Episodio 22: El sí de toda la vida

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11 de diciembre

En la casa de glicinas de la familia Fujihana, desde muy temprano todos andaban muy ocupados realizando los preparativos tanto de la fiesta y ceremonia especial que se realizaría ese día.

Y después de mucha pelea y zarandeos, por fin habían logrado colocar a la novia presentable para ir al templo a contraer sus votos

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Y después de mucha pelea y zarandeos, por fin habían logrado colocar a la novia presentable para ir al templo a contraer sus votos.

-Inoko, ya es hora para ir yendo al...- La anciana Hisa iba a ver a su querida nieta cuando encontró su alcoba vacía y a varias niñas preocupadas buscando en todos lados- ¿Dónde está Inoko?

-No lo sabemos- Sumi le explicaba- Fuimos por un par nuevo de getas hace un momento y cuando volvimos ya no estaba.

-¿No creen que se habrá arrepentido de casarse?- Naho se asustaba- ¿No, verdad?

-¡Hay que encontrarla de una vez!- Kiyo les mencionaba- Quizás este en otro espacio de la casa o se haya ido a las montañas, waah, solo espero no ensucie el shiramuko.

Mientras tanto, en otro cuarto que se encontraba hasta el extremo contrario, Tanjiro se disponía a sacarse su uniforme de cazadores. Al principio solo pensaba asistir así, hasta que el señor Urokodaki había insistido en que vistiera el tradicional montsuki, el cual le habían conseguido para ese día.

En un principio solo pensaba realizar una ceremonia simple y más que nada conmemorativa, pues apenas podía cubrir el costo de los papeles y la ofrenda del altar. No obstante, nunca espero que tanto Hisa y algunos de sus conocidos, incluyendo algunos de los pilares se ofrecieran a encargarse de todos los gastos para la ceremonia completa e inclusive la recepción. No sabía cómo poder devolverles el gran gesto hospitalario.

Se acababa de quitar su acostumbrado haori a cuadros y procedía a desabotonar su chaqueta negra cuando alguien entró de repente.

-Ah, Urokodaki-san- Pensó que era el mayor, quien tomaría el lugar de su padre en el ritual- Ya me apresuro, solo deme unos minutos más, no tardo nada.

-¿Tu traje también es ridículo?- Se trataba de Inoko en realidad, quien intentaba sentarse como podía en aquel tatami- Esta cosa de la cabeza pesa ¿Enserio debo traer todo esto para ser tu esposa? Qué fastidio.

-¿Ino-chan? ¿Qué haces aquí?- Cuando se volteó a verla quedo anonadado, el blanco le quedaba perfecto- ¿De verdad no estoy soñando? ¿Voy a casarme contigo, Inoko?

-¿Ino-chan? ¿Qué haces aquí?- Cuando se volteó a verla quedo anonadado, el blanco le quedaba perfecto- ¿De verdad no estoy soñando? ¿Voy a casarme contigo, Inoko?

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Oh, mi adorada princesa jabalí! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora