasa? ¿Por qué te me quedas mirando como idiota?- La prenda que llevaba mostraba sus hombros desnudos al descubierto y en cualquier momento iba a caerse más revelando su pecho- ¿Tengo algo en la cara o qué?

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-¡Lo lamento, Inoko! No debí haber entrado sin tocar- Sin mirar intentó acomodar aquella ligera tela con su mano no lastimada teniendo cuidado de no rozar su piel.

-¡Hey! ¡¿Qué te pasa, tarado?!- No tenía sentido del pudor y forcejeaba evitando que el otro cumpliera su cometido- ¡Me muero de calor! ¡¿Por qué me ajustas esa cosa?!

-Lo siento, pero no es adecuado que andes así- Le regañaba algo avergonzado también- Quédate quieta y déjame acomodarlo o sino... ¡Ahh!

Entre los forcejeos de Hashibira e intentos de Kamado en vestirla, ambos terminaron cayendo al suelo, terminando la chica encima suyo. Había una muy corta distancia separando sus rostros.

-Oye, Inoko- Con el rostro enrojecido y llorando acariciaba suavemente su mejilla para preguntar por última vez- En verdad ¿No recuerdas nada sobre mí? ¿Ni siquiera un poco? Por favor, no juegues conmigo así.

-¡TE DIGO QUE NO! ¿Por qué tengo que repetírtelo? - Cada vez estaba más confundida de ese extraño tipo- ¡¿Y por qué lloras?! No tengo idea de quién seas pero, mmm... Por alguna extraña razón no sé porqué aún no te he dado un puñetazo... y... se siente raro mi estomago ¡¿Qué me has hecho, desgraciado?!

No estaba mintiendo, por alguna extraña razón Inoko lo había borrado de sus recuerdos nuevamente y era muy doloroso. Pero, al menos agradecía que en su inconsciente hubiese rastro de lo que provocaba él en ella.

-En ese caso- Acortó cada vez más la distancia entre ambos- ¿Puedo al menos intentar recordartelo? 

-¿Ha? ¡Déjame en p...!- Los labios de aquel "desconocido" se posaron sobre los suyos suavemente callandola.

Cerró los ojos de forma instantánea, hipnotizada por el gesto y las suaves caricias que le daba el peliburdeos con aquella mano algo rasposa por los callos que tenía. Que iban desde su mejilla y bajaban a su cuello como hombros aún descubiertos.

-Inoko, estoy enamorado de ti- Se confesaba, al menos haría ahora las cosas adecuadamente y no guardaría sus sentimientos- Me gustas mucho, desde antes y hasta ahora. Perdona si fui un tonto y te aparte de mi lado. Yo... No puedo ofrecerte seguridad ni toda la felicidad que te mereces pero ¿Quisieras...?

-Disculpe la intromisión, Inoko-san. Le traigo unos regalos de parte de...- Uno de los sirvientes de aquel lugar entraba al cuarto hayando una no muy grata escena- Pero ¡¿Qué está pasando aquí?!

-Ah, mil disculpas. Puedo explicarlo, Daichi-san- Muy avergonzado y rojo hasta las orejas apartó cuidadosamente a la chica de él para ponerse de pie- Inoko y yo, ya nos conocíamos y...

-No necesito explicaciones. Todos los cazadores que han venido son unos malditos descarados e indecorosos- Daichi lo tomaba del cuello y lo llevaba fuera de la alcoba- No entiendo su obsesión por la prometida de Ren-sama, pero será mejor que se comporten o me veré obligado a desalojarlos a todos ¿Entendieron?

Cerró la puerta en su cara fuertemente, prohibiendo el paso al de aretes hanafuda.

¿Había escuchado bien? La palabra "prometida" retumbaba en su cabeza ¿Por qué el destino era tan cruel con él? Primero le quitaba a su familia, luego le quitaba la humanidad a su hermana y le daba un empleo del cual precisamente no disfrutaba ¿Y ahora esto?

Justo cuando estaba dispuesto a ya no renunciar a Inoko, ella ya estaba comprometida y con el futuro patrón de la residencia que ahora le daba alojo.

Oh, mi adorada princesa jabalí! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora