Episodio 07: Una intrusa

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El camino hasta el monte Natagumo desde allí era largo. Ahora entendían el porqué de la impaciencia del cuervo. Lo mejor era llegar rápido, aunque eso implicase no tomar ningún descanso.

Iban a mitad del viaje cuando se detuvieron ya que Kamado sentía que no podía mas, sudaba mucho.

-Tanjiro ¿Te sientes bien?- El rubio estaba preocupado por su estado- Has estado caminando lentamente desde hace rato. Podemos hacer una pausa si quieres, solo nos tomará un día más llegar allí.

-No es nada, solo- Intentaba acomodar los tirantes de la caja que le apretaban- Creo que Nezuko ha subido algo de peso, eso es todo. Quizás si solo recobró el aliento un minuto podré seguir cargan... ¡Auch! ¡¿Zenitsu, qué te pasa?!

-¡Maldito! ¡¿Cómo te atreves a decirle gorda a mi amada Nezuko-chan? ¡Imperdonable!- Le había golpeado por su osadía a su compañero- ¡Lo que ocurre es que tú eres muy débil! ¡Dame eso! ¡Yo llevaré a Nezuko-chan!

Sin más, le arrebató la caja al de la cicatriz y en cuanto se lo puso en los hombros pudo sentir un enorme peso en su espalda que no aguantó ni un minuto y se le cayó la pieza de madera.

-¡Nezuko-chan! ¡Perdóname!- Lloraba porque seguro había lastimado a la joven- ¿Nezuko-chan?

Se abrió la caja y para sorpresa de los dos salió Inoko, algo irreconocible al llevar su máscara de jabalí y portar un pantalón del cuerpo de cazadores rodeado de pelaje, además de dos espadas nichirinto algo magulladas y sin empuñadura.

-¡¿Dónde están los demonios?!- En pose de batalla buscaba a sus enemigos pensando que se trataba de un ataque- ¡Ni crean que podrán vencerme! ¡Hahaha!

Saltaba emocionada por la adrenalina que sentía en ese momento y a la vez que se movía también lo hacían sus pechos desnudos. Haciendo que Agatsuma terminara desmayándose tras sangrar por la nariz.

-¡¡INOKO!!- Tanjiro obviamente también estaba avergonzado de verla sin nada arriba y a la vez molesto de que escapara de casa- ¡¿Qué haces aquí?! ¡Cúbrete con esto de inmediato!

-¡Pues claro que vine a ayudarte, Monjiro!- Le había puesto su haori a cuadros encima- ¡Te acompaño a la batalla! ¿Y los demonios? ¡Hey! ¡Quítame esto que molesta!

-¡Ni hablar! Eres una chica, debes de cubrirte adecuadamente- Le tomaba de los hombros regañandole- Aún ni siquiera llegamos a la misión ¿Y de dónde conseguiste esas espadas y ropa? No ¿Cómo llegaste a meterte en la caja de...? ¡Oh, no! ¡Nezuko!

Fue por la caja que por suerte no le había dado el sol y podía ver en el fondo a su hermana menor escondida que había tomado forma de un bebé.

-Ah, gracias al cielo estás bien Nezuko- Cerró la puerta para impedir que entrara cualquier rayo solar- Inoko, eso fue muy peligroso de tu parte. No sé como convenciste a...

-Son rosas... De un lindo color rosa y seguro son tan suaves como el pudín- Zenitsu recobraba la consciencia y lo primero que observó fue esa horrible máscara- ¿Un jabalí? ¿Qué hace un jabalí con el haori de Tanjiro?

-¡Oye!-Le quitó la cabeza disecada a la azabache- ¡Sueltala, Jinjitsu!

-¡¿Ha?! ¿Inoko?- Se sorprendió al ver que estaba la chica allí y más a medio vestir- ¡Gyahh! ¡No me mates! ¡No vi nada, no vi nada!

Y sin querer bajo la mirada para notar el contorno de los pechos de la joven aún algo descubiertos porque el haori no los cubría del todo. Otra vez volvió a tener una hemorragia nasal.

-¡No te atrevas a mirar de nuevo el escote a mi novia!- Esta vez Tanjiro le propino un coscorrón en la cabeza a su amigo- Bien, eso es todo

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-¡No te atrevas a mirar de nuevo el escote a mi novia!- Esta vez Tanjiro le propino un coscorrón en la cabeza a su amigo- Bien, eso es todo. Se acabó el juego, Inoko volverás a casa. Tu madre debe estar muy preocupada y debes devolver esas espadas a sus dueños. Sé que no quieres estar separada de mí pero, no puedes simple...

-¡Ni hablar! ¡No voy a regresar ahora después que vine hasta aquí!- Decía muy convencida- No estoy jugando ¡Quiero acabar con los demonios yo también! ¡Esto no tiene nada que ver contigo, Gompachiro! ¡Es mi decisión! ¡Y si no me llevas con ellos, yo misma los buscaré por mi cuenta!

-¡Que no! ¡No voy a permitir que te expongas a ese tipo de riesgos!- Le alzaba la voz intentando que le hiciera caso- Vas a volver ahora mismo con Hisa-san y ¡Punto final, Inoko! ¡Si quieres acabar a los demonios entonces ayuda a los heridos desde casa y ya! ¡No necesitas venir a combatir!

-¡¿Ha?! ¡Solo los cobardes se quedan en casa! ¡Y yo no le tengo miedo a nada!- Terca insistía- ¡Ya viste de lo que soy capaz! ¡Soy incluso más fuerte que tú! ¡¿Porque tu hermana pequeña y la nenita llorona de Monitsu pueden acompañarte a pelear y yo no?! ¡Yo sería una gran cazadora si me lo propusiera y si podría servirte de apoyo!

-¡No metas a Nezuko en esto! Ella puede regenerarse porque es un demonio, por eso viene conmigo ¡Tú en cambio no, entiende!- Estaba al borde de estallar- ¡No pienso perder a un ser querido en manos de un demonio! ¡No de nuevo!

-Oigan, chicos-Agatsuma intentaba llamarlos- Disculpen si interrumpo su pelea de pareja pero...

-¡¿QUÉ?!- Ambos le gritaron aun molestos el uno con el otro.

-¡Lo siento!- Se disculpaba asustado sin antes señalarles- Solo quería decirles que los campesinos locales nos están mirando raro y más a Inoko por su vestimenta.

Detuvieron su inacabable discusión y fueron por otro camino, donde no llamasen tanto la atención. Luego de que el peliburdeos vendara a la fuerza a su novia para cubrir su pecho por completo, claro esta.

En su camino, para su suerte encontraron una pequeña posada con el distintivo logo de las glicinas en cuanto cruzaron por un pueblo.

Decidieron pasar la noche allí, los tres compartirían la habitación para ahorrar las molestias. Y con un biombo de bambú para separar el futon de la joven con el de los chicos.

-Inoko, ten, pontelo- Tanjiro le entregó un kimono azul más una yukata interior blanca- La señora de la casa me lo dio amablemente. Dijo que pertenecía a una de sus hijas pero que ya no lo usa, así que no hay problema.

-¡¿Ha?! Ni hablar- Tiraba la prenda al suelo- ¡Eso solo me asfiaxiara y entorpecera mis sentidos en la batalla!

-No te lo estoy pidiendo ¡Es una orden!- Volvía a discutir con ella- ¡Y no vas a ir a combatir! Ya hable con los dueños de aquí y te quedarás con ellos hasta que finalice mi misión y vuelva por ti para de allí llevarte con Hisa-san ¡Y no acepto un no! ¡Te quedas porque sí!

-¡Tú no eres quién para darme órdenes!- Inflaba las mejillas muy enfurecida- ¡Te odio, Tanjiro! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡No me entiendes para nada!

Zenitsu quien de nuevo, sobraba en esa habitación pudo oír como algo se rompía en el de cabellos burdeos tras oír esas palabras.

-¡Pues odiame todo lo que quieras! ¡Ni sé porque discuto contigo si ni quieres hacerme caso!- Nunca lo había visto así a su compañero- ¿Sabes qué? Aún no entiendo porqué me tuvo que gustar alguien como tú. Eres terca, no tienes modales y te comportas peor que mi hermanito de 4 años ¡Haz lo que sé te de la gana! Pero, créeme cuando lo digo, vuelves a tomar una espada y te olvidas de mí ¡¿Entendiste?!

El Kamado mayor le dio la espalda a Hashibira quien aún procesaba lo que le había dicho. Molesta, bufó unas maldiciones y se metió en su futón sin dejar de gruñir.

-Tanjirooo- Agatsuma trataba de hacerle entrar en razón- No es que quiera meterme en sus problemas de pareja pero... ¿No fuiste algo duro con ella?

El de la cicatriz le mandó una mirada molesta, la cual intimido al otro y le hizo cubrirse con las mantas asustado, para también irse a dormir pronto.

Oh, mi adorada princesa jabalí! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora