veintiséis.

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—Necesito comprar algunos suministros de papelería también –le digo a Mason mientras caminamos dentro del centro comercial.

—¿No tienes una lista?

—¿Tienes las cosas separadas por departamentos? –dice sorprendido.

—Claro, ¿no es así como se hacen? Tienes que tener todo organizado, imagínate tenerlos al azar y pasar por la sopa, después ir al jabón y más tarde tienes que regresarte nuevamente al pasillo de las sopas porque olvidaste los condimentos, sería una pérdida de tiempo –sonríe.

—Realmente me voy a quedar contigo –dice tomándome por sorpresa, después toma el teléfono y revisa la lista, —bien, vamos primero al departamento de verdulería –murmura y avanza, completamente ajeno a lo que acaba de decir y lo que eso acaba de provocarme.


****


—Nos vemos más tarde –dice sobre mis labios y asiento, —sube a tu coche, me marcharé después de que te hayas puesto en marcha.

—¿Por qué tienes que ser tú el que me ve irse? –cuestiono y él sonríe ampliamente.

—Porque tu trasero es mucho mejor que el mío –dice con naturalidad.

—Bueno, esa es tu opinión –me quejo y su ceja se alza.

—¿Crees que tengo un buen trasero ojitos?

—Un buen trasero, y un increíble abdomen, y unos enormes brazos y...

—Un trabajo al que necesito reportarme en diez minutos –interrumpe, —y si sigues mirándome como si quieras saltarme encima no creo que pueda controlarme.

La noche anterior las cosas se habían puesto un poco calientes. No nos habíamos quitado la ropa pero a poco de hacerlo estuvimos, sus besos eran una especie de alucinógeno que me hace perderme en el momento y agregando sus manos jugando con mis pechos aún sobre la tela de la hoodie había estado a punto de pasarlo directo al home run.

—¿En qué estás pensando ojitos? Tus pupilas están completamente dilatadas ahora.

—En que es probable que esta noche me decida por una blusa más delgada para después de nuestro ejercicio.

—Carajo, izzy –gruñe y pasa las manos por su rostro, —estoy a nada de tomarte y empotrarte contra en capo de tu coche justo frente a tu trabajo, así que si no quieres recibir una llamada de atención mañana mueve tu bonito trasero dentro de el y vete a casa –aunque la idea es sumamente tentadora me apresuro dentro del coche. Agito mi mano en forma de despedida y me marcho.

Al llegar a casa acomodo nuestras compras, lleno el refrigerador, el dulcero en la sala y acomodo los productos para baño de hombre dentro de los muebles del baño, sonriendo ante lo extrañas que se ven las botellas negras entre las botellas rosas y blancas.

Una vez que termino acomodo los productos de papelería y trabajo en los materiales para las próximas clases. Ahora que los niños reconocían los colores básicos y los números del uno al diez, comenzaría a enseñarles más números y a identificar algunas letras. Esperaba poder comenzar a enseñarles a escribir para finales de noviembre.

Se supone que el primer año de jardín de infantes es solamente para que los niños se familiaricen al entorno y comprendan y se acostumbren a la rutina, quizá enseñarlos a sujetar su lápiz y ayudarlos a soltar la mano pero mis niños eran tan perspicaces e inteligente que me parecía un desperdicio de potencial quedarnos allí, además disfrutaban aprender tanto como yo disfrutaba enseñar.

Cuando no tengo más trabajo por hacer decido revisar mi correo y respondo el habitual correo de Freya en donde se queja de todo aquel que conoce agregando una invitación para que me visite cuando quiera. Después de todo era lo más cercano a una amiga que siempre tuve.

A las ocho en punto llaman a la puerta y al abrirla encuentro a Mason en su ropa deportiva con una mochila colgando de su hombro, misma que le quito enseguida y lanzo a los sillones.

—Vamos, entre más rápido terminemos con esto más rápido podemos regresar –tomo su mano y nos hago caminar hacia las escaleras, en donde el sonido de su risa provoca eco en todos los rincones.


****


El viernes de esa semana cuando el reloj marca las ocho y Mason se presenta me encuentro tirada en el sillón sin ganas de mover un dedo.

—¿Podemos no ir a correr hoy? Hoy estuvimos juntando quemados con los niños de Brianna y resulta que todos los niños de cuatro años son peligrosamente competitivos –me quejo y sonríe asintiendo.

—Supongo que eso puede contar como el ejercicio del día –concede y sonrío agradecida. Su mirada finalmente se dirige a mi cuerpo y frunce su ceño.

—¿Por qué estás usando ropa deportiva si no planeabas salir a correr?

—En realidad si planeaba salir a correr, pero mientras veía televisión comencé a tener mis dudas –admito haciéndolo reír, —ven, veamos una película –palmeo el sillón a mi lado y asiente caminando hasta mí. Una vez que se sienta me toma de las caderas y me acerca a él dejando que mi espalda se recargue contra su costado para que pueda recostar mi cabeza sobre su pecho.

—¿Cual vamos a ver?

—Otra recomendación de Brianna -digo y reviso mi teléfono, —dice, 365 o.... -me detengo cuando reconozco los títulos, —¿sabes qué? Veamos un nuevo capítulo de la serie...

—¿Por qué? Veamos una película –dice y toma el control, —déjame buscarla

—No, no importa, busquemos otra que.... –nuevamente me quedo en silencio cuando la encuentra y me mira con una ceja alzada cuando ve la imagen promocional.

—Sí, definitivamente quiero ver esta película contigo –asegura y presiona play antes de que pueda objetar. Suspiro y decido rendirme. ¿Qué podía pasar? Era solo una película.

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¿Alguien vio esa película?
No puedo creer lo lejos que vamos en esta historia, no quiero que termine pero si quiero que termine porque ya quiero escuchar su opinión de las siguientes historias 😌

ENAMÓRATE DE MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora