Capítulo 02

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Suji, miró a Yoongi, y luego a Jungkook, captando al vuelo lo que ocurría allí. Sonrió divertida.

—Nos vemos, Jungkook —dijo saliendo al rellano.

El pálido pasó su mirada de los ojos color azul intenso del azabache, a los de color ámbar de la chica, dándose cuenta de su presencia por primera vez.

—Gracias por el albornoz —continuó la chica alejándose—. Te lo devolveré la próxima vez —la chica agarró con sus manos el albornoz, lo apretó junto a sus mejillas, y sonrió antes de cruzar la esquina del largo pasillo.

Yoongi siguió con la vista sus andares sinuosos y apretó los dientes, disgustado con solo verla. Cuando la perdió de vista se giró hacia Jungkook. El azabache levantó ambas manos en gesto conciliador.

—No pienses cosas raras... solo estaba... —comenzó Jungkook a excusarse.

—¿Puedo pasar? —le cortó Yoongi, sin ningún rastro de enfado en su expresión—. Quiero ver tu casa de una vez.

Jungkook se quedó aun clavado en el marco de la puerta.

—Sí, claro —se apresuró a decir apartándose para que el pálido pudiera pasar.

Yoongi entró, y por primera vez, Jungkook se fijó en que llevaba una caja entre las manos. La dejó junto a la puerta y paseó su mirada por el nuevo piso de su novio. Aquel lugar tenía el nombre de Jungkook grabado por cada esquina. Todo eran colores clásicos, cada cosa estaba en su sitio, impecable. Los muebles serían todos de grandes marcas, al igual que cada objeto electrónico, que serían de último modelo.

—Vaya... —dijo Yoongi sin poder evitar estar impresionado. ¿En qué momento se habían convertido en dos adultos independientes? Yoongi silbó pasando su mano por el lujoso sofá—. Tu padre no ha escatimado en gastos por lo que veo.

Jungkook frunció el ceño ante el primer comentario que soltaba el pálido sobre su piso.

—¿Tenéis que mencionar todos a mi padre cada vez que entráis? —inquirió molesto. Yoongi esbozó una pequeña sonrisa.

—Jungkook, no puedes ignorar el hecho de que eres un niño de papá —dijo a sabiendas de lo que le molestaba al azabache que le llamara así.

—¡No soy un...! —comenzó a decir, pero el pálido no le dejó acabar.

—Por cierto, Tucán, ¿a quién te refieres con todos? —inquirió Yoongi de pronto sentándose en el sofá, con una mirada sagaz—. A parte de la morena envuelta en tu albornoz.

El azabache se tensó, sabía que Yoongi no iba a dejar pasar el asunto así como así.

—Mi hermana ha estado aquí esta tarde. Pero es la única —se apresuró a asegurarle, y se dispuso a usar la baza romántica en el asunto. Se sentó junto a Yoongi y apoyó su mano en el muslo del pálido—. Quería que fueses el primero en verlo... —dijo con una mirada dulce y una sonrisa encantadora. Los hombros de Yoongi se relajaron un poco al escuchar aquellas palabras.

—Bueno, el segundo tampoco está mal... —dijo recostándose en el respaldo del mullido del sofá. Jungkook sonrió al ver que había funcionado—. ¿O debería decir el tercero? —inquirió Yoongi enarcando una ceja. Jungkook resopló.

—Deja de tirármelas... —le dijo enfadado y levantándose de golpe del sofá—. Es mi vecina, ha tenido un problema con la cerradura y...

—Está bien, está bien. No te he pedido explicaciones —dijo el pálido con una risa relajada. En realidad, no estaba celoso por aquella tía de curvas sensuales, porque sabía muy bien que al azabache las curvas y las morenas le daban totalmente igual, ya que prefería los músculos y los pálidos. Solo quería molestarle un poco. Yoongi paseó de nuevo su mirada por el piso—.El piso es increíble... pero no sé si sabrás arreglártelas solo... —apuntó de pronto. Jungkook entrecerró los ojos.

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