El regresó del Skylander Spyro: El sombrío teatro de Marionetas 01

PROLOGO: SE LEVANTA EL TELON

Se escuchaba el agua que surgía de la fuente en la lúgubre guarida, la cual se encontraba en el medio de una redoma con pisos de lozas grisáceas y los contornos poseían barandas de la misma piedra.

Unas antorchas a los lados de un arco de empedrado, deslumbraron levemente la joven cara de una hechicera con ojos de iris rojiza, el cabello largo del mismo tono se ladeaba con delicadeza, mientras que contemplaba una especie de bestia con piel pálida atada a la pared por esposas de oro, la boca de la misma estaba abierta enseñando sus dientes afilados de gama blanca y su áspera lengua, delante de esta, había una especie de círculo mágico color rojizo, tenía el delineado de una estrella de cuatro puntas, sobre estas residían los símbolos elementales del rayo, fuego, tierra y hielo. Estos deslumbraban de forma leve unas calaveras que yacían apiladas en los laterales del desnivel.

—Amadeus Rey Marioneta, espere dos días más.... —dijo la hechicera con un ladear de la única negra que llevaba, la misma estiro un pie, semi-doblando la rodilla y pego la otra del suelo de lozas antiguas—. Para que se lleve a cabo la gran ceremonia, donde podremos tener la energía elemental más pura para despertarlo y regresar su cuerpo a la vida.

—Estaré esperando... —Se escuchó una voz sepulcral, proveniente de la criatura encadenada en la pared de ladrillos grises; debido a lo viejo que eran algunos estaban desquebrajados y otros se encontraban llenos de raíces, el extraño ser se movía como si fuera una bolsa de carne; este no movía los labios, solo hacia gruñidos y babeaba—. Sin embargo hay seres que intentaran acabarnos, la luz de los elementos guardianes.... Más que todo... la purpura y la azulada, puedo sentir un gran poder en el interior de ese dragón.

—Bueno ¿me dejaría usted buscarlo? —contó la chica con una leve sonrisa, haciendo una reverencia con una cara segura—, Porque soy Eda. El pilar que lo resguarda.

—No... Te lo prohíbo, yo como espíritu demonice me encargare de hacerles sufrir —reputó la criatura con una voz grave, dejando pasmada a la hechicera oscura, la misma se mantenía en su posición de respeto—. En el viejo mundo, antes de llegar a este patético mundo de luz, ere aquel que jugaba juegos y trucos que mataban, pero los ancestros de Skylands me encerraron, ahora quiero regresar a la vida completamente... ¡Concéntrate en reunir almas y energías de los mortales!

—Si. Amo Amadeus —. La joven colocándose de pie, emprendió el paso con un pisar de sus botas de cuero, se dio la media vuelta para empezar a irse, extendió la mano izquierda para tocar; una de las barandas de la escaleras, las cuales estaban alineadas con el ente en el muro y alejado del círculo mágico, dando unos pasos se dispuso abajar. Avanzando por la redoma, donde escuchaba el agua de la fuente, diciendo—: Espero que sepa lo que hace....

—Maestro. ¿Por qué no nos aseguramos de cerrarle la entrada a más seres de Luz? —reputó una voz grave, mientras que al lado izquierdo aparecía la silueta de una criatura, la misma tenía un cuerpo humanoide, hocico como de perro, unos ojos de iris morada intensos y unas enormes alas como de murciélago, las cuales extendió un poco—. Qué os parece... ¿algo que no les dejara salir hasta que me maten?

—Bueno.... Puede ser.... —aclaró Amadeus con un enorme rugido—, Hazlo Oscuro.

—Como usted diga mi amo —dijo el ente concentrando sus energías.

De pronto del lago aparecieron unas luces moradas, estas iluminaban tanto la redoma como las barandas de piedra a sus laterales, las esferas levitaron hasta tocar el techo empedrado de la caverna, donde estaba la guarida. Iluminando las estacas de piedra de forma leve de algunas: caían gotas de agua y de otras no, estas salieron del antiguo teatro con paredes de ladrillo y formaron una capa de nubes alrededor de toda la isla, una neblina lúgubre se apodero de todo el sitio en un instante.

—Listo. De esa forma no aparecerán más entes de luz, si me necesitas estaré cerca —dijo el ente antes de desaparecer entre destellos rojos—. Solo convócame mi señor Amadeus.

—Lo tendré en cuenta...