DRAAKON |JJK| (#1)

Capítulo 13: Nuestra primera vez.

Un gemido escapo de los labios de Susan, tras tener a Jungkook dando suaves mordidas a su cuello, lamiendo y chupando hasta dejar pequeñas marcas.

Las manos del alienígena comenzaron a acariciar cada parte del cuerpo de la chica, haciéndola soltar pequeños suspiros de placer. Cada parte donde él tocaba, quemaba, ardía como un fuego ardiente e intenso que se hacía adictivo cada vez. Susan estaba segura de que, incluso si lo desease —y no lo hacía—, ella no podría negarse al toque del hombre alienígena, puesto que él sabía exactamente donde tocar, como si fuese el jodido arquitecto que la diseño y el escultor que le creo. Y eso a la chica le gustaba.

Jungkook encendía una llama intensa de deseo en ella que jamás había sentido con nadie. Además, y sumado a eso, un aroma increíblemente delicioso provenía de él, era varonil, pero dulce y picante al mismo tiempo con algo en tierra de ella, una mezcla extraña pero que parecía funcionar a la perfección en él y provocaba que su sangre se calentase aún más.

Sin saber cómo, ella estaba sobre la cama, de espaldas, su mirada clavada en el techo.

Los labios de Jungkook fueron a parar a sus muslos internos, mordiéndolos suavemente, para después subir inhalando con satisfacción el aroma a excitación que provenía de la chica.

Susan jadeo, un suave beso fue dejado en su centro, antes de que la hábil lengua de Jungkook comenzase a jugar con su clítoris, provocándole múltiples jadeos y suspiros.

Las manos de Susan, sin que ella fuese consciente de ello, fueron a parar a los cabellos de Jungkook, tirando de ellos para acercarlo más en tanto movía sus caderas con desesperación deseando correrse. Las fuertes manos del hombre apresaron la cadera de la chica, dejándola inmovilizada, en tanto seguía muy felizmente con su tarea, disfrutando de los deliciosos gemidos que escapaban de los labios de Susan.

Satisfacer a la que él y su dragón consideraban como su mujer, su hembra, su pareja, era, para él, algo que le hacía sentir lleno. Un sentimiento de orgullo y satisfacción se formaba en su pecho, siendo superado solamente por el deseo de entregarle más de él a ella.

Los Draakonianos eran conocidos en el universo por ser unos amantes natos, apasionados y entregados a su pareja. Para ellos, solo existía la mujer a la que amaban y su familia. Y era sabidos por todos, además, que los Draakonii's rojos eran los que más se entregaban a su pareja, amándola con locura, con pasión y dando todo de si para ella en todo momento, puesto que para ellos su pareja era única y preciosa. Muchos decían, que al ser los Draakonii's rojos una raza de guerreros y no saber a menudo nada más sobre batallas, ni poseer tanta inteligencia como los Draakonii's blancos, es que era por eso que ellos se entregaban a su hembra de esa manera tan apasionada y la sobreprotegían en exceso.

Cosa que era desmentida por los demás Draakonianos, puesto que, en su planeta, cada macho independientemente de la tribu a la que perteneciese, era igual con su hembra. Algunos solo eran más apasionados que otros.

Jungkook sabía, que los Draakonii's eran así porque ellos amaban demasiado a su pareja y solo deseaban su bienestar para toda la vida. Ya que, al ser ellos una raza que vivía más de mil años y que tomaban solo a una pareja en su vida, temían el perderla. Porque perder a su pareja, a su mujer, significaba su fin.

Un draakoniano prefería, muchas veces, suicidarse que vivir el resto que le quedaba de vida sin su pareja, sin la persona a la que amaban.

De hecho, el mismo Jungkook tenía un padre que se suicidó después de perder a su madre, dejándolo solo y abandonado desde la tierna edad de doce años, cuando él era aún un pequeño cachorro. Jungkook no odiaba a su padre, él lo entendía, él vio en carne propia cuanto luchó el hombre para poder criarlo aún con su dolor y la enfermedad que había comenzado a atacarlo producto de su tristeza. Sin embargo, y un día él Draakonii simplemente no pudo más y se suicidó de la forma más honorable posible, en batalla para proteger a su pueblo.