Capítulo 01

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No veía absolutamente nada. Sus zapatillas se hundían en la mullida moqueta del rellano. Sintió unas repentinas ganas de quitárselas para poder sentir aquella alfombra. Podía escuchar el ascensor cerrarse en busca de otro huésped de aquel edificio situado en el centro de Seúl. Se había sentido como una estrella de cine caminando por aquel barrio. Las tiendas que había solo eran grandes marcas, los escaparates estaban perfectamente decorados siguiendo una estética que cautivara al cliente, todo era publicidad. La gente iba caminando con su ropa cara sacada de boutiques. Los hombres con sus trajes, sus camisas recién sacadas de la tintorería y sus chaquetas a medida. Las mujeres con sus bolsos y sus tacones, aunque simplemente fueran a tomar un café. De pronto, al ver todo aquello, Eunha se sentía muy niña. Acaba de terminar su segundo año de universidad y estaba en sus veinte. Sin embargo, al estar rodeada de gente que acababa de terminar la carrera, comenzaba a trabajar y se compraba su primera casa, se sentía algo intimidada. De lo único que podía presumir es de ser propietaria de un estupendo coche, del cual no se quejaba para nada. La independencia era algo de lo que tampoco se podía quejar. En la residencia solo compartía habitación con una chica, Seeun, muy simpática, con la que además compartía clases. Psicología era una carrera fascinante para Eunha, sus notas eran altas y sus trabajos de sobresaliente. Le iba mucho mejor que en el instituto. La noche anterior había tenido su fiesta de fin de año, y aquella misma mañana partió hacia Seúl. Se había citado con su hermano en su nuevo piso. Eunha estaba impaciente por verlo, y a su hermano también. Jungkook la esperaba abajo, y sin dejarle preguntar nada, la dijo que se callara y que cerrase los ojos. Y así se mantuvo hasta que llegaron al rellano. Escuchó una llave meterse en una cerradura. La puerta se abrió. A su espalda una mano, empujó a Eunha para que atravesara la puerta. Pasó de los sigilosos pasos, y de la suave moqueta, al ruidoso sonido de sus zapatos en la deslizante tarima flotante.

—Espera un momento —escuchó la voz de su hermano de pronto.

Sus pasos se alejaron, y ya no le sentía cerca.

—Vamos, Jungkook. Quiero ver ya el dichoso ático para poder usar tu baño —se quejó Eunha con los ojos cerrados, impaciente.

—Ya está —dijo la voz de su hermano a distancia.

Los ojos de Eunha se abrieron pero su visión seguía estando en penumbras. De pronto, escuchó a su hermano al fondo pulsar un botón. Unas persianas eléctricas comenzaron a subir dejando entrar la luz del exterior, y apareciendo unas vistas espectaculares del centro de Seul. Y entonces pudo ver el apartamento por completo. Todo en él era negro, gris o blanco, de decoración minimalista. Moderno, sencillo, masculino y elegante. Si Eunha no hubiera sabido que aquel era el nuevo piso de Jungkook, habría pensado que sería el perfecto para él. Jungkook al fondo, la mirada con una sonrisa de par en par orgullosa y pedante.

—¿Qué te parece? —preguntó el azabache.

—Guau —dijo Eunha dando una vuelta sobre sí misma. Jungkook soltó una risita y se apartó de las ventanas, una enorme cristalera que llegaba del suelo al techo.

—Sí, lo sé —contestó Jungkook con una sobrada sonrisa metiéndose las manos en los bolsillos de sus vaqueros— ¿A qué es genial?

La miraba de Eunha viajaba por todo el piso. Cocina americana, muebles de diseño, decoración minimalista, todos los colores combinaban y todo estaba ordenado cuadriculadamente.

—Es genial —admitió Eunha, observando cada detalle—. No puedo esperar a ver el piso que papá me comprará a mí.

Jungkook frunció el ceño molesto por el comentario.

—No todo lo ha comprado papá —refunfuñó. Eunha le miró y bufó.

—Ah no, es verdad —soltó con tono irónico. Señaló sobre una de las mesas un marco de fotos donde aparecían Eunha, Jungkook y su padre—. Este marco te lo regalé yo.

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