Susan repaso en su mente lo que había aprendido. Entonces, las mujeres del planeta de Jungkook eran consideradas sagradas, tenían la oportunidad de elegir entre muchos machos y recibían placer de quien la estaba cortejando, además de regalos. Y sumado a eso, el tener sexo— o aparearse, como dijo Jungkook— con ellas y no fecundarlas era conocido como una falta de respeto o insulto, ya que eso significaba que no se consideraba digna a la mujer para tener sus propias crías o era algo similar a una burla, un juego. Por supuesto, según Jungkook, aquello era castigado, ¿Como? Jungkook decidió no decírselo, alegando que era algo que ella no necesitaba saber porque nunca le ocurriría.
Nadie iba a jugar con ella, él no le permitiría.
Una sensación placentera la recorrió cuando escuchó a Jungkook decir eso último. Él quería protegerla de todo.
— Susy, los siento. — la chica a su lado la miró tímidamente, sus mejillas rojas. — No sabía yo... Pensé... — la chica de cabellos negros suspiró. — Ya sabes que siempre entró a tu habitación apenas llego, es una costumbre desde niña... No sabía que estabas con un hombre.
Susan se sonrojó. — No importa. — río avergonzado. — Es... No lo sabías, Cam.
Camille se removió en su lugar, incómoda.
El silencio se cernió entre ambas amigas, quienes se observaban en silencio, analizándose mutuamente.
— ¿No tienes nada que decirme? — preguntó Susan.
Camille mordió su labio. — Lo sabes. — aseguró. —¿No tienes tú algo que decirme?
— Quiero oír lo tuyo primero, tu versión. —Susan dijo con la intención de tratar de evitar el tema de Jungkook lo más posible. —Luego sigo yo, supongo.
— Solo... Bebimos, una cosa llevo a la otra y terminamos teniendo relaciones. — confesó. — Ni siquiera sé en que pensábamos.
— No pensaban. — declaró Susan, mirándola seriamente.
— Tienes razón, no lo hacíamos. Y ahora... — Camille suspiró.
Pasos se escucharon y ambas amigas guardaron silencio, ante la nueva presencia en el living. Camille frunció el ceño, mirando al draakoniano, ladeó ligeramente su cabeza confundida, antes de parpadear rápidamente, asustada, sin emitir sonido alguno.
Jungkook miró a la hembra curioso. Olía ligeramente a hembra en cinta, además de a su propio aroma dulce mezclado con la abrumadora ansiedad y miedo.
Él draakoniano fue invadido por un sentimiento protector, probablemente porque era una hembra en cinta, por lo que, rápidamente se acercó a ella y colocó una mano sobre su hombro descubierto gracias a su vestido. Sonrió ligeramente cuando vio que la mujer estaba más calmada.
— Soy Jungkook. — se presentó, antes de sentir unas manos en su espalda.
Jungkook gruñó.
— Si, si, gruñe lo que quieras alienígena calenturiento. Tú y yo tenemos que hablar muy seriamente algunas cosas. — dijo Michael, empujando a Jungkook divertido.
Jungkook le gruñó. — No quiero hablar contigo, humano mentiroso.
Michael le había hecho un truco de magia a Jungkook antes de que este bajase, uno que el draakoniano rápidamente descubrió. El alienígena estaba enojado por eso, él no era un tonto como para que lo engañaran de esa manera.
— Y las chicas no te quieren aquí. Susan y Cam, perdón, digo, Sylver, necesitan hablar cosas de chicas o lo que sea. No quieres estar aquí y ella no te quieren aquí. — bufó Michael. — Vamos, vamos, grandote. Tenemos cosas de hombres que hacer.
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DRAAKON |JJK| (#1)
General Fiction¿Podrán dos diferentes especies abandonar todo lo que conocen y entregarse al amor o se perderán en el intento?