once.

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Detengo el auto en el estacionamiento y bajo justo cuando Mason se estaciona en el lugar siguiente. Un momento más tarde baja con una caja naranja en sus manos.

—¿Ese es el taladro? –Pregunto y asiente, destapa la caja para que pueda verlo, —sí, definitivamente yo no tengo uno de esos –aseguro, —¿puedo tocarlo? –su ceja se alza.

—¿Aquí? ¿Así de golpe? ¿Sin invitarme un café o una copa de vino? –frunzo el ceño confundida y entonces lo entiendo, abro mucho los ojos alarmada.

—¡EL TALADRO! -chillo y él comienza a reír.

—Puedes tocarlo ojitos, tanto como quieras –asegura, —y el taladro también –agrega y se carcajea más fuerte cuando golpeo su brazo.

—Eres un idiota –gruño y su ceja se alza mientras deja de reír.

—¿Miss ojitos también sabe decir groserías? –se burla.

—Claro, pero las reservo para los momentos adecuados –aseguro y noto como sus ojos se abren cuando entiende mis palabras ¿realmente creyó que lo dejaría quedarse con la última palabra? Sonrío y me giro abriendo la puerta del coche.

—Bueno mierda, ¿qué se supone que responda a eso? –lo escucho decir unos segundos después, notando el cambio en su tono de voz. —Sujeta esto por mí para sacar las cosas –dice y me giro, tiendo mis manos, —sujétalo fuerte –advierte, —del mango, con toda tu palma –obedezco, —más firme –aprieto mi agarre, —no tengas miedo, no se va a romper –frunzo el ceño y aprieto mi agarre, ¿realmente estaba tan pesado? Lo miro esperando su siguiente indicación y encuentro sus ojos fijos sobre mí con un brillo completamente burlón en ellos, me toma un momento procesarlo y cuando lo hago siento como el sonrojo abraza hasta la punta de los dedos de mis pies, él comienza a reír soltando la caja, saca las cosas y cierra la puerta conmigo todavía en shock en el mismo lugar, —nunca intentes jugar contra un jugador ojitos –me guiña un ojo y comienza a caminar.

—¡realmente eres un idiota! –le gruño cuando logro salir de mi vergüenza, —y yo una presa demasiado fácil.


****


—Bienvenido a mi humilde hogar –murmuro mientras abro la puerta, Olivia aparece frente a nosotros y noto como los ojos de Mason se abren.

—¿No es esta la gata más problemática de todo Filadelfia? –canturrea divertido, deja las cosas sobre la mesa y se acerca a ella, —mírate nada más, eras realmente blanca debajo de toda la suciedad bola de pelos.

—Olivia –corrijo y me mira, —ese es su nuevo nombre, Olivia –señalo el collar con el dedo, la levanta un poco más dejando a la vista el dije en forma de flor que cuelga de un laso rosa.

—¡Incluso tienes collar! Eres toda una gata con clase ahora Olivia.

—Miaaaaaau –le responde y ambos nos miramos antes de ponernos a reír, la vuelve a dejar sobre sus patas.

—No queda ni huella de la gata que algún día fue –dice sorprendido.

—Totalmente su decisión –aseguro, —cuando le conté a mi mejor amiga sobre ella me dejó pensando si adoptarla era lo mejor para ella, después de todo su vida entera la pasó en la calle y podría realmente disfrutar de su vida libre, así que después de que la esterilizaran la semana pasada le quite la correa y le di la libertad de elegir si quería volver a ser libre o si realmente quería hacer esto conmigo, la gata perezosa ni siquiera se movió.

—¿No es eso un efecto de la amnesia? –molesta y me rio.

—¿Lo es? –sigo su juego y reímos de nuevo. Como todas las veces que me reía puedo sentir su mirada fija sobre mí, con la misma pregunta dibujada por todo su rostro, ¿por qué no llamaste?

ENAMÓRATE DE MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora