Capítulo 17

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—¿Por qué tenemos que ir nosotros? —quiso saber Zico siguiendo a sus tres amigos por las calurosas calles de Beverly Hills.

Jimin tenía tantas ganas de ir como Zico, pero al ser su boda, no tenía más remedio que ser el que tiraba de sus amigos para aquellos eventos.

—Porque tú también vas a llevar traje, ¿no? —inquirió Jimin.

—Pero solo porque me obligáis —contestó Zico—. Yo podría ir con cualquier cosa.

Yoongi se metió las manos en los bolsillos y miró hacia atrás sin dejar de caminar.

—Si me hubierais hecho caso a mí y celebrarais la boda en la playa podríamos ir en bañador.

—Sí, pero entonces me hubiera tocado pagar todo a mí —repuso Jimin.

—¿Te van a dejar escoger algo? —preguntó entonces Jin.

—Me temo que de la boda nada —dijo, pero sin pena alguna. Sonrió con picardía—. Pero Eunha me ha dicho que tendré todo el mando en nuestra noche de bodas.

Jin le devolvió la sonrisa, con mirada cómplice. Zico chascó la lengua.

—Que cabrón, por eso nos estás arrastrando a una tienda pija por unos trajes —refunfuñaba por detrás.

—¿Podremos al menos escoger el color? —quiso saber Jin—. Me teñiré el pelo del color de la corbata, por lo que no me gustaría que fuera ni negra ni blanca.

—Será azul —le aseguró de pronto Yoongi.

Jin le miró sorprendido.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó.

—Porque la reina de las nieves querrá que haga juego con los ojos de su hijito Tucán —respondió Yoongi.

Jin abrió la boca con un gesto de indignación.

—¿Él tiene que vestirse como nosotros?

—Eunha, o mejor dicho, su madre —se corrigió—, quiere que los invitados principales vayan conjuntados. Además tenéis que ir emparejados con las damas de honor. Y son cinco.

Zico compuso una expresión pervertida.

—Eso ya me gusta más.

—Espera, espera —dijo Jin—. Si Jungkook se suma a nosotros, Yeri ya no querrá ser mi pareja.

Todos pusieron sus ojos en blanco. Jimin suspiró.

—Jin, no creo que para Yeri sea muy importante con quien enganchar su brazo.

Yoongi se carcajeó.

—En eso te equivocas —dijo—. Esa loca haría lo que fuera por rozar un pelo de Jungkook.

Jin emitió un gruñido. Yoongi no supo si fue por la frase en sí, o por haberla llamado loca. Jimin se paró frente a la elegante tienda de vestidos y trajes de boda. Su fachada era blanca, impecable, con letras elegantes en cursiva y detalles demasiado pomposos.

—Aquí estamos... —anunció entonces. Sus amigos pudieron ver aquella tienda, que con su fachada ya dejaba totalmente claro que aquel no era un sitio para ellos. Jimin se dio la vuelta y les miró con seriedad—. Ser amables.

Zico compuso una mueca y se apresuró a seguir a Jimin que ya entraba. Yoongi se dispuso a subir el escalón frente a la puerta, cuando escuchó a Jin hablar tras de él.

—Espera, Yoongi —dijo. Yoongi se dio la vuelta—. Quiero hablar contigo.

Yoongi dejó sus hombros caer, y con un resoplo miró al cielo.

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