cuatro.

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Tonta, tonta, tonta, ¿por qué siquiera pensé que me daría su número?

¿Quería su número de teléfono? Por supuesto que no, no podía salir con nadie aunque así lo quisiera.

—Y no quiero –aseguro.

—¿Perdón? –el hombre me mira confundido a través de sus gafas y niego.

—Lo siento, estaba pensando en voz alta –asiente e ignorándome continúa con el chequeo de la gata. Desde que había decidido quedarme con ella estaba decidido a hacerlo bien y el primer paso era sin duda la evaluación médica.

—Sorprendentemente es una gatita bastante saludable, todo se escucha bien dentro de ella y no hay malformaciones, está un poco baja de peso pero una vez que comiences a alimentarla adecuadamente seguramente mejorará, con ello también su pelaje y el color de sus ojos –explica, —comenzaremos a desparasitarla antes de las vacunas y me gustaría que consideraras la esterilización, es una gata mayor así que no sería bueno que quedara embarazada.

—Claro, usted solo dígame cuando es recomendable hacerlo y programamos la cita –aseguro. Me explica el ciclo de desparasitación y vacunas al que tenemos que someterla y cuando ofrece el servicio de estética lo tomo sin titubeo.

Treinta minutos más tarde salgo con una bola de pelos completamente blanca y esponjosa con olor a jabón dentro de una caja de viaje, una bolsa con comida para gatos, y juguetes, otra con arena para gato y productos de limpieza y una lista de indicaciones para su cuidado.

—Supongo que ahora necesitamos darle un nombre –murmuro para mí misma.

—Bienvenida a tu nuevo hogar –canturreó mientras la dejo salir de la caja, —es chiquito pero seguramente nos ajustaremos –anímo.

—Miaaau.


****


—Siéntete libre de conocer, colocaré tus cosas y te acomodaré tu propio espacio –como si entendiera comienza a caminar en dirección a la habitación.

Decido dejar su cama en la habitación justo frente a la mía y la caja de arena para gato en el baño. Escucho el tintineo de la campanilla de su nuevo collar a lo lejos y sonrío, si, había sido una buena idea.

El timbre de la puerta se escucha y frunzo el ceño, reviso el reloj en mi mano y entonces lo recuerdo, la instalación del servicio de internet y cable, camino hasta la puerta y el chico sonríe tan pronto me ve.

—Bueno, sin duda eres tan guapa como dijeron –suelta tomándome por sorpresa, parpadeo, —lo siento, eso se suponía que era un pensamiento y no debía ser escuchado –agrega a prisa, —vine a conectarte al mundo de la red –señala la placa sobre su camisa para confirmarlo.

—Bien... De acuerdo, pasa –me muevo para que entre.

—Miau –la presencia de mi nueva compañera atrae su atención y sonríe.

—En alguna parte de la ciudad hay una gata muy parecida a esta –dice mientras camina hacia la televisión, —es la gata de nadie pero de alguna forma la gata de todos, al menos hasta que alguno finalmente se decida a adoptarla –continúa, —posiblemente sea el departamento de bomberos, tienen trabajo gracias a ella –se ríe.

—En realidad es ella –admito y se gira con la ceja alzada.

—¿De verdad? –asiento, —Bueno, está sin duda es una buena noticia –dice y regresa su atención, —me aseguraré de correr la noticia para que no entren en pánico si dejan de verla por las calles –dice y me tenso, ¿y si se molestaban porque me había adueñado de una gata que todos querían? —van a estar felices de saber que está en buenas manos –continúa tranquilizando mis miedos internos, —de hecho si me lo permites tomaré una foto y se las mostraré para que vean lo bien que se encuentra ahora –me mira sobre su hombre y asiento asegurándole que estoy bien con eso, sonríe y regresa su atención a lo suyo. Veinte minutos más tarde ya hay internet y televisión por cable en casa.

—Muchas gracias –digo y camino hacia la mesa para tomar mi cartera y pagarle por el servicio.

—No es necesario, la instalación es a cuenta de la empresa –asegura negándose a tomar el dinero. Se inclina y toma una foto de la gata que se mantiene quieta y con la cabeza alzada como si estuviera posando, sonrío, —¿ya tiene un nombre? –pregunta cuando se levanta y niego, —Bueno, pues cuando lo tenga asegúrate de dejárnoslo saber, seguramente estaremos al pendiente de ella en un futuro –sonríe, —Bueno Elizabeth, ha sido un placer conocerte y bienvenida a la ciudad –con un guiño en despedida se gira y sale de casa.

—¿Son todos por aquí así de confiados? –Inquiero mirando a la bola peluda.

—Miaaaaau

—Sí, eso creí –digo y suspiro.

ENAMÓRATE DE MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora