Extra 2 || Marie Anne Tremblay

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Jaden Tremblay

—¡He llegado!

Cierro la puerta de casa y frunzo el ceño de inmediato al escuchar como un vidrio se rompe.

—¿Jess?

Al no escuchar una respuesta de su parte, inmediatamente voy a la cocina, entonces veo a Jess arrodillada recogiendo unos pedazos rotos de un jarrón de vidrio.

—Eh, cuidado— digo y me acerco, justo en en ese momento se corta un dedo y un gemido de dolor sale de sus labios— Joder, Jess.

Tomo su muñeca y la levanto del suelo.

—T-tengo que limpiar, yo...— titubea, la noto muy nerviosa.

—Déjalo, lo limpiaré luego.

La llevo hasta el lava platos y dejo su mano en el agua fría corriendo.

—Lo lamento, se me cayó el jarrón y y-yo...

—Da igual el jarrón— digo viendo la cantidad de sangre que se esparce por el agua.

—Ah, me duele...

Suelto un suspiro y me giro a ver el rostro de Jess.

—Deja tu mano ahí. 

Voy por un mantel pequeño y se lo paso para que haga presión en la herida.

—¿Qué tienes?— le pregunto.

—No... nada.

—Jess, estás muy nerviosa. Te ves mal, algo tienes.

—Jaden, no es nada.

Su rostro mira fijamente el mantel sobre su herida.

—Jess...

—Estoy bien— afirma y me da la espalda, saliendo de la cocina.

La miro mientras camina en dirección a la escalera. Sé que no está bien, pero al mismo tiempo noté que necesita pensar un poco. así que, aún preocupado, decido dejarla sola un rato mientras preparo la cena. Una simple sopa con fideos.

Mientras corto las verduras no puedo dejar de pensar en Jess. ¿Qué tendrá? Parece muy nerviosa, ansiosa y preocupada. Sé que lograré que me diga lo que tiene, solo necesita pensar mejor las cosas.

Estos últimos meses hemos estado con mucho trabajo. La editorial está creciendo de una manera que jamás imaginé y las pinturas de Jess se están exponiendo en muchas galerías muy importantes. Estoy muy orgulloso de todo lo que ha logrado, su galería es una de las más exitosas, no solo porque sus propias pinturas están ahí, sino que ha logrado encontrar a muchos artistas que han llegado a ser muy reconocidos.

La semana pasada tuvo una exposición muy importante en la que se vendieron todas sus pinturas. En toda mi vida, nada me ha llenado de tanta paz que ver como Jess cumple todas sus metas y sueños y aún más cuando he podido estar, a un lado, observándola en cada paso que ha dado. En aquella exposición no podía despegar mis ojos de ella, hablaba de sus pinturas con tanta seguridad y empoderamiento que, por muy loco e imposible que suene, quedé aún más enamorado de esa mujer.

Recuerdo aquella Jess de diecisiete años que conocí en ese pequeño pueblo, los dos sentados en ese puente y ella hablándome durante horas de todos sus sueños como artista y de todo lo que anhela desde que tiene cinco años. No podría estar más orgulloso, porque literalmente ha cumplido todo lo que se ha propuesto. Es increíble.  

Cuando termino la sopa, la dejo en la olla con la cocinilla apagada y subo las escaleras para llamar a Jess. Entro a la habitación y me sorprende no encontrarla, así que cruzo todo el pasillo hasta llegar a su habitación de pintura, el olor a óleo llega de inmediato a mis fosas nasales y la encuentro en un pequeño sofá frente al balcón... está llorando con sus manos en su rostro.

Nuestra Debilidad || #3 Trilogía NOSOTROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora