Martes.

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Llevaba ya 3 periodos de las clases del martes, es el peor día de la semana. Las clases duran años y, como siempre me distraigo hablando con mis amigos, no estoy sentado con nadie que me caiga bien.

Salí al receso muriendo de hambre y caminé hasta donde Diego, Franco y Lawliet estaban juntos. Me sorprendió no ver a la novia de Diego esta vez.

Decidí no preguntar y solo me senté junto a ellos después de ver hacia las otras mesas en su búsqueda, pues quería saber si habían peleado.

-Hey, veo que buscas algo.- Dijo Lawliet, él se da cuenta de todo.

-Algo o alguien, se dió cuenta de que tu novia no ha llegado. Nos gusta a los cuatro de nosotros.- Dijo Franco antes de recibir un empujón en en hombro por Diego, quien no parecía estar afectado y lo había tomado como una broma.

-¿Por qué no ha llegado a comer?- Dije yo sacando dinero de la bolsa de mi pantalón para comprar algo.

-Ha ido a comprar cosas para el acto, su madre la obligó a comprar algo más "formal" ya que según ella eso es algo serio.- Dijo el novio de la chica.

-O al menos eso te ha dicho a tí.- Dijo Lawliet mordiendo su barra de chocolate.

-Humm, iré a comprar comida. ¿Necesitan algo?- Dije yo levantándome de la mesa en la que estábamos.

Nadie siquiera volteó a ver entonces rodé los ojos antes de alejarme e ir a la cafetería.

Ya ahí entré en la fila para la comida preparada, ese día no estaba de buenas para un par de papas fritas en una bolsa de aire.

-Hey.- Escuché una voz.

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Nuevo en este lugar, sin saber nada de nadie. Todos los de mi edad siendo ya organizados no solo en temas académicos sino que también en grupos de amistades.

Ahí estaba yo, sin saber cual era la cola para la comida.

Vine por un par de semanas a este lugar, mi padre es un catedrático importante que trabaja en este instituto y entonces viajé para estar presente junto a él en el acto de graduación de los chicos de mi edad, pues ya me he graduado entonces tengo el derecho y casi obligación de hacerlo.

Estaba paseando por el colegio y vi como muchas me miraban, de seguro por los lentes oscuros.

Eso o el pelo negro y un poco largo es algo raro en este lugar.

Me acerqué a un chico que parecía ser amigable para preguntar en donde estaba la cola para la comida preparada, moría de hambre.

-Hey- Saludé tocando su hombro, haciendo que se volteara fuertemente y topara en mi contra. Pensaba ignorar eso para no hacer las cosas incómodas pero él se adelantó.

-Lo lamento tanto.- Tartamudeó al ver que era mucho más alto que él.

-No hay problema, ¿Es esta la fila para la comida?

-Primera vez aquí, ¿Huh? Claro, es esta. No compraré tanto, puedes tener mi lugar y pedir lo mío, si quieres.

-Claro, pero dame el dinero y tu compañía. No he hablado con alguien en casi 3 días y me vuelvo loco. Pero tú pareces tener una boca hábil.- Me atreví a decir esto de broma solo por molestarlo y ver su cara completamente roja, al verlo solté una risa y él se rió en voz baja, avergonzado.

-Bien, ¿De qué quieres hablar? Tampoco podria pasar 3 días sin hablarle a alguien.

-¿Por qué eres nuevo aquí si eres de mi edad?

EL ARMARIO <<DiegoXCosker>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora